LA VICTORIA DE SAMOTRACIA

Es uno de los monumentos griegos que más me llaman la atención. Nos contaron en clase de Arqueología que la Victoria de Samotracia (o Niké de Samotracia, traducción del griego Níke tes Samothrákes) es uno de los pocos ejemplos de escultura exenta (de bulto redondo) cuyo emplazamiento original puede reconstruirse con exactitud. Al parecer los expertos en arte y arquitectura griega están convencidos de que se trata de la victoria que los rodios de Samotracia dedicaron a la diosa para celebrar su triunfo en Side sobre Antioco III Megas, el rey de Siria.

Hoy en día se encuentra en el Museo del Louvre de París, donde tomé estas fotografías en Octubre de 2007. Y es noticia porque la restauración de la magna obra, que está prevista que comience el próximo 3 de septiembre, tendrá que esperar porque el museo se ha quedado corto en sus previsiones (3 millones de euros) y necesita un millón de euros más (cuatro en total) para emprender la restauración del monumento y del entorno, pues también se piensa en restaurar la escalera Daru (paredes, pisos, arcos y barandillas serán rehabilitadas), el emblemático lugar en el que está situada.

La monumental Escalier Daru diseñada por Hector Lefuel para reemplazar la antigua escalera del Musée Napoléon fue construida entre 1855 y 1857 en el Pavillon Daru (nombre de un ministro de Napoleón III). A la caída del Segundo Imperio seguía estando incompleta, ya que se terminó en 1883, justo para servir de perfecto escenario para la Victoria de Samotracia.

El Louvre, imposibilitado como está económicamente para abordar el desorbitado presupuesto, ha abierto una página web para recaudar fondos para la restauración. Quien quiera colaborar podrá hacerlo a partir del martes a través de internet en www.louvresamothrace.fr  o www.tousmecenes.fr… ¡Alucinante!

En todo caso, la Victoria de Samotracia estará fuera de la vista de los visitantes del Museo del Louvre hasta el verano del 2014 (la escalera Daru no se terminará hasta marzo de 2015). Eso si todo sigue su camino y no hay más contratiempos que encontrar un milloncejo de euros de nada. Podría titularse “Apadrine un monumento”. Ya no hay presupuestos públicos suficientes para nada que tenga que ver con el arte y la cultura. O eso, o ya el arte y la cultura han de ser sufragados por el público no solo a través de los ingresos por el precio en taquilla, sino también como mecenas anónimos, si se quiere seguir disfrutando de las obras de arte de los Museos. La cultura ya no es que no sea gratis, es que encima, sale cara.

La limpieza y restauración del monumento, a cargo del Centro de Investigación y Restauración de los Museos de Francia, tiene la dificultad añadida de que el conjunto está realizado en diferentes tipos de mármol. La Victoria necesita ser retirada de su base (con forma de barco), limpiarse y comprobar las conexiones y asegurar la perfecta integración de todos los fragmentos (la estatua está hecha de seis piezas y el barco de 23).

Pero, por lo visto no se realizará ningún traslado de la estatua dado su precario estado. En 1939, en plena Segunda Guerra Mundial, la Victoria de Samotracia sí que fue trasladada por su seguridad, tal y como quedó registrado en esta fotografía de esta curiosa web de Instalattor dedicada a los embalajes y transportes de obras de arte.

Todo el complejo entramado del proyecto actual de restauración está a cargo de los comisarios Jean-Luc Martinez (Presidente del Museo del Louvre) y Marianne Hamiaux Ludovic, además de los ingenieros de diseño de restauración bajo la dirección de Daniel Ibled. La restauración de la escalera Daru estará bajo la dirección de Michel Goutal, arquitecto jefe de monumentos históricos. Ludovic Laugier es actualmente el Ingeniero Jefe del departamento de Antigüedades griegas, etruscas y romanas del Louvre. Quedan estos nombres aquí para la posteridad, por si llegado el caso nadie es capaz de recordar quien o quienes fueron los responsables del evento. Ya se sabe que esta falta de memoria responsable es un mal muy extendido en nuestra actual sociedad.

Hagamos un poco de Historia. La estatua de la Victoria de Samotracia, que supera los 2,45 m de altura, fue descubierta en 1863 por el cónsul francés Charles Champoisseau (1830-1909) en el Santuario de los Grandes Dioses en Samotracia, una pequeña isla situada en el norte del mar Egeo en Grecia, a donde llegó en 1862 siendo encargado del Consulado francés de Adrianópolis. Después de ejercer en varios países y ciudades como Cónsul (incluyendo Bilbao en 1874), ocupó su último destino en la misma Samotracia, como Ministro Plenipotenciario, encargado de una excavación arqueológica en 1891. Aunque la Victoria se encontró en pedazos, la datación de la escultura se estimó hacia el s. II a.C. (aproximadamente el 190 a.C.), encuadrada en lo que se ha dado en llamar el estilo barroco del Helenismo de Rodas.

La base de la escultura tiene forma de proa de barco, reconocible por sus bancos de remos que sobresalen a cada lado, y la diosa está representada como si se acabase de posar sobre la nave. Viste una túnica de tela fina y un himation más grueso, medio envuelto en la cintura, que cae en pliegues profundos entre las piernas, mientras otros vuelan detrás de la pierna izquierda. Las alas aun batiendo en el aire y los ropajes con los pliegues del vestido pegado al cuerpo por la fuerza del viento, originan una sensación de movimiento rápido. La victoria estaría descendiendo para coronar al capitán y a la tripulación victoriosa.

La disposición de estos elementos y los cálculos realizados para conseguir que el peso de la estatua, situada sobre la quilla, se mantenga en equilibrio, son deslumbrantes proezas técnicas. El efecto debía de ser espectacular, porque la base con forma de nave se situaba sobre un estanque (o ninfeo) a dos niveles. El superior, poco profundo, es el que sostenía el barco. Mientras que el inferior tenía grandes piedras que debían sugerir el borde del mar o quizás el puerto. La Victoria se podría ver reflejada en el estanque. Todo el conjunto estaba situado en una terraza encima del teatro de Samotracia.

Como la estatua y la base son inseparables, está claro que el monumento fue concebido como un todo por un solo artista. Hay semejanzas entre las plumas de las alas de la victoria y las alas del friso este de la Gigantomaquia que decora el Gran Altar de Zeus de Pérgamo (180-160 a.C. aproximadamente, que se encuentra en el Museo Pérgamo de Berlín). También son semejantes los ropajes de la victoria y los de algunas diosas del mismo altar.

Una inscripción fragmentaria encontrada en la base de la Victoria tiene letras de una forma muy parecida a las de varias inscripciones halladas en la isla de Rodas, algunas de las cuales llevan la firma del escultor Pitócrito. Además, existe un relieve en Lindos, Rodas, firmado por Pitócrito, que representa una proa de barco de forma muy parecida a la de la proa que sirve de base a la Victoria. Estos indicios, junto con el hecho de que dicha base sea de mármol de Rodas (mármol gris de Lartos, mientras la estatua es de mármol blanco de Paros), son las razones que han hecho pensar a los expertos que el autor de la Victoria de Samotracia fue Pitócrito de Rodas, y se asume así mismo que debió de ser uno de los escultores que trabajaron en el altar de Pérgamo.

El afamado filósofo y arqueólogo Félix Ravaisson Mollien (1813-1900), encargado de antigüedades en el Louvre en los años de la llegada de la Victoria entre 1880 y 1883, decidió recrear el monumento al completo siguiendo el modelo sugerido por el arqueólogo alemán Alexander Conze (1831-1914, uno de los descubridores del Altar de Pérgamo), quien realizó dibujos de los fragmentos in situ. Así tomó el lado derecho del torso de mármol y lo situó sobre el cuerpo. El lado izquierdo y el cinturón se recrearon con yeso. El ala izquierda se reconstruyó a partir de varios fragmentos de mármol y se unió a la espalda reforzándolo con un armazón de metal. Como sólo se conservaban dos fragmentos del ala derecha, fue reemplazada por una imagen simétrica del ala izquierda. Tan sólo la cabeza, los brazos y los pies no fueron remodelados. La estatua se puso directamente en el barco, cuyos bloques habían sido retocados rellenando los espacios. La decoración de la proa y del pedestal tampoco fue recreada. El trabajo de restauración fue finalizado en 1884 y fue cuando se colocó en su actual posición en la escalera Daru, en el Ala Denon del Museo del Louvre.

Para aumentar el impacto visual aún más, un bloque de mármol moderno fue introducido entre la estatua y su base durante las renovaciones realizadas entre 1932 y 1934 (y que ahora se eliminará por considerarse infundada). En esta su cuarta restauración, está previsto utilizar materiales modernos y se digitalizará para comprobar nuevos detalles de la obra, como la utilización de colores en la composición. 

Pero la Victoria del Louvre no es la única de la que se tienen noticias. En el Museo Arqueológico de Olimpia, en Grecia, se encuentra la Victoria (Niké) de Peonio de Menda, datada de entre el 425 y el 421 a.C. (periodo Clásico). Fue descubierta en 1875 durante las campañas de excavación que los alemanes realizaron en toda Grecia. Esculpida en un solo bloque de mármol de Paros, tiene una altura de 2,12 metros y debía medir casi tres metros de envergadura con las alas desplegadas (se han perdido). Estaba colocada sobre un pedestal triangular de 8,81 metros de alto formado por 12 bloques también triangulares.

Situada delante del Templo de Zeus en Olimpia, representa a la diosa Niké descendiendo a tierra para agasajar a los vencedores de Mesenia por sus victorias militares. Según Pausanías (que es quien atribuye la obra a Peonio) fue un encargo de mesenios y naupactos por una victoria que obtuvieron en la guerra contra los acarnanios, aunque también refleja en su obra “Descripción de Grecia” que los propios mesenios mantenían que la obra fue para conmemorar la victoria sobre los espartanos en la batalla de Esfacteria. La razón por la que no pusieron el nombre de los vencidos fue el miedo que profesaban a los lacedemonios espartanos, que era mayor que el que le tenían a los acarnanios. La dedicatoria de la escultura dice: “Los habitantes de Mesenia y Naupacto ofrendan a Zeus de Olimpia un diezmo de los trofeos de guerra. Hecha por Peonio de Menda quien también hizo la acrótera del Templo”.

También hay monedas que cuentan con la imagen de la diosa sobre la quilla de un barco, concretamente en las emitidas entre el 294 y el 288 a.C. que hicieron pensar en un principio que la estatua descubierta en Samotracia podría haber sido mandada esculpir por Demetrio Poliorcetes para conmemorar su triunfo naval en Salamina sobre la flota de Ptolomeo Sóter, hecho que sucedió en el 306 a.C. Posteriormente se desechó esta idea al datar la Victoria hacia comienzos del siglo II a.C.

Más recientemente, la Victoria de Samotracia aparece en monedas como esta en plata de la República Francesa, de 100 francos, emitida en 1993-1994 para conmemorar el 200 aniversario del Museo del Louvre.

México emitió una moneda de cuño corriente en oro, el Centenario, en 1921, para conmemorar el primer Centenario de la Independencia Mexicana (se interrumpió su acuñación entre 1931 y 1943). Es una moneda de gran calidad y pureza, una de las mejores en oro de todo el mundo, pero la imagen que ostenta es distinta.

Se trata del Ángel de la Independencia, que es una estatua dorada de la Victoria situada en lo alto de una columna en una rotonda sobre el Paseo de la Reforma en el centro del Distrito Federal de la Capital de México. El Ángel fue construido para conmemorar el centenario del inicio de la Guerra de Independencia de México en 1810. En años posteriores se convirtió en un mausoleo de los héroes más importantes de la guerra. Es uno de los monumentos mexicanos más reconocidos y se ha convertido en un punto focal para las celebraciones o protestas. 

La estatua alada tiene 6,7 metros de altura, es de bronce cubierto con 24 kg. de oro con un peso total de 7 toneladas y es una obra del escultor Enrique Alciati. Lleva una corona de laurel en la mano derecha (para coronar la cabeza de Miguel Hidalgo, artífice de la independencia mexicana) y una cadena rota en su mano izquierda, como símbolo de la libertad.

Podemos ver también la Victoria de Samotracia en una serie de sellos emitidos en Uruguay con motivo de las Olimpiadas de París de 1924. Esto, que podría parecer incongruente, tiene su explicación. Resulta que estas Olimpiadas (conocidas por muchas novedades, como ser la primera ocasión en la que se celebraron Juegos de Invierno, en Chamonix, o en las que Johnny Weissmüller, el famoso Tarzán del cine, ganó tres medallas de oro en natación y una de bronce en waterpolo), fueron las primeras en las que el país anfitrión, Francia, no emitió sellos conmemorativos. Sí que lo hizo Uruguay, el 29 de julio de ese año, para conmemorar la medalla de oro obtenida el 9 de junio ¡¡por su equipo de Futbol!!  En el partido final consiguió la “proeza” de imponerse al equipo nacional suizo por 3 a 0. Uruguay emitió tres sellos con la imagen de la “Victoria” de Samotracia. Se realizó una tirada especial de quinientos ejemplares en papel amarillo “para obsequiar a personalidades como los jugadores del equipo campeón y los dirigentes de la Federación Uruguaya de Futbol”. La “fiebre” del fútbol ya existía entonces.

En Francia también encontramos sellos con la Victoria de Samotracia, como esta edición de 1937, que según la página de filatelia donde los he encontrado, tienen un valor de ¡¡260 Euros!! 

En la España de la República ya en guerra, en 1937, desde la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, se emitieron billetes de una peseta con la imagen de la Victoria de Samotracia (falsamente esperanzadora esa «Victoria») en una de sus caras, y la Cibeles de la fuente madrileña en la otra. “República Española, Ministerio de Hacienda. Certificado provisional de moneda divisionaria. Emisión 1937”, son las leyendas que figuraban en el anverso en estos billetes de numeración única. Se pusieron en circulación en enero de 1938 y se anularon al año siguiente con el fin de la guerra.

Pero lo más curioso de esta imagen tan conocida de la Victoria de Samotracia es que podemos encontrarla en un sinfín de lugares, además de ser un referente en el arte (en este enlace de Picassa he colgado algunas imágenes en cuadros y obras artísticas) y en la vida cotidiana. Por ejemplo, es bien conocido que la marca de ropa deportiva “Nike” utiliza las alas de la diosa como símbolo de marca en referencia a la “victoria” en la competición.

La empresa fue fundada en 19687 por Phil Knight con el nombre de Nike, basado en la diosa griega, pero no fue hasta 1971 cuando se adopta definitivamente la denominación (se hacía llamar “Blue Ribbons Sports”). Lo curioso del logotipo es que fue diseñado por una estudiante de diseño gráfico, Carolyn Davidson, alumna de Phil, quien había pedido un “logotipo que transmitiese movimiento”. Carolyn se basó en una de las alas de la Victoria de Samotracia para diseñar el símbolo conocido como “Swoosh”. Aunque Phil Knight no estuvo entusiasmado con el trabajo de Carolyn al principio (presentó una factura de 35 dólares por su trabajo), se convirtió con el tiempo en uno de los logotipos más afamados y conocidos en todo el mundo. Knight le regaló a Carolyn un anillo de oro y un montón de acciones de la empresa por el éxito conseguido.

Siguiendo con los deportes, la primera Copa Mundial de la FIFA, para el campeonato que se celebró en Uruguay en 1930, fue diseñada por Abel Lafleur basándose en la Victoria de Samotracia (llamada «Victoria«, en 1946 se rebautizaría como Jules Rimet). Media 35 cms de alto y pesaba 4 kilos. Estaba fabricada de oro macizo.

También es conocida su utilización por algunas marcas de automóviles. Aston Martin, Bentley, Mazda, Mini… utilizan el símbolo de las dos alas como elemento de su logo y la Silver Ghost de la Rolls Royce, utiliza su imagen como logotipo de la marca. Esta mujer alada, obra de Charles S. Sykes que la llamó “El Susurro” y que guarda un secreto de amor. John Walter Edward-Scott-Montagu (quien a partir de 1905 se convirtió en Lord Montagu of Beaulieu) era el feliz poseedor de un Rolls-Royce Silver Ghost, editor de la revista The Car, pionero del motor en Inglaterra y un hombre rico que guardaba un terrible secreto: amaba a su secretaria Eleanor Velasco Thornton con un amor prohibido que transgredía los cánones de la época, ya que ella era plebeya. Para personalizar su Rolls, pidió a su amigo, Charles S. Sykes, una escultura que habría de colocar sobre la rejilla del radiador.  Sykes, conocedor del secreto que el Lord y la dama guardaron con celo durante más de una década, se inspiró en ella para crear la figurita de una mujer alada con el índice sobre los labios, como para indicar silencio (de ahí el nombre de «El Sursurro»).

De esta primera escultura sólo se conocen tres ejemplares. Fue renombrada por los dueños de la firma como “El Espíritu del Éxtasis”, y se convirtió en todo un símbolo del lujo y la sofisticación, aunque desde su creación en 1911 y hasta 1920, la figurita era un extra opcional de Rolls-Royce. Martin Socorsese y Sir Richard Attenborough estarían preparando (para el 2014) una película titulada «Silver Gosht» que versaría sobre Montagu (posiblemente interpretado por Christian Bale) y la empresa que fundaron Charles Rolls y Henry Royce.

El futurista y después fascista poeta italiano, Filippo Tommaso Marinetti (1876-1944), publicó el 20 de Febrero de 1909 en el periódico parisino Le Figaro, su “Manifiesto Futurista” en el que decía: “Declaremos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva; la belleza de la velocidad. Un automóvil de carreras… un automóvil rugiente, que parece correr sobre una estela de metralla, es más hermoso que la Victoria de Samotracia”. Más tarde, en 1920, ya miembro de la Academia de Italia (fundada por los fascistas de Mussolini, convirtiéndose en poeta oficial del régimen), llegó a afirmar lo siguiente: “Queremos glorificar la guerra, única higiene del mundo, el militarismo, el patriotismo y el gesto destructor de los anarquistas, las bellas ideas que matan y el desprecio a la mujer”. Aunque fue el precursor de la idea de “robot” (sin darle el nombre), resulta toda una joya prescindible sin duda alguna.

La Niké alada fue un icono favorito del arquitecto estadounidense Frank Lloyd Wright (1867 – 1959), uno de los principales maestros de la arquitectura del siglo XX conocido por la arquitectura orgánica y funcional de sus diseños. Utilizó reproducciones de la Victoria de Samotracia en varios de sus edificios, incluyendo la sala de la Casa Willits o el Jardín de Invierno de la Darwin D. Martin House en Buffalo (Nueva York), en la imagen.

La literatura fantástica cuenta con el australiano Matthew Reilly, escritor de éxito, con una Victoria de Samotracia colocada ficticiamente como parte de la Estatua de Zeus en Olimpia (no he podido localizar el texto exacto), en su libro “Seven Ancient Wonders” (2005, primera parte de una trilogía). Existe también un proyecto televisivo en forma de serie por capítulos protagonizados, al igual que en el libro, por Jack West, un peculiar ex capitán australiano de fuerzas especiales que lidera un equipo de exploración con miembros de varias naciones.

También la poesía se nutrió de la Victoria de Samotracia en la figura del autor sueco Gunnar Ekelöf (1907-1968), quien hizo de la Nike una figura central en su poema “Samotracia”, escrito en 1941 y publicado en este año como “Paian” y en 1943 con su título original (en 1945 aparece de nuevo dentro de una colección de poemas titulados “Non Serviam”, no serviré). El poeta vio la escultura de Nike de Samotracia en el Louvre 1925, y escribió cuanto le impresionó en una carta a su madre. En el poema no solo describe la escultura, sino que interactúa con ella intensificando la experiencia de su contemplación. La divinidad sin rostro, los brazos extendidos como velas, se convierte en un símbolo de la próxima victoria contra el nazismo y de la lucha por la libertad largo de la historia: “¡Virgo, usted es nuestra victoria!”.

En el cine también encontramos una referencia a la belleza alada frente al viento en la proa de un barco, como símbolo de la victoria de la perseverancia y la libertad de su protagonista, en la afamada imagen de la película “Titanic” (1997, James Cameron). Otro gesto totalmente prescindible que inunda últimamente las redes sociales. Todo el mundo quiere fotografiarse emulando esta escena, aunque muy pocos sepan que Cameron utilizó a la Victoria de Samotracia como modelo.

Volviendo a la estatuaria, no deja de sorprender la cantidad de sitios donde encontrar a la Victoria de Samotracia. Por ejemplo, uno de los ejemplares más conocidos se encuentra en el Caesars Palace Casino en Las Vegas.

Esta otra imagen a tamaño real en yeso se encuentra en los EEUU en la Ohio State University Library Thompson’s en Columbus (Ohio). La segunda mayor Victoria de los EEUU, de 10 pies de alto, se sitúa en el Calvary Cemetery de Pittsburgh (Pennsylvania), el más grande de los cementerios de la Diócesis Católica Romana de Pittsburgh, pero no he podido encontrar una imagen. 

En Montevideo se encuentra una curiosa Victoria alada adosada a un edificio conocido como Castillo Pittamiglio, un palacete que perteneció al arquitecto, empresario y político uruguayo Humberto Pittamiglio, aunque desde el año 1996 pertenece a la Asociación de Promotores Privados de la Construcción del Uruguay. En este edificio se creó en el 2009, el Espacio Cultural Castillo Pittamiglio, con el fin de servir de centro de divulgación cultural de la ciudad.

Antes de abandonar América, aún encontramos otra curiosidad en torno a la Victoria de Samotracia en Buenos Aires (Argentina). Allí, en el barrio de Retiro, en torno a un patio donde se encuentra una réplica de la Niké alada en bronce, se concibe toda la arquitectura del complejo denominado Palacio Estrugamou, de 1924, un hito de la arquitectura señorial de la primera mitad del siglo XX en la ciudad de Buenos Aires.

Fue encargado por Alejandro Estrugamou (1855-1937), hijo de vascos-franceses y terrateniente en Venado Tuerto (al sur de Argentina), como un edificio de renta (como se llamaba en esos tiempos a los edificios residenciales de alquiler) de estilo francés (barroco y Segundo Imperio). Diseñado por los arquitectos Eduardo Sauze y August Huguier, consta de cuatro edificios alrededor del patio donde se encuentra la Victoria de Samotracia. Los elementos de construcción fueron importados de Francia y los pisos de roble de Eslovenia. El edificio de ocho plantas se inauguró en 1929. 

En España he encontrado unas cuantas Victorias de Samotracia, como la que se encuentra en una rotonda en el pueblo de Villanueva de la Torre, en Guadalajara, donde por cierto se celebra una curiosa festividad la última semana de mayo: Los triduos (tres días) de la Fiesta de la Virgen del Amor Hermoso, de origen desconocido, donde son las mujeres las que tienen cofradía con su nombre.

Otra Victoria se encuentra en un mirador en el pueblo leonés de Ponferrada, inaugurada en el año 2009, como “homenaje permanente, tranquilo y sin confrontación, a las víctimas de la intolerancia, la represión y la violencia, y a todos aquellos que nunca debieron perder la vida”.

En Madrid, podemos encontrar una miniatura de la Victoria de Samotracia en el interior del precioso Museo Sorolla. Es una obra de Pedro Gil encargada por Sorolla a su amigo en 1894.

En el municipio madrileño de Torrejón de Ardoz, se encuentra el Parque Europa, un parque municipal de más de 233.000 metros cuadrados de extensión, inaugurado en septiembre de 2010, en el que se pueden encontrar monumentos y obras asociadas a los distintos países que conforman la UE. Entre ellos se puede ver una tristísima y pobre copia de la Victoria de Samotracia.

También en la provincia de Madrid, en Leganés, presidiendo la Plaza del Laberinto, en el centro del nuevo barrio Leganés-Norte, se halla una más lograda reproducción de la Victoria de Samotracia, realizada en resina de poliéster endurecido (¡!). La plaza tiene traza de teatro griego, con gradas, foro y un espacio escénico para actuar. Lo que no tiene es el agrado de vecinos y visitantes, que consideran que el entorno está degradado y la estatua sufre continuos actos de vandalismo.

Aún tenemos más. En Bilbao se encuentra el Museo de Reproducciones, en pleno centro de la capital, en la restaurada Iglesia del Corazón de María. Este tipo de museos empezaron a funcionar a partir del siglo XIX, en las propias Academias de Bellas Artes. La de Bilbao abrió su primer museo en 1927 a instancias del poeta Manuel Ramírez Escudero, en los bajos de las Escuelas Berastegi. La primera de las exposiciones fue una colección de esculturas de arte clásico realizadas en escayola, algunas de las cuales tenían más de ochenta años de antigüedad y habían sido traídas de los Museos Vaticanos o del mismo Louvre. Hoy podemos admirar esta Victoria de Samotracia en uno de los lugares más privilegiados del museo bilbaíno.

Habrá en el mundo muchas más reproducciones de la Victoria de Samotracia. Curiosamente ninguna en la misma isla donde se descubrió, en cuyo Santuario de los Grandes Dioses, apenas quedan algunas columnas en pie y nada de su antigua grandiosidad.

Mientras, el Museo del Louvre, consciente de la popularidad que despierta el original que posee en su interior, ha debido de pensar que ya que se realizan tantas copias, bien se podría canalizar alguno de los beneficios que éstas puedan originar hacia sus propias arcas y restaurar con ellos la maltrecha “Victoria”. Apadrine un monumento.

AlmaLeonor

Las fuentes están todas reflejadas en los enlaces incluidos en el texto y en algunas de las fotografías. Faltaría señalar que la descripción de la Victoria de Samotracia está extraída, en su mayor parte de mis propios apuntes de Arqueología de la Licenciatura de Historia. Las dos imágenes iniciales son propias.