LA RUTA DE LOS PANTANOS

LA RUTA DE LOS PANTANOS

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La Montaña Palentina tiene muchísimo encanto. Ya sea verano, otoño, primavera o invierno, recorrer las carreteras que se internan en sus bosques, pueblos y picos, resulta una experiencia embelesadora que permanece tiempo en las retinas y en el corazón. Eso fue lo que me ocurrió a mí la primera vez que me acerqué a este maravilloso entorno más allá de la visita a algunas de sus localidades más grandes (como Aguilar de Campoo o Guardo, por ejemplo, por donde había pasado varias veces). Fue hace unos años cuando, en este mismo mes de septiembre, nos acercamos hasta Besande (entre Guardo, en Palencia y Boca de Huérgano, en León) para intentar ver o, al menos escuchar, que fue lo que al final únicamente logramos, la otoñal berrea del ciervo. Me encantó toda la zona. No sabría decir porqué, pero como a mí las montañas siempre me atraen con su imponente llamada de majestuosos poder, supongo que contemplar tan cerca los picos del Espiguete, Curavacas, Peña Prieta, Peña Quebrada, Pico Leznas y tantos otros, ya efectúa en mí su potente aquellarre y no puedo sustraerme a su belleza.

Solo ha sido la excursión de un día para explorar más la zona y planificar algunas posibles escapadas otoñales más a lo largo de octubre y noviembre, pero ha sido suficiente. La montaña palentina ya nos ha enganchado.

Fue en la antesala del otoño de este 2016, el 21 de septiembre, cuando a eso de las diez y media de la mañana salimos de Valladolid hacia Herrera de Pisuerga tomando la autovía de Castilla (E-80/A-62) dirección Palencia hasta que más allá de Dueñas nos incorporamos a la Autovía Cantabria-Meseta (A-67)  dirección Santander. A la altura de Herrera de Pisuerga hay que salir de la Autovía para tomar la carretera P-227 hacia Cervera de Pisuerga. Esta carretera cuenta con varias ermitas románicas que son merecedoras de una visita propia. Es la llamada ruta de la comarca Boedo-Ojeda. Hemos anotado algunas entre Moarves de Ojeda y Perazancas: San Juan Bautista de Moarves, San Pedro de Moarves, San Andrés del Arroyo, Santa Eulalia, Santa Cecilia, San Pelayo en Perazancas

Esta carretera ya da muestras de la belleza de la zona. Es como un adelanto de la magnificencia de la montaña palentina, que se muestra en todo su esplendor llegando a Cervera de Pisuerga. Nos habíamos propuesto llegar hasta Triollo y desde ahí comprobar la ruta, pero ya en Cervera (que cuenta con un área para ACs, un tanto raquítica, pero con toma de agua al menos, y al lado de una ruta a pie, la Senda del Oso, y también tiene Camping), hay indicaciones para no perderse LA RUTA DE LOS PANTANOS.

La Ruta de los Pantanos es fácilmente accesible en coche, aunque luego hay rutas para poder caminar, con diferentes trayectos de variada dificultad y longitud. En todo caso, hay tramos muy fáciles que pueden servir para un agradable paseo. Dejando atrás el Pantano de Ruesga, nos paramos en el mirador y aparcamiento situado en el kilómetro 15,5 de la carretera P-210, que va desde Cervera de Pisuerga a Velilla del río Carrión, justo en el inicio de la Ruta de los Pantanos), a unos dos kilómetros de la localidad de Santibañez de Resoba, donde los paisajes de montaña se vuelven ya impresionantes. Aquí se inicia una de estas rutas, la Senda del Gigante de Valle Estrecho, una ruta sin mucha dificultad que cuenta con su propia leyenda, como cuenta Javier Prieto Gallego en su blog “Siempre de Paso”.

Desde Cervera también puede tomarse la carretera CL-627 hacia Potes para llegar al Embalse de Requejada y visitar las localidades de Polentinos, Estalaya y San Salvador de Cantamuda. Este será uno de nuestros próximos recorridos. No habíamos pensado en ello, pero estando en el mirador un matrimonio que se paró a admirar el paisaje como nosotros, nos preguntó por esta última localidad, San Salvador de Cantamuda, que pensaban visitar, y ya nos quedamos con el nombre para una próxima visita. Además, en Estalaya puede hacerse una ruta para visitar el famoso “Roblón”, un roble impertérrito que ha resistido en este lugar, dicen, que más de 800 años.

De momento, nosotros seguimos hacia Triollo, siempre acompañados por todo el ganado bovino que se enseñorea de estos valles y a veces de sus carreteras. Siempre hay que tener cuidado porque se pueden encontrar en la carretera. Nosotros vimos alguna, aunque fácilmente esquivable, afortunadamente.

Desde Triollo nos dirigimos ya a visitar el Embalse de Camporredondo. La primera localidad a tener en cuenta es Alba de los Cardaños, donde el bonito Mirador de Alba, ofrece unas vistas inmejorables del pantano, la presa y el pueblo. Con un día tan luminoso como el que tuvimos, las vistas son aún más espectaculares. Aunque también hay que decir que pudimos comprobar cómo ha afectado a toda la zona la pertinaz sequía de los últimos meses (tal vez años). Las colas del pantano estaban totalmente secas, y la línea del embalse a la altura de Camporredondo había descendido muchos metros. Por todas partes se veían robles completamente secos (no con el inicio de su color otoñal, sino secos, muertos) y vegetación más propia del pleno verano que del inicio del otoño. Otro de los “males” de esta zona es que hay muy pocos lugares adaptados para poder parar aunque solo sea para admirar el entorno, o tomar unas fotografías. Si se quiere parar hay que hacerlo de forma precaria en alguna entrada de la carretera, entre vegetación y piedras y con muy poca seguridad para maniobrar, así que no paramos ni siquiera para poder fotografiar la presa de Camporredondo. Otero de Guardo y Velilla del Río Carrión, fueron las últimas localidades de la ruta.

Hemos tomado nota de algunas peculiaridades más, como por ejemplo que hay que visitar los pueblos abandonados de Valsurbio y Valcovero. También queremos volver otro día para llegar hasta Valverde de la Sierra, en las estribaciones del Espiguete y visitar la localidad de Cardaño de Arriba, a los pies del Curavacas. Quizá entrar en algunos de los pequeños pueblos que vamos dejando de lado, como Prioro

Pero una vez visto someramente todo esto, y ya en Velilla del Río Carrión, decidimos acercarnos hasta Boca de Huérgano, la entrada casi oficial a los Picos de Europa y que nos gusta mucho. No es la primera vez que llegamos hasta aquí aunque solo sea por tomar un café en el bar de la carretera, frente al Ayuntamiento. Se respira una inusitada tranquilidad y sosiego en este pueblo para estar al pie de la carretera, lo que le hace más apetecible para un paseo postrero al caer la tarde. Después emprenderemos el camino de vuelta, volviendo sobre nuestros pasos hasta llegar a Guardo y desde ahí tomar la CL-615 hasta enlazar la de nuevo la Autovía de Castilla poco antes de llegar a Palencia. Ha sido un día fantástico.

AlmaLeonor

Mas fotografías aquí, o pinchando en la imagen inferior, o visitando ALMA VIAJERA, en este mismo blog.

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