EL TABACO (ARRUINA) MATA

EL TABACO (ARRUINA) MATA

Se olvidaron las autoridades sanitarias incluir esta coletilla en las cajetillas de tabaco junto a las fotografías de pulmones avejentados y cadáveres humeantes… ¡El tabaco arruina! Algo tan obvio para quienes hemos gastado dineros impenitentes semana a semana, día a día, para hacernos con la tan ansiada cajetilla de tabaco que ventilarnos, parece que ha sido la iluminación repentina de cientos de hosteleros tras la aprobación ministerial de una Ley Antitabaco, tan aplaudida por unos como denostada por otros.

Los gobiernos suelen tomar medidas que no gustan a todo el mundo, medidas impopulares. Siempre habrá un grupo de población (se supone que quienes no votaron al partido mayoritario) que sistemáticamente se mostrará en desacuerdo con su política. En España últimamente estamos servidos de ambas cosas: Lenguaje no sexista, matrimonio gay, medidas anticrisis, reducción de la velocidad en autopistas… Pero ninguna Ley o medida ha suscitado tanta polémica y respuesta como la Ley Antitabaco.

La actual ministra de sanidad Leire Pajín, artífice de dicha Ley, sustituyó en impopularidad gubernativa a la exMinistra Bibiana Aído (miss “miembros y miembras”), pese a que ya se había dictado en España una ley antitabaco que establecía una serie de prohibiciones en lugares públicos, pero que dejaba a los establecimientos privados, como bares, cafeterías, etc., la elección a colgar el cartel de “Prohibido Fumar”. La ministra Pajín, eliminó de un plumazo ese “derecho de elección” de los mencionados locales ya que “lugares públicos” eran, y por lo tanto susceptibles de prohibir el encendido de un cigarrillo (y demás).

Nadie puede negar que el humo del tabaco perjudica no sólo a quien está fumando, sino también a quien tiene a su alrededor, convirtiéndole en fumador pasivo en contra de su voluntad. También es cierto que uno puede elegir voluntariamente fumar o no, porque al fin y al cabo es algo legal. Pero olvidamos fácilmente que los derechos de otros también forman parte del elenco de derechos que todos debemos proteger (no solo respetar). De lo contrario nuestros propios derechos carecerían de base (moral, justa, legal, o llámenlo como quieran) para poderlos defender. Si yo tengo derecho a fumar, he de reconocer que otro tiene derecho a no recibir mi humo. Esa es la ecuación lógica. Y en esa ecuación se basó la norma (en forma de ley) que estableció que en lugares públicos (donde podía entrar público en general, y menores en particular) no se podía fumar ¿La ecuación rasurada? No. La norma entiende que “no se prohíbe fumar” y por lo tanto no viola el derecho de quien quiera hacerlo, sino que se “prohíbe hacerlo en lugares públicos” para proteger el derecho de quien no quiere recibir humo ajeno.

Hay fumadores que no lo han entendido así y no se lo han tomado nada bien (no todo el mundo por supuesto). Se escuchan conversaciones por doquier en contra de esa medida argumentando las razones más peregrinas (“Fumar no Mata” rezaba un cartel en una manifestación). El otro día en el autobús, una mujer calificaba a “los no fumadores” como intolerantes, mientras, decía, los fumadores sí lo eran. Podía haberla contestado, pero no era el caso. En mi etapa de fumadora encontré mucha intolerancia y poco civismo entre “mis colegas” fumadores. En mi reciente época de “no fumadora” (un año y medio ya) no me identifico para nada con el intransigente posicionamiento de ninguno de los dos “bandos”.

Las voces más aceradas contra la ley han venido de la hostelería. Cuando hace unos años entró en vigor la primera ley antitabaco, muy pocos establecimientos hosteleros se adhirieron a ella. La mayoría opto por permitir fumar en su local. Otros (sujetos a otras circunstancias, o voluntariamente) colgaron el cartel de “NO FUMAR” en la puerta. Es curioso, pero ninguno de estos lugares notó más que una leve pérdida económica la principio, algo totalmente coyuntural, y nunca se planteó retirar el cartel prohibitivo (los que pudieran hacerlo). En cambio con la nueva Ley de prohibición total, todo un colectivo se ha organizado para protestar airadamente en su contra por la pérdida económica que, dicen, les supone, amenazando incluso con despidos masivos de empleados, desobediencia de la ley, y cierres.

 

Uno de los casos más significativos fue el de Rafael León, apodado “el insumiso de Cabra”, quien decidió no aplicar la Ley Antitabaco en su local y emprender una lucha de insumisión contra ella, en apoyo, insistía, de su clientela. Mientras el resto de los cerca de cien bares de la misma localidad no sufrían las consecuencias esgrimidas por el insumiso, él insistía en que la Ley y el Gobierno socialista estaban hundiendo su negocio. Es más, ataca al resto de hosteleros de Cabra llamándoles “conformistas”.  Ahora León, de Cabra, el insumiso, dice que cierra su local ante la falta de clientes y acusa al Gobierno de su “desgracia”.

No es el único que piensa así, de hecho muchos hosteleros siguen manifestándose en todas las ciudades españolas ante lo que consideran una arbitrariedad gubernamental y un ataque directo a sus negocios, mientras las asociaciones profesionales del sector no avalan con sus datos dichas acusaciones y siguen afirmando en público, que sus pérdidas no son significativas.

A mi me resulta cuanto menos cuestionable que un colectivo que se ha caracterizado desde siempre por contar con un elevado índice de precariedad laboral, un alto número de sanciones sanitarias, y un más que importante tanto por ciento de ganancia por servicio, quiera exigir ahora que se modifique una Ley, arguyendo (amenazando más bien), precisamente, despidos y boicots. Pero están en su derecho. Los clientes seguirán (seguimos) acudiendo a los bares y cafeterías (restaurantes, discotecas, pubs, etc.) porque nos gusta hacerlo, y tanto hosteleros como clientes modificarán sus costumbres (como por cierto dijo el representante de una Asociación del sector) para no tener que violar la ley. Punto.

Siempre se puede salir a fumar fuera. Lo que pasa es que esto ha traído consigo otras consecuencias (para los demás en forma de aumento de ruido ambiental, molestas reuniones que colapsan calles o las ensucian sistemáticamente, etc.) que los hosteleros han tasado ya en cifras económicas: Van a necesitar efectuar una inversión en terrazas y estufas (al menos durante el invierno). Podríamos decir que sería de agradecer, en todo caso, algún tipo de inversión en mejorar la mayoría de los establecimientos hosteleros de este país, porque, a tenor de lo manifestado por ellos mismo, han estado obteniendo pingues beneficios hasta ahora sin hacer ninguna (no todos, obviamente) ¿A qué huelen los bares? Hasta ahora a tabaco, ahora a todo menos a “bonito”.

También es de agradecer que esta nueva necesidad “terracil”, vaya a mejorar algunos otros aspectos económicos como es el caso de los negocios de mesas, sillas, sombrillas, estufas… (y no económicos, por ejemplo los que tenemos perro tendremos más lugares donde acudir con nuestra mascota), al tiempo que las arcas municipales verán incrementados sus ingresos al ampliar sobradamente el calendario de establecimiento de terrazas en cada localidad, y el número de éstas (tal vez incluso traiga consigo un aumento de las obras urbanas para ampliar aceras…), lo que aún no sé si será bueno o no…

Claro que esto tendrá su contrapartida en forma de aumento del precio del servicio en los bares. Sin embargo, considero que es injusto y excesivo que un colectivo, que grava con un 200% un café servido en barra (aunque fuese la mitad, y en muchos casos es el doble, por el último que tomé en una mesa me pidieron 2,20 € ) y que aumenta un plus cuando sirve en mesa y un plus más cuando esta mesa está en terraza (si no te cuelga directamente un cartel que te dice “no se sirve en mesa”), diga ahora que tiene que subir el precio de sus productos por la Ley Antitabaco.

Vale, el sector se ha sentido “tocado” en los últimos tiempos. La Ley de Costas ya les dio un aviso haciendo retirar algunos de los “chiringuitos” que ocupan las playas españolas; el cambio en los hábitos vacacionales ha hecho que muchos ya no hagan “el agosto” a nuestra costa (mejor a cuenta de los “turistas” extranjeros); y las nuevas generaciones de potenciales consumidores (adolescentes algunos, jóvenes adultos la gran mayoría) prefieren el “botellón” con productos que obtienen del supermercado, mucho más baratos que los que sus padres están consumiendo a raudales en los establecimientos hosteleros. Pero preocupa, claro. Si se extiende la costumbre, padres e hijos, dejarán de ir a los bares. Puede que piensen que la Ley Antitabaco, al hacer salir al cliente a la calle, potenciará esta afición por el “botellón” (incontrolado, porque cuando es el hostelero el que organiza las consumiciones en la calle, como sucede en todas las fiestas españolas, no hay problema ninguno, claro).

Sin embargo a quienes nos han rebajado el sueldo por decreto (y a quienes se han quedado sin empleo directamente) nos resulta ofensivo que este colectivo se manifieste en la calle pidiendo un aumento de sus ganancias. Así de sencillo. ¿O es que estaban también en las manifestaciones de protesta del colectivo de funcionarios con sueldos recortados? Porque yo no vi ningún bar cerrado en apoyo de esa reivindicación tan justa……

Las últimas noticias aparecidas en los periódicos apuntan claramente a que la disminución de beneficios es coyuntural y se está produciendo un despunte: “Bares y cafeterías siguen cayendo, pero mejoran sus cifras con respecto a enero”. A día 22 de marzo,  el periódico El País anunciaba que los hosteleros aumentaban los contratos de trabajo pese a la ley antitabaco. Se recuperan pues. Solo faltaba que León, de Cabra, volviera al redil, pero ha preferido cerrar… quizá sus (inexistentes) clientes hayan salido ganado.

AlmaLeonor

8 respuestas a «EL TABACO (ARRUINA) MATA»

  1. Hace ya muchos años que deje el tabaco y es una de las mejores cosas que he hecho en mi vida,particularmente en los locales se respira bastante mejor y el ambiente no esta tan cargado, he sido fumador pasivo, y cuando más me molestaba era desayunando.
    Lo ideal sería si hubiera infraestructura en todos los locales espacios para fumadores y no fumadores. Los gobiernos nunca van a dejar contentos a todos de eso viven ellos.

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    1. ¡Hola!
      Gracias por tu participación Manuelcab19. Para mí lo ideal sería que la simple lógica o razón humana nos hiciera ver cuando es permisible hacer una cosa y cuando no. Desgraciadamente seguimos siendo ovejas necesitadas de un pastor y muchas veces ni siquiera una ley nos convence de hacer las cosas con meridiana solidaridad. Imaginaté el siguiente paso… ¿Qué pasará cuando en las terrazas se empiece a pedir que el de al lado no fume porque molesta? ¿Se pedirán terrazas para fumadores y para no fumadores? Tal vez sea solo cuestión de tiempo…..
      Besos.AlmaLeonor

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  2. No sabes tú lo contenta que estoy yo con esta ley antitabaco 🙂
    Esto es como todo, se irán acostumbrando y llegara el día que se asuma completamente y se vea de los más normal.
    Besos

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    1. ¡Hola!
      María R. yo también me alegro de que el humo del tabaco no permanezca sempiterno sobre nuestras cabezas en los lugares públicos. No veas lo contenta que me puse cuando en la Facultad se prohibió fumar y eso que yo todavía fumaba por aquel entonces. Pero la calidad de la convivencia en el edificio mejoró considerablemente. Es una buena medida, pero la ley adolece de varias arbitrariedades y carencias. Y es eso precisamente lo que ha producido la fricción.
      Besos.AlmaLeonor

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    1. ¡Hola!
      La mayoría de las cosas que más dan que hablar, o más nos afectan, suelen ser de ese tipo de «no es para tanto». En cualquier caso todo lo que aparezca en HELICÓN, para mí si que lo es.
      Saludos Trecce.
      Besos.AlmaLeonor

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