LA MUÑECA

Figuras en forma de muñecas, realizadas en materiales muy diversos (madera, piel, trapo, etc.) aparecen desde los primeros tiempos de la historia, pero no eran juguetes. La mayoría eran objetos mágicos o propiciatorios, elementos de una religiosidad que veía en la representación humana un vehículo de comunicación con los dioses. No obstante se han encontrado tumbas egipcias con enterramientos infantiles a los que se acompañaba de muñecas que parecen indicar objetos lúdicos muy antiguos. En todo caso, en todas las culturas y en todos los tiempos, las muñecas han acompañado juegos y oraciones votivas de toda la humanidad.
El siglo XIX es también el siglo del auge del juguete infantil y de la industria a la que se asocia. Desde muy temprano se fabrican muñecas articuladas e incluso con mecanismos que les permitían articular palabras (“mamá” y “papá”) o caminar. Pero lejos de ser un juguete inocente, la muñeca, que muchas niñas habrán recibido estos pasados reyes como un regalo deseado, fue un instrumento más para despertar en las niñas, futuras mujeres, el instinto maternal para el que, se decía, estaban predestinadas. A comienzos del siglo XIX las muñecas se vestían como una joven elegante y bella, como predestinando a las niñas a aspirar a esa excelencia futura. Pero hacia mitad de siglo no solo la moda vino a constituir un vehículo de adoctrinamiento femenino, la muñeca, ya en forma de bebé asexuado «se erige en instrumento privilegiado para la preparación a la maternidad». Las niñas jugaban a ser mamás.
AlmaLeonor_LP