ARTE CON DOBLE «INTENSIDAD»

ARTE CON DOBLE «INTENSIDAD»

Imagen: “El viejo pescador” (1902) de Tivadar Kosztka Csontváryque (1853-1919).

Hay veces que el arte nos sorprende no por lo maravilloso de su técnica o belleza, que también, sino por otras cosas que parecen ajenas a la simple realización de una obra como expresión de la más alta de las habilidades, la artística.

Por ejemplo hay un cuadro titulado El viejo pescador (1902) del artista expresionista húngaro Tivadar Kosztka Csontváryque (1853-1919), que es un tanto peculiar, y si nos fijamos un poco, nos dice que algo no encaja muy bien. Tal vez como su propio autor, un hombre acuciado por los arrebatos místicos (que fueron los que le dijeron que se dedicara a la pintura) y su creciente esquizofrenia. Autodidacta y viajero incansable (Dalmacia, Italia, Grecia, norte de África, Líbano, Palestina, Egipto, Siria…), pintó un centenar de obras y está considerado uno de los más importantes pintores húngaros. Pero su viejo pescador es inquietante.

Si se coloca un espejo justo en medio, se pueden ver dos versiones distintas del viejo pescador, una parece que está orando, como si fuese Dios omnipotente. Pero la otra… ¡es la representación del mismo demonio!

Son muchos los pintores y artistas, sobre todo del barroco, que experimentaron con técnicas novedosas como los trampantojos y las ilusiones ópticas. Uno de los más notables es, sin duda, el milanés Giuseppe Arcimboldo (1527-1593), conocido por sus representaciones manieristas del rostro humano a partir de flores, frutas, plantas, animales u objetos. Todos esos elementos juntos en un lienzo daban la apariencia de una cabeza humana, en una suerte de anamorfosis, una técnica que se dio en llamar “cabezas compuestas”.

Imagen: Arcimboldo. Superior: La estaciones (Primavera, Verano, Otoño, Invierno). Inferior: Los elementos (Aire, Tierra, Fuego, Agua).

La técnica de la anamorfosis por su parte, consiste en una deformación reversible de una imagen producida mediante un procedimiento óptico, por ejemplo, utilizando un espejo curvo, o a través de un procedimiento matemático. Es un efecto de perspectiva utilizado en la pintura para obligar al espectador a adquirir un determinado punto de vista preestablecido o privilegiado, desde el que el elemento cobra una forma proporcionada y clara. La anamorfosis fue un método descrito en los estudios del pintor italiano del Quattrocento Piero della Francesca (1415-1492), que también había sido geómetra y matemático, maestro de la perspectiva y de la geometría euclidiana, técnicas que puso en práctica en obras como La Anunciación (1469), del Políptico de San Antonio que se encuentra en la Galería Nacional de Umbría, en Perugia.

Imagen: «Los Embajadores» (1533) de Hans Holbein el Joven

Pero la pintura anamórfica más conocida y representativa de esta técnica es la llamada Los Embajadores (1533) de Hans Holbein el Joven (1497-1543), de la National Gallery de Londres. En esta obra aparece un raro objeto en primer plano que fue algo misterioso durante mucho tiempo. No fue hasta el siglo XX cuando el historiador del arte Jurgis Baltrusaitis descubrió que esta forma es lo que se llama frecuentemente “hueso de sepia”, una anamorfosis de un cráneo humano que se puede contemplar en su posición normal a través del reflejo que se muestra aplicando un espejo, o una sencilla cuchara, al objeto distorsionado.

Anamorfosis de «Los Embajadores»: El cráneo en la cuchara.

Además de por este detalle, la obra es una de las más importantes de la pintura por el contexto político y religioso imperante en 1533, reflejado en la pintura, de la que se pueden sacar lecturas a través de los personajes y objetos que se la componen. Es sumamente interesante y un ejercicio de vanidad, dicen los expertos. El cráneo anamórfico convierte el retrato de los embajadores en una reflexión sobre la fugacidad de los bienes terrenales

Porque el secreto de este cuadro, del que os he explicado las resonancias, los parentescos con los vanitas, de este cuadro fascinante de presentar, entre los dos personajes engalanados y fijos, todo lo que recuerda, en la perspectiva de la época, a la fatuidad de las artes y las ciencias, el secreto de este cuadro se desvela en el momento en que, alejándonos lentamente de él, poco a poco, hacia la izquierda, y después volvemos, vemos qué significa el mágico objeto flotante. Refleja nuestra propia nulidad en la figura de la cabeza de muerto. Uso, pues, de la dimensión geométrica de la visión para atrapar al sujeto, insinuación evidente del deseo que, por tanto, permanece enigmático.

Jacques Lacan, Le séminaire, livre XI

Retrato anamórfico de Carlos V en Valladolid.

En Valladolid existen dos retratos anamórficos muy interesantes: uno de Carlos V y otro de Isabel de Portugal. Se encuentran en la sacristía de la Real Iglesia Parroquial de San Miguel y San Julián, uno frente al otro, a ambos lados de su retablo, en trampantojo. A la izquierda el de Carlos V y a la derecha el de Isabel de Portugal, son conocidos como “los pescados” pues su forma distorsionada vista de frente así lo parecen. Los dos son del mismo tamaño (102 × 12 cm, más un marco de 3 cm de anchura) y presentan un orificio en el marco con una mirilla por el que al observar la imagen se elimina la distorsión y se muestran los retratos. . He tenido la oportunidad de contemplar estos cuadros anamórficos en un par de ocasiones y siempre sorprende que lo que el ojo ve resulte ser, en realidad, otra cosa.

«La Calavera» de Dalí.

El genial Salvador Dalí también realizó algunas obras anamórficas que se encuentran en el Museo de Figueras, como una calavera que para poder ser observada correctamente hay que hacerlo a través de un espejo curvo situado en el centro.

Dios Jano. Escultura en el Museo Vaticano.

La escultura también ha experimentado con este juego de dobles intenciones. Por ejemplo, en el museo Vaticano se encuentra una escultura del dios romano Jano, el de las dos caras, el dios del principio y del final, el perfecto símbolo de ambivalencia que también fue muy representado en las monedas, el ejemplo más claro de ese doble valor o significado, la cara y la cruz.

«El Hermafrodito durmiente» (Museo del Louvre)

Otra escultura que a mí, particularmente, me encanta, es El Hermafrodito Durmiente que se encuentra en el Museo del Louvre. Se trata de una obra en mármol de 1,69 m de largo de estilo griego, una copia romana de aproximadamente el 155 a. C., descubierta en la Iglesia de Santa Maria della Vittoria en Roma. Realizada a partir de un original helenístico en bronce del siglo II a. C., seguramente del escultor Policles el joven, fue restaurada en 1619 por David Larique y que se sitúa sobre un colchón en mármol de Carrara realizado por Gianlorenzo Bernini en el mismo año, a petición del Cardenal Borghese (formó parte de su colección hasta que se trasladó al museo parisino). La estatua parece representar por un lado, el ideal femenino de Venus y, por el otro, un Dioniso con sus atributos masculinos igualmente idealizado como adalid de belleza.

Imagen: “Mefistófeles y Margarita”

Pero la escultura dual que más me ha sorprendido y que ha motivado que realizara esta búsqueda de imágenes ambivalentes es una obra anónima tallada en un solo bloque de madera de sicomoro en el siglo XIX que lleva por título Mefistófeles y Margarita, los dos personajes de Fausto (1808 y 1832) de Johann Wolfgang von Goethe, y que se conserva en el Museo Salar Jung en India. Está situada frente a un espejo para poder observar ambos lados de la escultura, y pese a que los ojos no te engañan, parece absolutamente mentira que estés contemplando dos figuras en una sola.

AlmaLeonor_LP

4 respuestas a «ARTE CON DOBLE «INTENSIDAD»»

  1. Hay varios casos de estos, nos pasó al visitar en Toledo, el Museo del Greco, había un cuatro de la Virgen María, con título «Virgen de la buena Esperanza», después de volvernos varillas para el significodo del mismo, le preguntamos al responsable del museo por ello, como unaca contestación nos indicó un sitio concreto de la sala, desde allí se vehía la Virgen en estado.

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  2. ¡Pero qué maravilloso artículo, AlmaLeonor! ¡Cómo lo he disfrutado!
    Siempre me ha gustado el tema de los juegos visuales. Hace poco visité una exposición titulada «Trampantojo. El placer del engaño», donde, entre otros cuadros, incluían «Los embajadores» y obras de Arcimboldo. Incluían también juguetes ópticos predecesores del cine. Porque ¿qué mayor ilusión que la que nos aportan las películas, arte total e integrador por excelencia?
    Un cinéfilo abrazo.

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    1. ¡Hola Ana! 😀
      Cuanto me alegra que te haya gustado. Yo he disfrutado mucho leyendo cosas sobre los Trampantojos y los maravillosos juegos de luces y planos con los que nos deleitaron los pintores del barroco. Y como no ver en esos trucos un antecedente de la magia del cine, ¡claro! 😀 Me hubiese gustado asistir a esa exposición de la que hablas. No es un artículo exhaustivo, como ves no he profundizado mucho, no he hablado de Vermeer y como utilizaba la cámara oscura (precursora de la cámara fotográfica) para ofrecer máximo realismo a sus cuadros. Pero leer cosas sobre todo esto me entusiasmó durante unos días.
      Un saludo enorme Ana, a ver si nos podemos ver pronto.
      AlmaLeonor_LP

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