JACKSON POLLOCK Y LA GUERRA FRÍA
[…] El clima de la guerra fría explica también la importancia que alcanzaron en los EEUU los cultivadores de la llamada “sociología histórica”, que usaban modelos sociológicos esquemáticos para interpretar los hechos históricos. […] En 1949 el presidente de la ‘American Historical Association’ declaraba: “no nos podemos permitir no ser ortodoxos.”
[…] La actuación política y propagandística norteamericana se extendería también a Europa, donde se realizaba sobre todo a través del Congreso por la Libertad de la Cultura (CCF), una institución dirigida bajo mano por la CIA y dotada de recursos abundantes, procedentes del Plan Marshall (recursos que pasaban a menudo a través de fundaciones, reales o inventadas, para disimular su origen), que tenía en el patronato a personajes como Benedetto Croce (reemplazado a su muerte por Salvador de Madariaga), Jaspers, Maritain, etc.
[…] También la alta cultura experimentó los efectos de esta situación. Los pintores abandonaron el realismo comprometido del frente popular que quería hacer llegar el arte a las masas, en favor del expresionismo abstracto, y pasaron a usar un lenguaje que sólo entenderían las minorías intelectuales avanzadas. Hoy sabemos, además que la operación formó parte de las batallas culturales de la CIA. Un hombre como Nelson Rockefeller, presidente del MOMA de Nueva York, defendía el expresionismo abstracto como el arte de la libre empresa. Contaban, además, con una figura carismática, Jackson Pollock, nacido en Wyoming, que podía pasar por una especie de ‘cowboy,’ que no tenía influencias europeas ni había estudiado en Harvard y que, como buen artista auténticamente americano, era un gran bebedor.
Se hizo una campaña para difundir a estos pintores, consiguiendo que los museos americanos, en su mayor parte dependientes del patrocinio privado, los comprasen, y ayudasen a difundirlos por todo el mundo, en exposiciones o con préstamos (todo ello financiado por la CIA y con un amplio apoyo del MOMA). Un hombre como Alfred Barr, director del MOMA desde 1929 hasta 1943, convencía a Henry Luce para que cambiase la política editorial de ‘Time-Life ‘y no atacase al “nuevo arte”, porque era necesario protegerlo a fin de que no fuera criticado como en la URSS, ya que era “empresa artística libre”: En agosto de 1949 ‘Life’ dedicó las páginas centrales de la revista a Pollock. A algunos de los mejores artistas esta situación de revolucionarios pagados por la burguesía acabó desequilibrándolos (Franz Kline murió alcoholizado y Rothko se abrió las venas) pero otros, como Paul Burlin, aceptaban el juego y sostenían que “la pintura moderna es el baluarte de la expresión creativa individual, lejos de la izquierda política y de su hermana de sangre, la derecha”.
Josep Fontana, “La Historia de los Hombres” (2001)
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¡Gracias a ti! 🙂
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