En la frase “no somos nada” fue donde empezó todo. Nada éramos en el preciso instante en el que nos besamos por primera vez, nada éramos cuando el tiempo nos pisaba los talones y nada éramos cuando nos dijimos por primera vez “¿cuándo volveremos a vernos?” Nada. No éramos nada tampoco la primera vez que te dolió saber que conocí a otro no éramos nada en la décima de segundo que te vi cenar con ella no éramos nada cuando volvimos a abrirnos en canal a ser conscientes de que nos queríamos y nada, nada, “no somos nada”. Nada desde el día que nos conocimos y nos contamos que el amor nos daba miedo. nada en la primera canción donde nos encontramos, nada en la última en la que nos echamos de menos, nada a la hora de bloquearnos nada en la cercanía, nada en los kilómetros, nada para los amigos, para la familia, nada para la paz y la tranquilidad para el miedo. Nunca fuimos nada. Ni siquiera en el momento en el que nos abrazamos como si lleváramos toda la vida esperándonos ni siquiera cuando perdimos ciertas mitades y nos cedimos el hombro el uno al otro para llorar. Nada. Cambiamos el significado a esa palabra porque nada no era lo correcto para nombrar ciertos algos. Porque no era nada lo que pasaba cuando temblábamos al volver a vernos. No era nada el por qué viniste a buscarme ni tampoco fue nada por lo que nos perdonamos. Nada fue el porqué volvimos y volvemos a intentarlo. Porque no sentíamos nada, no queríamos nada y porque nada está siendo el motivo Por el que seguimos aquí Nada. Una nada donde el amor se acuesta una nada donde el amor duerme una nada donde tú y yo llevamos enamorados desde la primera vez que dijimos que no éramos nada.
Responder a la pregunta «¿por qué escribo?» es fácil, pero no existe una manera rápida de hacerlo. Explicarlo puede resultar arduo. Dado que lo que yo compongo es, mayormente, ensayo histórico, es posible que alguien llegue a pensar que mi interés por escribir tenga alguna connotación diferente de quien escribe literatura, novela, relato o poesía. Creo que nada más lejos de la realidad. Todos escribimos con diferentes motivaciones, pero el fin último es comunicar(nos): Comunicar y comunicarnos. Es decir, transmitir a otros una idea, un pensamiento, un sentimiento, un interés, un recuerdo, una pasión, una enseñanza, un deseo, un sueño… Y, también, recibirlo de los demás. Lo que varía es el medio que cada uno utiliza para hacerlo.
Decía Aristóteles (Poética, siglo IV a. C.) que «la poesía es más filosófica y elevada que la historia, pues la poesía dice más bien lo general y la historia, lo particular». El sabio griego reconocía que tanto el que escribe historia como quien escribe poesía tratan, por lo general, los mismos temas. Sólo se diferencian en la forma de expresarlo, en cómo se presenta al público. Claro que, también, en la forma en la que ese público debe apreciarlo: de forma general, la poesía; de forma particular, la historia. Tal vez haya quien piense que la literatura, la novela, el relato o la poesía, contienen una personalísima motivación, un interés particular, una sentida introspección, una confesión abierta de las emociones y pesares de los autores… En definitiva, que incluyen un mayor grado de subjetividad de la que goza (tiene que ser así) el ensayo histórico. Pero lo cierto es que éste tampoco está libre de la influencia de la personalidad del historiador (tiene que ser así), por lo que es muy probable que los pensamientos y los intereses, los sentimientos y los pesares del historiador estén tan presentes en sus obras como los del escritor de literatura, poesía, novela o cuento.
Así que volvemos a preguntar: ¿por qué escribo yo como autora de ensayo histórico? Y la respuesta sigue siendo la misma: para comunicar(nos). Y ahora viene la larga explicación.
El lenguaje es el mayor logro de la cognición humana. Todos los resultados físicos y fisiológicos de la evolución anteriores al lenguaje, no nos hicieron tan humanos como sí lo hizo la palabra. A partir del momento en el que tuvimos la intención clara de comunicar(nos), los homínidos fuimos ya plenamente humanos. Antes no. Sí, evidentemente, el lenguaje escrito es más tardío que todo eso. Pero, hay historiadores y lingüistas que piensan en la existencia de una comunicación simbólica anterior incluso al lenguaje hablado: un gesto, una mirada, un movimiento corporal, un rasgo trazado toscamente en un madero o hueso, las huellas de manos marcadas en la pared de una cueva y otros tipos de representaciones figurativas (rayas, círculos, etc.), pudieron ser anteriores, o coetáneas, al nacimiento de la palabra hablada. Si debemos considerar eso escritura o no, es un largo debate al que ya se dedican otros, yo solo apuntaré que toda comunicación interpersonal consta tanto de palabras como de gestos, ¿por qué no considerar entonces esos gestos como un «complemento escrito» a la palabra? Escribimos siempre que hablamos.
La historia nos cuenta que la escritura pudo originarse alrededor del cuarto milenio a. C. en varios lugares al mismo tiempo: Mesopotamia, Egipto y en el medio y lejano Oriente. Con este nuevo logro humano los historiadores consignan el nacimiento de la Historia (todo lo anterior es Prehistoria o Protohistoria). La palabra escrita nos sitúa en un nuevo estadio de la evolución humana y, a partir de él, los avances históricos hasta nuestros días fueron inmensos y muy rápidos. Demasiado rápidos. Y entonces se hizo necesario conceder a la comunicación un nuevo rasgo, porque ya no solo se trataba de comunicar(nos), sino de que esa comunicación, ese mensaje, fuese permanente en el tiempo, que trascendiera el tiempo. Y también el espacio. Se necesitó entonces, no solo un mensaje que transmitir, sino también un soporte duradero sobre el que transmitirlo. Desde las iniciales tablillas de barro sumerias (no quiere decir que sean las más antiguas muestras de lenguaje escrito, solo son las más antiguas que hemos encontrado) hasta nuestros días, todo lenguaje escrito consta de esos mismos elementos: un mensaje y un soporte duradero sobre el que transmitirlo. Sigue siendo la idéntica necesidad humana de comunicar(nos), pero los pueblos, en su expansión numérica y territorial, vieron imprescindible hacerlo no solo con la palabra escrita (o con el gesto convencional), sino también con un medio duradero y universal.
Leí una vez que solo entendemos aquello que podemos expresar con palabras, que el lenguaje condiciona nuestra visión del mundo. El lenguaje ejercita esa magia en de cada uno de nosotros. Comunicar(nos) adquiere entonces una dimensión interpersonal que requiere de otros valores añadidos, como la tolerancia, la empatía, el ponerse en el lugar del otro, para que aquello que queremos transmitir llegue con toda la nitidez que el mensaje requiere. Y ese gesto también incluye un grado de sabiduría, de conocimiento, de aprendizaje incluso. Escribimos para enseñar, para explicar, para mostrar a otros lo que conocemos, para describir lo que nos gustaría que otros conozcan también, ya sea la materia propia de un ensayo, ya sea el mensaje envuelto en una historia novelada, un cuento, una poesía. Y quienes lo reciben aprecian esa función del lenguaje y la interiorizan como una labor intrínseca al hecho de comunicar(nos). Todo escrito muestra y enseña, difunde y educa (a los demás y a nosotros mismos como escritores) porque es algo inherente a la propia creación del lenguaje, tanto el hablado como el escrito.
Como seres sociales que somos, no podemos vivir sin comunicar a otros nuestras ideas, pensamientos, intenciones, deseos… En realidad, para comunicarnos todo eso y más entre iguales, para entablar un feed-back de información que puede, o no, ser apreciada por otros (eso no importa) pero que forma parte de la propia necesidad humana de hacerlo. No podemos comunicar sin comunicarnos.
Yo escribo, sobre todo historia, por la misma razón por la que lo hacían los que consignaron datos comerciales en aquellas antiguas tablillas sumerias (curiosamente, eran eso, no crónicas históricas, ni sesudos tratados de literatura, ni brillantes obras poéticas), para que permanezcan en el tiempo, como un legado personal de una forma particular de comunicar(nos). Yo escribo, también, para dar respuesta a esa función divulgativa que el propio lenguaje incluye en su idiosincrasia, como un ejercicio de revelación, de instrucción, de cultura, porque toda comunicación es una enseñanza, incluso para uno mismo. Finalmente, yo escribo como parte de un gesto atávico, ancestral, universal, genuino del ser humano. ¿Por qué escribo? porque siento como propia esa necesidad humana de comunicar(nos).
La ciudad, como tú mismo puedes ver, está ya demasiado agitada y no es capaz todavía de levantar la cabeza de las profundidades por la sangrienta sacudida. Se debilita en las plantas fructíferas de la tierra, en los rebaños de bueyes que pacen y en los partos infecundos de las mujeres. Además, la divinidad que produce la peste, precipitándose, aflige la ciudad. ¡Odiosa epidemia, bajo cuyos efectos está despoblada la morada Cadmea, mientras el negro Hades se enriquece entre suspiros y lamentos!
Ni yo ni estos jóvenes estamos sentados como suplicantes por considerarte igual a los dioses, pero sí el primero de los hombres en los sucesos de la vida y en las intervenciones de los dioses. Tú que, al llegar, liberaste la ciudad Cadmea del tributo que ofrecíamos a la cruel cantora y, además, sin haber visto nada más ni haber sido informado por nosotros, sino con la ayuda de un dios, se dice y se cree que enderezaste nuestra vida.
Pero ahora, ¡oh Edipo, el más sabio entre todos!, te imploramos todos los que estamos aquí como suplicantes que nos consigas alguna ayuda, bien sea tras oír el mensaje de algún dios, o bien lo conozcas de un mortal. Pues veo que son efectivos, sobre todo, los hechos llevados a cabo por los consejos de los que tienen experiencia. ¡Ea, oh el mejor de los mortales!, endereza la ciudad. ¡Ea!
26 de Junio. España. Fin de la obligatoriedad de llevar mascarilla en espacios abiertos y sin aglomeraciones. NO es el fin de la pandemia. ¡Oh, Edipo, rey, el mejor de los mortales, endereza la ciudad y condúcenos al éxito con los consejos de los que tienen experiencia. AlmaLeonor_LP
TERESA No mi Señor marido No va a hacerme hacer lo que usted quiere Soy feminista y no reconozco la autoridad del hombre Por lo demás, quiero obrar según me parezca Hace ya mucho que los hombres hacen lo que quieren Después de todo yo también quiero ir a combatir contra los enemigos Quiero ser soldado uno dos uno dos Quiero guerrear y no hacer hijos No mi Señor marido ya no me dirigirá más No porque usted me haya hecho la corte en Connecticut Deberé yo cocinarle en Zanzíbar
VOZ DEL MARIDO Dame panceta te digo que me des panceta
TERESA Ya lo ven sólo piensa en el amor Pero no dudes imbécil De que después de haber sido soldado quiero ser artista Perfecto, perfecto También quiero ser diputado abogado senador Ministro presidente de la cosa pública Y quiero ser médico físico o psíquico Hacer cagar de miedo a mi gusto a Europa y América Tener hijos cocinar ¡no! es demasiado Quiero ser matemática filósofa química Botones en los restaurantes pequeña telegrafista Y quiero si me place mantener todo el año A esa vieja bailarina que tiene tanto talento
VOZ DEL MARIDO Dame panceta te digo que me des panceta
TERESA Ya lo oyen sólo piensa en el amor Cómete los pies a la Sainte-Menehould Pero me parece que me está creciendo la barba Mi pecho se desprende
(Lanza un gran grito y entreabre su blusa, de donde saca sus tetas —una roja, la otra azul— y en cuanto las suelta, se vuelan —globos infantiles—, pero permanecen retenidos por dos piolines)
Vuelen pájaros de mi debilidad Etcétera Qué lindos son los encantos femeninos Realmente son bonitos Uno se los comería Pero basta de tonterías No nos dejemos llevar por la aeronáutica Siempre hay alguna ventaja en practicar la virtud El vicio después de todo es algo peligroso Por eso vale más sacrificar una belleza Que puede ser una ocasión de pecado Desembaracémonos de nuestras tetas
(Enciende un fósforo y hace explotar los globos)
Qué decir No sólo me crece la barba sino también el bigote A la miércoles Parezco un campo de trigo que espera la segadora mecánica Me siento viril de lo lindo Soy un semental De la cabeza a los pies Soy un toro ¿Me haré torero? Pero no echemos por tierra Mi porvenir de grandes días de héroe Esconde tus armas Y tú oh marido menos viril que yo Arma todo el lío Que quieras
EL MARIDO
(Entra con un gran ramo de flores, ve que ella no lo mira y arroja las flores en el salón)
Te digo que quiero panceta
TERESA Cómete los pies a la Sainte-Menehould
EL MARIDO Ah! pero no es mi mujer Teresa ¿Qué patán se puso su ropa? No cabe duda es un asesino la mató Teresa mi querida Teresa dónde estás A ti personaje vil que te disfrazaste de Teresa te voy a matar
(Pelean. Ella lo vence)
TERESA Tienes razón no soy más tu mujer Y sin embargo soy yo, Teresa …Pero Teresa que ya no es mujer Y cómo me convertí en un joven buen mozo De ahora en adelante voy a llevar un nombre de hombre: Tiresias
Las tetas de Tiresias (Les Mamelles de Tirésias) es una obra de teatro surrealista de Guillaume Apollinaire estrenada en el Teatro Renée-Maubel de París un día como hoy, 24 de junio, pero de 1917, dirigida por Pierre Albert-Birot, con música de Germaine Albert-Birot y escenografía y vestuario de Serge Férat. Max Jacob dirigió los coros. La portada del programa del estreno era un dibujo de Pablo Picasso.
El autor se inspiró en el mito del adivino tebano Tiresias, quien cambio de sexo al menos seis veces a lo largo de su vida según la mitología griega. Apollinaire realiza una actualización de tintes provocadores, feministas y antimilitaristas. Cuenta la historia de Teresa, que cambia de sexo para obtener el poder entre los hombres. Su objetivo es alterar las costumbres, rechazar el pasado y establecer la igualdad de sexos. El estreno de la obra, abundante en travestismos, juegos de palabras y salidas de tono, constituyó un escándalo además por sus alusiones pacifistas en plena Primera Guerra Mundial (en la que, sin embargo, Apollinaire había luchado y sido herido), que hacía sospechosa de pangermánica toda conducta de este tipo. Apollinaire subtituló la pieza “drama surrealista”, dando lugar a una designación que pasaría a ser la de uno de los movimientos artísticos y literarios más significativos del siglo XX (Fuente: Wikipedia ).
En la noche de los tiempos, una joven y bellísima princesa llamada Dulciades, hija del señor de un castillo, es raptada por Draskolín, un príncipe malvado y depravado hijo de Hastrano, señor de otro castillo vecino. El cruel príncipe da muerte al aya de la princesa que, antes de morir, pronuncia una maldición contra él. Con motivo de esa maldición el príncipe muere en una de sus frecuentes correrías y, como castigo, su padre encierra a la princesa en una mazmorra. Después ordena a la bruja Nasanta que prepare un veneno para matar a la princesa. Cuando se lo ha suministrado, se aparece el aya y empareda a la bruja, aunque no puede evitar que el bebedizo haga parte de su efecto. Sólo consigue que la princesa duerma en un estado letárgico hasta que, una vez al año cada Noche de San Juan, despierte. Esa noche aparece La Encantada, una delicada y bellísima joven de tez clara, peinando su larga y hermosa cabellera con un peine de oro, para regar y cuidar unas flores extrañas que sólo crecen allí. Otras versiones de leyenda añaden que, si la ves y te mira fijamente a los ojos, ocuparás su lugar.
A las doce de la noche del día 23 de junio, se celebra en toda España y en unos cuantos lugares mas, la Noche de San Juan, la noche más mágica del año, la noche del solsticio de verano. Una noche para purificar nuestras agonías en el fuego salvífico, pero tengan cuidado no se encuentren con La Encantada, y si la ven, no la miren directamente a los ojos, no sea que tengan que ocupar su lugar.
«En medio del invierno aprendí por fin que había en mí un verano invencible»
Retorno a Tipasa (1952), Albert Camus.
Musica «Retorno a Tipasa«, de Henri Tomasi, con la Orchestre Philharmonique et Chœur de l’Opéra de Marseille, director, Patrick Davin. Recita: Daniel Mesguich.
A las 5:32 horas de hoy 21 de junio, ha dado comienzo el VERANO en el hemisferio norte, la estación más calurosa del año, que este año durará hasta el 22 de septiembre, fecha del equinoccio de otoño.Para muchos es su estación deseada, para mi es un mal trago que hay que pasar cada año. Espero que sea indulgente.
«Digamos, pues, tomando la investigación desde el principio, que lo animado se distingue de lo inanimado por vivir. Y como la palabra ‘vivir’ hace referencia a múltiples operaciones, cabe decir de algo que vive aún en el caso de que solamente le corresponda alguna de ellas, por ejemplo, intelecto, sensación, movimiento y reposo locales, amén del movimiento entendido como alimentación, envejecimiento y desarrollo. De ahí que opinemos también que todas las plantas viven. Salta a la vista, en efecto, que poseen en sí mismas la potencia y principio, en cuya virtud crecen y menguan según direcciones contrarias: todos aquellos seres que se alimentan de manera continuada y que se mantienen viviendo indefinidamente hasta tanto son capaces de asimilar el alimento, no crecen, desde luego, hacia arriba sin crecer hacia abajo, sino que lo hacen en una y otra y todas las direcciones.»
Por fin llega el día de la Presentación Oficial de mi libro al público. Una presentación que se desarrollará mañana viernes a las 20.00 horas en la magnífica CASA DE ZORRILLA de Valladolid, arropada por Pedro Ojeda, Mª Ángeles Paniagua y Javier Arries, autor del Prólogo. La Casa de Zorrilla retransmitirá el evento en directo a través de su pagina de facebook y después pondré yo aquí el enlace al podcast.
Estoy especialmente agradecida a la Casa de Zorrilla, a Pedro Ojeda y a Mª Ángeles Paniagua por haber hecho posible este acto pese a todas las dificultades con las que nos encontramos todavía relacionadas con la COVID. La Casa de Zorrilla toma todas las medidas sanitaria posibles, incluida la obligatoriedad de usar mascarilla, el aforo limitado y la identificación de los presentes por si hubiese que comunicar algún contagio.
Una jornada inolvidable que, además, coincide con el primer día de la Feria del Libro de Valladolid, donde, al día siguiente, 5 de junio estaré presente también en la caseta de la Librería MAXTOR de Valladolid, que es la segunda vez que me ofrece su espacio para poder realizar firma de ejemplares. La Feria del Libro también ha tomado todas las medidas posibles para que sea un entorno seguro.
Así que se avecina un fin de semana bastante completito con un protagonismo especial para DE TOROS Y DIOSES.
Muchas gracias ❤
El directo de la jornada de ayer. Podéis verlo aquí :