LLEGANDO A LA LUNA

Durante mi estancia en la Luna, vi cosas nuevas y maravillosas que quiero contar. Primero no hay hembras sino machos, fanáticos del matrimonio masculino. Y las hembras ni siquiera saben el nombre. Hasta veinticinco años, cada una es una esposa, luego ella es un marido. No se preñan en el vientre sino en las pantorrillas de las piernas. Habiendo concebido el embrión, la pierna se engrosa y cuando llega el momento, hacen un corte y lo sacan como a un bebé, que exponen al viento con la boca abierta, y así lo viven. Y creo que de allí los griegos han tomado el nombre de ventregamba, que le dan a la ternera que queda embarazada en el vientre.
Pero contaré algo más maravilloso que esto. Hay una especie de hombres llamados Arborei, que nacen de esta manera: Cortan el testículo derecho de un hombre y lo plantan en el suelo, nace un árbol muy grande y carnoso, en forma de falo, con ramas y frondas, y para la fruta, bellotas del tamaño de un codo; cuando están maduras las recogen y sacan a los hombres de ellas. Tienen falsos genitales, algunos de marfil, los pobres de madera, y con ellos se mezclan y se divierten con sus niños. Cuando el hombre envejece, no muere, sino que como el humo, desaparece en el aire.
La comida para todos es la misma: encienden el fuego y en las ascuas asan ranas, de las cuales tienen una gran cantidad de moscas que vuelan por el aire; mientras cocinan el asado, sentados en círculo, como si estuvieran alrededor de una mesa, lamen Humo fragante. Y esta es su comida. Para beber, exprimen el aire en un cáliz y hacen que salga cierto licor como el rocío.
Ellos no orinan. El que es calvo y sin pelo está muy bien considerado. Los coronados están hechizados, por el contrario. En los Cometas, los que llevan el pelo se mantienen hermosos, como me dijeron algunos que habían estado allí. Su cabello está un poco por encima de la rodilla, no tienen uñas en los pies, pero solo un dedo. En la grupa de cada uno nace un brote, como una cola, siempre florido, que, incluso si uno cae en posición supina, no se rompe. Cuando se tocan la nariz, sale una manzana muy ácida y cuando se fatigan o hacen ejercicio con todo el cuerpo, sudan leche, de la que hacen queso con unas pocas gotas de licor de manzana. De las cebollas extraen un aceite espeso y fragante, como un ungüento. Tienen muchas viñas que producen agua. Las uvas tienen bayas grandes como el granizo y creo que, cuando un poco de viento y sacude esas vides, esas uvas se desgajan y el granizo cae entre nosotros.
Su vientre es como una bolsa de juegos, ponen todo en ese lugar, lo abren y lo cierran a voluntad, y no se ven tripas ni hígado, sino una cavidad peluda y aterciopelada, de modo que cuando los niños están fríos se aplanan dentro. Las túnicas que los ricos tienen son de vidrio muy fino, los pobres de cobre tejido. En el país es muy cobrizo y lo trabajan como lana rociando agua.
Sobre el tipo de ojos que tienen, tengo un poco de vergüenza decirlo, porque temo que me mientan, pero lo diré. Tienen los ojos dentro de cajones. Los que quieren se los quitan y los guardan dentro cuando no necesitan ver, luego los sacan de ahí y se los ponen para ver. Muchos habiendo perdido los suyos los tomaron prestados o los roban para poder ver y los ricos tienen sus provisiones de ojos guardadas. Las orejas son entonces frondas del árbol plano y las que brotan de las bellotas tienen madera.
Y otra maravilla que vi en el palacio. Un espejo muy grande se alza sobre un pozo no muy profundo: el que desciende al pozo oye todas las palabras que pronunciamos en la tierra y el que se mira en el espejo ve todas las ciudades y pueblos, como si los hubiera tenido ante ellos y yo vi todo lo mío y mi país, pero si me veían a mi, no podría averiguarlo.
Quien no crea todas estas cosas, si alguna vez viaja allí, sabrá que digo la verdad.
«Historia Verdadera» (siglo II d. C.)
Libro Primero.
Luciano de Samósata
La misión Apollo-11 partió hacia el espacio el 16 de julio de 1969, llegando a la superficie de la Luna un día como hoy, el 20 de julio. Al día siguiente, dos astronautas (Armstrong y Aldrin) caminaron sobre la superficie lunar dejando una huella indeleble del triunfo de la ciencia humana. Hay quien no ha creído nunca esta historia, ni ha querido ir hasta allí para verificarla, como dice el texto, y ha preferido, sin embargo, seguir pensando en conspiraciones inverosímiles y relatos fantásticos de viajes a la luna al estilo del que contó hace ya mucho tiempo (y no fue el primero) Luciano de Samósata, alguien quien decía de sí mismo que era un gran mentiroso al que no se debía creer: «Y, así, creo librarme de la acusación del público al reconocer yo mismo que no digo ni una verdad. Escribo, por tanto, sobre cosas que jamás vi, traté o aprendí de otros, que no existen en absoluto ni por principio pueden existir. Por ello, mis lectores no deberán prestarles fe alguna» (PliegoSuelto). Sobre Luciano y sobre otros fantásticos viajes a la luna, habló en mi libro LA MENTIRA Y LOS MENTIROSOS DE LA HISTORIA.