CARCASSONA Y ALREDEDORES (NOV-2021)

Cuando llega el otoño a nosotros nos entran más ganas de viajar que durante el verano. Las razones son muchas, pero la luz y los colores de los días otoñales, es la primera que esgrimimos. La segunda es que a partir de octubre (septiembre ya no) la masificación de los lugares más visitados desciende considerablemente.
Esta vez hemos viajado en noviembre, entre el 18 (jueves) y el 21 (domingo). Aunque ya no se puedan ver algunos de los espectáculos que se ofertan a los visitantes veraniegos, merece la pena pasear por algunos sitios en soledad, o casi. Uno de esos sitios en los que se agradece no encontrar tanta aglomeración de visitantes es la Cité de Cacassona (Francia), un lugar muy, muy, muy turístico que recibe mucha gente en todas las épocas del año, pero como en este mes de noviembre la mayoría de sus tiendas y restaurantes realizan un parón anual porque a partir del 3 de diciembre, cuando se inaugura la iluminación navideña, vuelve a contar con gran afluencia de público, pues hay menos gente. Claro que también es la época en la que se suelen celebrar eventos privados como alguno que nos encontramos y la filmación de una película, justo el último día, cuando ya nos marchábamos y quisimos despedirnos de la Cité, pues ya no se podía entrar por la Puerta Narbona porque se estaba llevando a cabo el rodaje. Nosotros decidimos ir en este mes y nos hemos encontrado con la Cité prácticamente vacía (con matices), unos días soleados (salvo algún momento de cielo cubierto) y unos enclaves que no conocíamos y que nos han encantado.
Además de la Cité de Carcassona, hemos paseado (brevemente, eso sí) por las calles de la población de Carcassona, hemos llegado hasta el Puente Viejo de piedra y, cruzándolo, nos situamos en la Ciudad Baja, la llamada Bastida de San Luís, el barrio cuadriculado de Carcassona que aún conserva algún vestigio de la bastida que mandó construir el rey santo para expulsar a los partidarios de los Trencavel de la Cité. Y también recorrimos algunos enclaves de los alrededores: Lagrasse, en el macizo de Les Corbières, un pueblo medieval que cuenta con dos abadías, una visitable y otra en la que aún viven monjes y no se puede visitar; la Abadía de Fontfroide, un antiguo monasterio hoy privado y con unos alrededores de ensueño; Montolieu, la ciudad del libro y de las artes, y con muchísimo encanto; Saissac y su castillo medieval, hoy en ruinas, que dominaba la Montagne Noire; y, finalmente, entrando por una carretera con paisajes que parecían sacados de un cuento de otoño, la Abadía de Villelongue, en realidad, los restos en ruina de la antigua abadía cisterciense a los que se ha adosado un hotel privado.
Han sido cuatro días maravillosos en los que hemos disfrutado de esta parte del Departamento del Aude en el momento adecuado. Al día siguiente, el día de salida del hotel, el lunes 22 de noviembre, la Cité amaneció preciosa con unos cielos azules clarísimos, pero se veían muchas nubes en el horizonte. Habíamos leído que esa semana llovería por la zona. Hicimos el viaje hasta España con cielo encapotado y algo de lluvia pero sin problemas. Sin embargo, al día siguiente, el 23 de noviembre y ya en Pamplona donde pasamos un día y medio más, nos enteramos que las lluvias caídas desde la tarde del lunes habían sido tan copiosas que la Abadía de Fontfroide tuvo que cerrar sus accesos y las playas de Gruissan (un pueblo cercano a Narbona y del que nos informamos por si nos daba tiempo a visitar), habían sido cubiertas por las aguas del mar embravecido. Y, por si no fuese suficiente, nevó en Valladolid y alrededores. Habíamos estado de viaje los días adecuados.
Lo primero que hay que tener en cuenta cuando se viaja en otoño, además de la posibilidad de lluvia y frío, es que los días son más cortos. Y más después de la fecha del cambio de hora, a finales de octubre, cuando a las seis de la tarde ya es casi noche cerrada. Nosotros contábamos con ello, por eso no planeamos muchos itinerarios de visita. Descartamos Lastours y Minerve porque ya los conocíamos y preparamos información de Béziers y Capestang (departamento de Hérault), así como de Narbona y Gruissan (departamento del Aude), por si acaso el tiempo en la costa fuese más atemperado. No hizo falta tomar esta alternativa. De lo que queríamos ver en los alrededores de Carcassona solo nos faltó llegar a la Abadía de Saint Hilaire y visitar alguna exclusa del Canal du Midi, pero es que los sitios a los que fuimos eran demasiado bonitos, requerían más tiempo que una simple visita rápida y, como digo, la noche se echaba pronto encima y no se podían apreciar bien ni los sitios ni los paisajes que los rodeaban, con los preciosos colores de los árboles en otoño, hayas, robles, encinas, y toda una variedad arbustiva que lucía esplendorosa por donde quiera que fuéramos. Lo que sí teníamos en mente, y así lo hicimos, era fotografiar la Cité por la noche. Mi cámara, simple y con modo “automático” casi siempre, no da para mucho en la noche y en sitios cerrados, pero mi marido se llevó el trípode para poder captar la «Cité la nuit» en todo su maravillosa grandiosidad. Y como no había gente (con matices, insisto), pues las tomas quedaron perfectas.
He apuntillado “con matices” a la afirmación de que no había gente en la Cité y tiene su explicación. Para nosotros esta ha sido la cuarta vez que la visitábamos (en meses distintos) y nunca la habíamos visto con tan poca gente, ni siquiera de noche. Pero eso si… ¡Había mucha gente! Al menos, mucha para un mes como noviembre en el que se ralentiza todo en la Cité para hacer un merecido descanso entre los meses de verano y la temporada de Navidad, las épocas de mayor afluencia de visitantes. Pero Carcassona recibe gente (y mucha) todo el año. La ciudad tiene aproximadamente una población (gentilicio carcassonnais) de algo menos de 48.000 habitantes, pero tanto la ciudad como el enclave de la Cité, reciben alrededor de tres millones de turistas al año procedentes de todas las partes del mundo. Así que, podemos afirmar que disfrutamos de unos días privilegiados en muchos sentidos.

Además, para esta ocasión, elegimos un hotel en lugar de utilizar la furgo para dormir. El Hotel Espace Cité en la esquina del 132 de Rue Trivalle, con un precio bastante aceptable, nos proporcionó un lugar confortable para dormir y desayunar, muy cerquita de la Cité, prácticamente delante de la Puerta Narbona. Además, contamos con la atención y amabilidad de los empleados del hotel que hicieron nuestra estancia mucho más agradable. Un diez en toda regla para este hotel, como también para el Restaurante la Rapiere (que también es hotel, en el 9 Montee Gaston Combeleran, y admite mascotas tanto en las habitaciones como en el restaurante), justo enfrente y que visitamos cada noche para cenar. Un menú exquisito, un ambiente relajante y acogedor y una atención amable, hicieron de nuestro primer viaje fuera de España desde la pandemia (nos pidieron en todas partes el certificado COVID, suficiente con el código QR del certificado de vacunación que llevábamos ambos tanto en el móvil como en papel), una fantástica experiencia. Repetiremos, sin duda.

En los próximos días más cosas sobre el viaje y, sobre todo, más fotos.
AlmaLeonor_LP
Continuará…
CARCASSONA Y ALREDEDORES (3)
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