LA MUJER Y LA ÓPERA EN EL SIGLO XIX

LA MUJER Y LA ÓPERA EN EL SIGLO XIX

Imagen: «Mujer de negro en la Opera» (1878), de Mary Cassatt
Imagen: «En la primera fila de la ópera» (1880), de William Holyoake.
Imagen: «En la Ópera», de Jean Béraud
Imagen: «En el Palco» (1879), de Mary Cassatt
Imagen: Mary Cassatt

Uno de los eventos públicos más aceptados por la sociedad decimonónica elegante fue la Opera. Muchos teatros y palacios de la opera se construyen en la primera mitad del siglo XIX y otros, más populares, subsisten con éxito entre el público menos pudiente. En mi obra VISIBLES. MUJERES Y ESPACIO PÚBLICO BURGUÉS EN EL SIGLO XIX, se hace un pequeño repaso a este tipo de espectáculos como vehículo importante de visibilidad femenina.

Imagen: «En las escaleras de la Opera» (1877), de Louis Beroud.

VISIBLES. MUJERES Y ESPACIO PÚBLICO BURGUÉS EN EL SIGLO XIX

En el siglo XIX los espectáculos son un lugar para el lucimiento y no solo del autor del libreto, de los músicos, o de los actores y cantantes sobre el escenario, también aparecer en los palcos era un objetivo clave de sociabilidad en estos lugares. «Sólo tres carreras pueden seguir las que visten faldas: o casarse, que carrera es, o el teatro…vamos, ser cómica que es un buen modo de vivir, o…no quiero nombrar lo otro. Figúreselo».[1]

Imagen: Maria Malibran (1808-1836), retrato de artista desconocido

Han cambiado mucho las cosas para las cómicas, las representaciones y la forma en la que se asiste al Teatro. Ahora es más culto y elitista en comparación con el público más popular que llenaba los Corrales de comedias del siglo XVII. No obstante, el recuerdo de aquellos establecimientos aún está presente en ciudades como en Valladolid, donde según Narciso Alonso Cortés (1875-1972), en 1807 nunca faltaba una compañía para ellos. En ese año, precisamente, llegó a actuar en Valladolid el tenor Manuel García, padre de la afamada María Felicia García, más conocida como la Malibrán, quien nacería en 1808 en París, hecho del que se lamenta el poeta: «¡lástima que no fuera un año antes, para llamarla vallisoletana!».[2]

Imagen: «Damas en el Palco», de Francisco Pradilla y Ortiz (1848-1921).

Por esos años, aún contaba el desaparecido Teatro de la Comedia de Valladolid con «la famosa “cazuela”… localidades en las cuales estaba prohibida la promiscuidad de sexos».[3] Carlos Cambronero hace mención también de la cazuela y de su especial división interna, como ya dijimos, un espacio restringido trastocado en eficiente atalaya:

La cazuela presenta en su vanguardia, en la que llaman delantera, una fila de mujeres, que son las que arrastran, por decirlo así, las miradas del público; de aquí viene que se ha puesto en uso que solo ocupen la delantera personas que no tiene por qué temer al público, mujeres que pueden ir por todas partes con su cara descubierta, señoras que no deben nada a nadie, y que son tan buenas como la más pintada […] las de atrás llaman a las de delante usías y señoronas; las delanteras llaman a las de atrás groseras y canallas; aquellas se quejan de que éstas apestan a almizcle; éstas se lamentan de que aquellas apesten a vino. Carlos Cambronero (1896).[4]

Imagen: «El palco», de Pierre Auguste Renoir.
Imagen: «Un palco en el teatro de los italianos» (1874), de Eva Gonzalès

El caso es que esta diferenciación por sexos tenía sus días contados, pues en 1837 se suprime la cazuela de las señoras.[5] En 1843, ya sin la norma de separación por sexos, en los palcos de las salas madrileñas[6] se podían ver señoras elegantemente vestidas acompañando a sus esposos. O lo que es lo mismo en estos momentos, a señores elegantemente vestidos, luciendo la compañía de sus esposas.

Mª del Pilar López Almena

[1] Pérez Galdós, Benito (1892), Tristana, Madrid, Imprenta de la Guirnalda, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, p.36. Réplica de la criada a la señorita Tristana cuando ésta le contaba que quería ser libre de contraer matrimonio.[2] Almuiña, Celso (1985), Valladolid en el siglo XIX, Valladolid, Ateneo de Valladolid, p.618.
[3] Rubio González, Lorenzo (1984), Solaces de un vallisoletano setentón: el Valladolid de 1830-1847 costumbres y tipos, de José Ortega Zapata (1895), Valladolid, Universidad de Valladolid, p.115.
[4] Cambronero, Carlos (1896), Crónicas del Tiempo de Isabel II, Madrid, La España Moderna, p.17.
[5] Zamora Vicente, Alonso (1999), «Las Mujeres en la Academia», en Alonso Zamora Vicente, Historia de la Real Academia Española, Madrid, Espasa Calpe, pp. 484-499., p.486.
[6] Rabaté, Colette (2007), ¿Eva o María?: Ser mujer en Época isabelina (1833-1868), Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, p.186.

VISIBLES. MUJERES Y ESPACIO PÚBLICO BURGUÉS EN EL SIGLO XIX

 

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