LA ÚLTIMA CENA (JUEVES SANTO)

Para Baigent, Lincoln y Leigh, María Magdalena fue en realidad el Santo Grial del que hablaban las leyendas medievales. No era la copa con la que Jesús instauró la Eucaristía durante la Última Cena, ni aquella en la que José de Arimatea recogió la sangre de Jesús, sino ella, María, la depositaria de la sangre de Jesús, entendida esta como su descendencia. No se trataba del Santo Grial, sino de la sangre real, una sangre real que pasaría a los merovingios varios siglos después.
[…] Vayamos hasta Milán. Allí, en el convento de Santa María delle Grazie, se encuentra La Última Cena, una pintura mural que Da Vinci realizó entre 1495 y 1497. Como recordarán los que hayan leído la obra de Brown, hay algo extraño en el personaje que hay a la izquierda de Jesús. En teoría, se trata de Juan el Apóstol, siempre caracterizado como un joven imberbe y algo afeminado. Pero, si se fijan con atención, parece más bien una mujer. Así, según esta propuesta, se trataría en realidad de María Magdalena. ¿Pruebas? Circunstanciales, aunque curiosas: la inversión de colores (rojo y azul) entre este y Jesús, que vendría a representar que era su otra mitad; la ausencia del cáliz, lo que indicaría que el grial era otra cosa; la letra M que forman, tirando de imaginación, Jesús y la supuesta Magdalena; el collar de oro que luce en su cuello o, quizá lo más importante, la extraña postura de ese personaje, que parece apartarse de Jesús. Busquen cualquier otra representación artística de esta escena evangélica y podrán comprobar que, casi siempre, Juan aparece recostado sobre el pecho de Jesús, en clara alusión a la descripción de la Última Cena que aparece en el Evangelio de Juan: «Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba recostado al lado de Jesús» (13, 23). Juan suele ser representado así porque se considera que se trata del dichoso discípulo amado, pero ¿por qué en la versión de Da Vinci es justo lo contrario? ¿Acaso se trataba en realidad de María Magdalena? Como vemos, la relación entre nuestra protagonista, Juan y el misterioso discípulo es toda una constante en esta trama.
Oscar Fábrega Calahorro
«La Magdalena, verdades y mentiras»
Editorial Guante Blanco (2018)
Primero, ya estoy de vuelta. Lo que cuentas parece y es verdad.
Primero los judios comer y beber del plato y copa de otro, es pecado, por eso cada comensal tiene su plato y su copa.
Como buen judio no tener esposa era sinonimo de m…….., cosa que era pecado.
Estubo mucho tiempo, después se lo cargaron, un parrafo del Evangelio, no se de cual Evangelista, que decia: Los discípulos tenían envidia del discíplo que Jesús vesaba en la boca. No digo nada cada uno que piense lo que quiera.
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¡Hola Juan, bienvenido! Lo que cuento lo explica muy bien su autor, Oscar Fábrega, en el libro que menciono LA MAGDALENA. VERDADES Y MENTIRAS, que tuve el honor de prologar.
Un saludo.
AlmaLeonor.
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