DORDOGNE-PERIGORD (5)

VIAJE DORDOGNE-PERIGORD

(FRANCIA)

DEL 6 AL 12 DE ABRIL DEL 2009

 

DÍA 11 – SÁBADO: VALLE DE LA DORDOGNE (DOMME-BEYNAC) y BERGERAC

Beynac-et-Cacenac

El Valle de la Dordogne, está atravesado por el Río homónimo, con 500 kilómetros de longitud, que constituye el eje vital del llamado Périgord Noir, en el sur de Francia. El Dordogne y su afluente, el Vézère, fueron durante siglos la principal vía de comunicación para las localidades del Périgord Noir.

Perteneciente a Aquitania, el país de las andanzas de Leonor de Aquitania, Ricardo Corazón de León y Juan sin Tierra, es un lugar del que el escritor surrealista André Breton afirmó “aquí ya no me siento afuera” y el estadounidense Henry Millar declaró amor no fugaz a la tierra “paradisíaca” de las trufas, fresas salvajes (con la denominación de origen mara des bois), nueces y foie-gras de oca y pato. Foies que elaboran y venden las granjas de la región, como la excelente Turnac, cerca de la Aldea de Domme. Beynac-et-Caznac y Montfort y los Castillos de Marqueyssac, Fayrac y Les Milandes, son otros lugares imprescindibles que visitar.

Hoy llueve y el cielo está tan cubierto que no creemos que escampe en todo el día. Mal asunto.

LA BASTIDA DE DOMME

Domme - Porte des Tours

Tenemos que volver hacia atrás para visitar Domme. Desde Cenac, el pueblo que está en la entrada de la “Bastida” de Domme, y donde se encuentra el puerto para piraguas, se accede al centro de Domme por la D-49, una carretera que está señalada como prohibida para “Camping-Cars” y Autobuses. La subida es muy pronunciada. Aparcamos en el centro de Domme (Parking 1 E). Hemos venido con lluvia intensa todo el camino y aquí seguimos igual. Llueve muchísimo.

La Bastida de Domme, situado a diez kilómetros de Beynac y denominado la “Acrópolis de Périgord”, fue fundada en 1.283 –como todas las demás bastidas, por iniciativa real, para fijar la población y articular el territorio-, y no se la pudo buscar mejor emplazamiento: Un acantilado boscoso que se desploma desde más de 150 metros sobre el curso del Dordogne, el más bello bastión natural de la comarca. La “villa nueva” de Domme todavía conserva el trazado regular de sus calles y el recinto amurallado que la protegía. También es curiosa la Cueva, a la que se accede desde un edificio situado en plena Place de la Halle (en el Mercado Cubierto) que en caso de conflicto servía de refugio a sus habitantes y donde hoy se exponen osamentas de animales prehistóricos. Su burgo es como un nido de águilas, edificado sobre grutas y galerías de estalactitas y estalagmitas al filo mismo del acantilado. La Porte des Tours cuenta con los denominados “graffitis de los Templarios”, siete dibujos en inscripciones grabados entre 1.307 y 1.318 por varios caballeros del Temple que estuvieron prisioneros en una de las dos torres que la flanquean. El Ayuntamiento o la Maison des Gaouverneurs (siglo XVI), son otras visitas en Domme. En verano y primavera la afluencia a este enclave es enorme, pero si se reserva con antelación, el hotel ajardinado de La Guérinière, una cartuja del siglo XVIII, instalada a los pies del acantilado, ofrece un remanso de paz y una sabrosa cocina del terruño.

Antes de abandonar la bastida hay que asomarse al Belvédère de la Barre, privilegiado mirador desde el que se goza de una completa panorámica del Valle de la Dordogne, desde el Meandro de Montfort hasta el Castillo de Beynac. Pero hoy no hay nada que hacer, las nubes llegan casi hasta el valle y la vista no es nada agradecida. No obstante recorremos algunas calles, al menos hasta llegar a la Porte des Tours, aunque ya nos han dicho en la Oficina de Turismo que está cerrada hoy. Sacamos una foto y decidimos marcharnos para dirigirnos a Beynac-et-Cacenac.

BEYNAC-ET-CACENAC

Beynac-et-Cacenac

Aunque el primer vistazo haga pensar que subir hasta lo alto del pueblo constituye una temeridad, hay que echarle valor, ya que el esfuerzo se verá recompensado. La zigzagueante y estrecha calle empedrada asciende en empinadas rampas que de vez en cuando desembocan en unos privilegiados miradores sobre  buena parte del Valle por donde discurre el Dordogne. Después de varias rampas, algunas escaleras y un antiguo Arco Fortificado, se alcanza la entrada del Castillo (Entrada: 6,10 Euros, no lo visitamos), tomado en 1.214 por el exterminador de los Cátaros, Simon de Montfort. Erigida sobre un imponente acantilado de casi 200 metros sobre el Dordogne, esta fortaleza cuadrangular del siglo XIII (fue una de las cuatro Baronías del Périgord en la Edad Media) fue restaurada en la década de los sesenta y en la actualidad puede visitarse. Merece la pena salvar su puente levadizo para penetrar en un cuidado interior, que comenzó a levantarse en el siglo XIII. En la visita destacan los frescos góticos del oratorio, la cocina y, sobre todo, las vistas que se disfrutan desde el torreón meridional. Además de los amplios meandros del río, es fácil distinguir la silueta de la Bastida de Domme y los atractivos perfiles de los Castillos de Marqueyssac (www.marqueyssac.com ), Fayrac, Castelnaud-la-Chapelle y Montfort. Además de visitar la fortaleza, merece la pena entrar en el Museo de la Protohistoria y en el Parque Arqueológico. Oficina de Turismo en Beynac-et-Cazenac: Parking de la Balme. http://perigord.tm.fr/servtourisme/otsi/beynac/

Nosotros nos fuimos primero a lo alto del Castillo por la carretera que rodea por detrás todo el macizo. Se tarda y se da un buen rodeo, pero aquí se encuentra el Área de Autocaravanas (por cierto que de tierra y encharcado), justo enfrente de una escalera que lleva al Castillo y al centro de la ciudad. Una vez arriba, no queremos visitar el Castillo y decidimos volver a bajar.

Aparcamos cerca del Río en un Parking (2.50 E), así que con lluvia o sin ella (va a ser con lluvia, no cabe duda), nos vamos a ver el lugar. Las calles son muy empinadas y de piedra, al igual que todas sus construcciones, que serpentean a los pies del castillo, peleando cada rincón con la dura roca del farallón donde está construido. Vemos incluso una cruz Templaria. Desde algunos puntos se puede divisar un bonito paisaje, que sería mejor si la bruma, las nubes y la lluvia no impidieran verlo. Pero aún así hemos sacado fotos, que luego nos han sorprendido por el tono que han adquirido, precisamente por la lluvia, las nubes y la bruma. Pero nosotros nos estamos calando (y es literal). Aunque no nos arredra la lluvia, y seguimos paseando (mejor dicho, subiendo), llegamos incluso hasta la entrada del Castillo y la Iglesia (está cerrada) y luego emprendemos la bajada.

Hemos decidido comer en un pequeño restaurante que hay en la bajada donde ofrece minipizzas y miniquiches con ensalada y a muy buen precio. Allí nos encontramos con una pareja muy agradable de Navarra y a quienes confesamos nuestra admiración por su tierra. Navarra es uno de nuestros destinos favoritos. También charlamos con un enorme inglés que entró en el restaurante, completamente calado porque estaba haciendo esta ruta en bici. Se ha tomado dos cafés seguidos y nos ha confesado que en Francia los cafés son tan malos como en Inglaterra. Sigue lloviendo con muchas ganas. Nos quedan algunos sitios por visitar, y algunos más que hemos ido descubriendo (hay mucho que ver aquí, da muy bien para otro viaje), pero hemos decidido acercarnos a Limeuil, Le Bugue y el Cingle de Tremolat, que es lo que tenemos marcado en el mapa y después emprender el camino de vuelta a casa. Con este tiempo no se puede hacer mucho más.

Cogemos dirección Limeuil por la D-703 (dirección Bergerac), donde encontraremos la desviación a Le Bugue. La carretera es muy bonita y se siguen viendo Castillos, aunque sin una visibilidad completa, y mucho menos para pararse a hacer fotos. Pasamos la señal del Castillo de Les Milandes (www.milandes.com ), el lugar que Joséphine Baker eligió para crear su “ciudad del mundo” con sus muchos hijos adoptivos. Hoy es visitable y cuenta con un espectáculo de Rapaces. Pero ni siquiera se ve desde la carretera.

0357 Limeuil

En Le Buisson, cogemos la D-51 para ir la Le Bugue, aunque primero paramos en Limeuil, el lugar donde confluyen los Ríos Vézère y Dordogne. Fue uno de los puertos más importantes del curso del Dordogne hasta el siglo XIX. Por aquí pasaban botes cargados de madera de castaño hacia la comarca de la Borgoña. Paramos en principio en la entrada del pueblo, en una preciosa explanada arbolada con mesas, al lado mismo del río, y que sería perfecta si no lloviese tanto. Después de subir y subir por una empinada calle, siguiendo la señal del punto panorámico de la confluencia de los Ríos, decidimos volvernos, porque la lluvia es intensa y no vemos el final. Nos paramos en la Oficina de Turismo, aunque está cerrada ya, porque queremos entrar en los baños. Es la ubicación de Oficina de Turismo más bonita que hemos visto nunca, en una casona antigua, rodeada de jardines, y frente al río. Decidimos seguir en coche hacia la indicación de Limeuil-Haut, para ver si encontramos el punto panorámico de los ríos, pero no hay forma, no lo vemos, así que nos volvemos a la carretera.

A las 16:20, entrábamos y salíamos de Le Bugue. Este lugar me llamaba la atención por el emplazamiento de Le Bournat (www.lebournat.fr ) una ciudad ambientada en 1900, como un parque temático decimonónico, pero no vamos a llegar, ya que no contamos que con esta lluvia podamos disfrutar de nada. Ahora nos dirigimos al Cingle de Tremolat, siguiendo las señales. Vemos también otra que indica Cingle de Limeuil, pero esta se nos perdió en algún punto de la carretera y no la volvimos a ver. Tenemos que volver a Limeuil y tomar la D-31.

Cuando paramos en el Parking (es mucho decir, no era más que un espacio sin nada) hay que andar un trecho (cortito) por un pinar para poder asomarse al Cingle de Temolat. En verdad que este lugar es precioso, y se divisa (bueno, no del todo), toda la vuelta que hace el Río Dordogne en este tramo, así como las tierras de labor, los puentes y los pueblos, también los acantilados del lado derecho del río, porque al izquierdo es más bajo y discurre entre llanos. Sacamos una foto panorámica. Pero seguimos bajo la lluvia y empapados.

Desde aquí tomamos la D-31, dirección Lalinde, que está ya de camino a Bergerac. El paraje sigue siendo bonito, muy bonito. En Lalinde tomamos ya la D-703, y enseguida la D-660, que nos dejará en la ciudad de Cyrano. En este último tramo vamos justo al ladito del río que aparece ahora enorme y con mucho caudal, después de recibir el del Vézère. También un canal al otro lado de la carretera.

BERGERAC

Bergerac

Cuando aparcamos en un parking gratuito en el Vieux-Bergerac, junto al río, no nos apetecía nada recorrer la ciudad. Además de por la lluvia, porque nos parece una ciudad grande, al menos más grande que los bonitos pueblos que venimos viendo (nos pasa siempre). Así que decidimos entrar en una cafetería y tomarnos un café caliente que buena falta nos hace. El bar se llamaba “La Gabarre” y cuando le dije a la camarera que el café con leche francés no es igual al español, se empeño en que le explicara la diferencia. Ella entendía un poquitín de español y yo hablo un poquitín de inglés, así que la mejor explicación que pudimos darle fue dejarle el café que llevábamos para que lo probara.  Y allí se quedó, en Bergerac.

La aventura siguiente se podría resumir con la frase “en busca del Camping perdido”. No nos había pasado nunca algo parecido: Seguir la señal de un Camping y luego no volverla a ver, o no ver el final de una carretera sin nada, o no encontrar como acceder a la dirección correcta… O que estuviese cerrado, como fue el caso del Camping Municipal de Bergerac, La Pelouse.  El caso es que acabamos en el Camping de la Barbanne (29.80 E) (www.camping-saint-emilion.com ) en St. Emilión. En este pueblo hay un área para ACs, pero queríamos ducharnos.  Una vez instalados, y con la sempiterna lluvia, nos percatamos de que este Camping es espléndido. Tiene unas parcelas amplísimas con mucho verde y rodea un lago enorme con patos que se pasean por todo el Camping, aún bajo la lluvia. Nos hemos dado una buena ducha (cortan el agua a las diez de la noche) y nos preparamos para cenar. Por fin, la lluvia nos da algo de tregua, aunque se queda a ratos cierto “chirimiri” que no acaba de parar. Mañana volvemos a casa.

 

DÍA 12 – DOMINGO: MONDRAGON Y VUELTA A CASA

Aire de Labenne - vuelta a casa

Por más que lo intentemos (la verdad no lo intentamos nada) no salimos nunca de una parada antes de las once de la mañana. Hoy nos hemos levantado a las 09:30 de la mañana y sigue lloviendo. Salimos del Camping de St. Emilión y tomamos  la comarcal D-243 dirección Libourne que nos deja en la N-89. Tomamos luego dirección Genissac, y al salir de este pueblo marca 27 Km. a Burdeos. Luego tomamos ya la Autopista A-63 y después la salida nº 15 que marca dirección Bayona y San Sebastián.

Hicimos una parada en el Área de Muret para descansar un poco y hemos comprado un suplemento de un periódico, un Especial de Enero, que aún se vende, y que se editó con motivo del vendaval que arrasó Las Landas. Por lo visto fue a causa del paso del Ciclón Klaus y las fotografías del interior le dejan a uno aún más estremecido. No sólo los destrozos fueron causados en los pinos, también en las casas, las ciudades, la costa, los barcos, los coches… una verdadera catástrofe que los franceses han titulado como la “maldición 1999-2009” pues por lo visto en aquel año, también sufrieron algo parecido. Es impresionante. Ahora no llueve.

Volvemos a atravesar el mismo recorrido que al venir y los mismos Radares y Peajes (excepto el de Mussidan, claro). Nuestro destino hoy es Arrasate-Mondragón, para visitar a unos amigos. La nueva AP-1 nos facilita mucho esta entrada (sin tener que pasar por el Puerto de Arlaban, muy bonito, pero un verdadero tormento para conductores) y aprovecharemos siempre que pasemos por aquí para ir a verlos.

Después de pasar una bonita tarde con nuestros amigos (también tienen una Camper), nos ponemos en marcha y cerca de las nueve de la noche comienza a llover otra vez y ahora el cielo está negro, negrísimo. El paso por Pancorbo se hace tenebroso, con lo negra que está la noche y sin una sola luz que ilumine los montañones. Al entrar ya en dirección Valladolid, en la Autovía de Burgos, no llueve y se ve el final de la nube negra que nos venía acompañando. Vemos las estrellas.

A las 23:10 (Km. 1.908,2) entramos en el garaje de casa. Fin del Viaje.

 

 

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