MIDSOMMAR

MIDSOMMAR

Anteayer vi la película Midsommar (2019, Ari Aster), de la que había oído buenas críticas y tenía ganas de ver. Pues bien. No me convenció. Dejando a un lado una estupenda fotografía de Pawel Pogorzelskiy, una inquietante simetría en muchas escenas (y dualidades, como la ropa de la secta versus la de los visitantes) y, quizá, una notable actuación de Florence Pugh, Jack Reynor, William Jackson Harper y Will Poulter, la cinta no me sedujo nada. Es una película de terror, si, pero la lentitud con la que se toma las cosas su director, a mi parecer, lo hace flojear. O lo intensifica, segun algunas personas.

Pero a mi me recordó mucho a la película The Wicker Man (2006, Neil LaBute), en la que un, como siempre, sobreactuado Nicolas Cage, se ve envuento en un festival semejante para acabar de la misma manera, muerto en la hoguera, solo que, en lugar de embutido en el cuerpo de un oso, como en Midsommar, en un gigantesco muñeco de paja. Y esta del 2006 es un remake de otra británica, del más puro género de terror, dirigida en 1973 por Robin Hardy y cuyo guión está basado remotamente en la novela Ritual, de David Pinner.

El caso es que Wickerman se desarrolla dentro de un grupo sectario que habita una isla remota donde realizan sus crueles ritos y sacrificios alejados del mundo, pero Midsommar se basa en una celebración real, propia del folklore sueco. Y por eso me llamaba la atención.

El festival de Midsommar se celebra anualmente (y no cada 90 años como dicen en la película) en el mes de junio, como parte de las celebraciones del solsticio de verano. Son fiestas propiciatorias de buenas cosechas y fertilidad de la tierra. Concretamente, en Suecia se conmemora la víspera de San Juan, el 23 de junio (desde 1953 se ha trasladado al viernes y sábado comprendidos entre el 20 y el 26 de junio), y es una de las fiestas más importantes del país, casi más que la del día siguiente, San Juan.

En la película se celebra el culto Hårga con varios ritos, uno de los cuales también se realiza en el Midsommar. Se baila y se cantan canciones del folklore sueco alrededor de un palo alto, una cruz de mayo que en sueco se dice midsommarstång, decorado con flores y cintas de colores (generlamente amarillo y azul, los de su bandera), y las gentes visten los trajes típicos suecos. Es, también, un evento turístico de gran importancia.

Las coronas de flores que lucen las mujeres de la película (pero no la exagerada decoración floral de la protagonista), también son usadas en el festival sueco, sobre todo, por las mujeres. Esas coronas florales simbolizaban la buena suerte, una creencia ancestral que decía que las flores y hojas recogidas durante el Midsommar tenían propiedades mágicas. Por eso, guardaban esa corona hasta Navidad, cuando ya seca, se utilizaba en un baño purificador para retener la energía (conocía la historia de la corona de velas de Santa Lucía, que ya conté en HELICON, pero esta no). Hoy, esa costumbre se ha quedado como un rito menor, y las mujeres suelen guardar algunas hojas y flores de sus coronas para colocarlas debajo de la almohada. Se dice que con quien sueñes esa noche será la persona con quien se case. En la película, Maya, la muchacha pelirroja que anda detrás del protagonista, coloca una especie de talismán debajo de la cama del muchacho. Es un objeto mágico para atraerle sexualmente. Al final le consigue, pero me da a mi que no por un efecto mágico, sino por lo que le hacen beber.

El caso es que tanto ese como los demás ritos que se muestran en la película, surgen casi sin sentido, uno tras otro sin que parezca causar impresión alguna a los protagonistas, o no demasiada. La pareja que desaparece es la que se muestra más afectada por los suicidios iniciales, pero luego, los demás no se inmutan casi por nada. Solo ella, Dani Ardor (Florence Pugh) sufre cuando ve a su amado Christian Hughes (Jack Reynor) desnudo y tumbado encima de otra mujer (Maya) mientras un coro de desnudas señoras les jalean. Está tan afectada que grita y gime mientras un grupo de mujeres al más puro estilo plañideras de pueblo, la acompañan. Pero hasta sufrimiento parece irreal. Sobre todo porque se pasa toda la película lamentando el poco interés que su novio tiene por ella, en una suerte de relación casi tóxica y renegando de él al sentirse algo atraída por su amigo Pelle (Vilhelm Blomgren), un habitante de la colonia. Y, más aún, cuando sus sufrimientos anteriores no fueron ni parecidos: ni cuando se suicidan los ancianos, ni cuando desaparecen sus amigos.

Lo que parece que si sigue haciéndose hoy en día es beber alcohol. Dice la Wiki que durante el Midsommar se bebe y bebe hasta emborracharse. Eso en un país donde el alcohol está carísimo, debe ser todo un acontecimiento. Se consumen 80 millones de euros en alcohol. Y en la película lo que hacen es beber algún tipo de brebaje que les atonta, les adormece, les hace tener visiones y hasta les paraliza.

Total, que ni las razones filosóficas que aducen los dirigentes del lugar, ni las explicaciones que se obtienen de las supuestas escrituras (el Rubi Radr, que son borratajos de un demente interpretados por los dirigentes), ni las conversaciones con los lugareños, parecen explicar la total transformación de los amigos. Al menos los que acaban muertos en primer lugar, se muestran más coherentes y quieren irse. Los demás no. Siguen ahí pese a lo que están viendo y luego los dos supervivientes se “transforman”. Él acaba sucumbiendo al placer sexual que le ofrece la coqueta pelirroja (y no parece que todo se deba al brebaje) y ella, Dani, que parecía la más escéptica al principio, acaba aceptando no solo los rituales sino la propia idiosincrasia del pueblo. Y no se ve claro el motivo. Parece más bien, la captación de una secta, la anulación de la propia personalidad, el alejamiento de sus seres queridos, pero en este caso, a lo bestia, llevándoles a una muerte horrenda.

En Wickerman todo esto se entendía mejor, incluso se envolvía con una obsesión del protagonista (Cage) con un accidente de coche que había sufrido y la pérdida de su hija que desapareció a manos de su novia, a la sazón, miembro de esa secta y que, desde el principio, le engaña.

Las muertes de los cinco amigos (se salva Dani, o no, porque se intuye que se queda en la secta) se juntan al final en un macabro aquelarre en el que participan voluntariamente otros dos miembros de la secta (que junto a los dos suicidas iniciales forman los nueve sacrificios que la dice el ritual que se debe ofrecer). A propósito de estas muertes leo en el blog “La NetaNeta!” que las de los amigos visitantes tienen una explicación relacionada con los elementos: La muerte de Josh (después de que supuestamente desapareciera el libro sagrado) representa la Tierra y por eso su pierna aparece semienterrada en el huerto; La muerte de Mark representa el Fuego, dice la página, pese a que su desaparición y muerte no tiene que ver con él, y sí con el castigo por una infamia (orinar en el árbol sagrado) y solo se sabe que su rostro cubre la cara de uno de los habitantes y al final su cuerpo, relleno de heno, aparezca sobre una carretilla; La muerte de Connie representa el Agua, algo que solo podríamos intuir cuando se la ve al final, también sobre una carretilla y mostrando un cuerpo azulado, mojado y cubierto de algas, pero no se sabe cómo muere; La muerte de su novio Simon representa el Aire, algo que solo se puede adivinar por la forma en la que Christian le encuentra en uno de los edificios, colgado en el techo, en lo que es, quizá, la escena más terrible de la película (junto a la de las caras de los suicidas), porque, dice la web, está vivo cuando lo ve (yo no me fijé en ese detalle). Pero faltaría explicar el significado de los dos voluntarios finales, los suicidas del principio se supone que llegaron a los 72 años, el final de su vida.

Por cierto, que esta idea viene de lejos en los países nórdicos. El Ättestupa (término escandinavo para precipicio del clan) designa en Suecia, Noruega e Islandia a muchos precipicios y se relaciona con ciertos rituales senicidas de la prehistoria nórdica. Al parecer, los ancianos y aquellos que no podían valerse por sí mismos, se suicidaban arrojándose por un precipicio para evitar a la comunidad que tuviera que ocuparse de ellos. También se les “ayudaba” a suicidarse, como en la película, donde nadie les “empuja”, pero la vida en esa comunidad les obliga a obedecer semejantes leyes (y tal vez el brebaje que se toman también ayude). Existe una referencia clásica, se decía que los felices hiperbóreos del polo norte, disfrutaban de un clima tan sano que no morían, sino que eran arrojados por un precipicio al mar (Cayo Julio Solino, siglo III, autor del De mirabilibus mundi).

También se explica en esta web que “el director Ari Aster eligió el verdadero pueblo de Hårga debido a la leyenda sueca de Hårgalåten, en la que el diablo se disfraza de violinista y engaña a la gente de Hårga para que baile hasta la muerte”. Hårgalåten (significa la canción de Harga, y Harga es una ciudad sueca) es una canción popular que evoca una historia sucedida en 1785 y que publicó Johan Gabriel Lindstrom. Un grupo de jóvenes cayeron extenuados y algunos muertos después de bailar y bailar sin parar, llegando a ver en el violinista al mismísimo demonio. Hay varias historias relacionadas con bailes demoniacos, o danzas extenuantes, o gentes que se comportaban como endemoniadas moviéndose sin parar hasta caer muertos. Un día tengo que hablar de este curioso “baile de San Vito”. Pero aquí, en la película, se recrea la acción para elegir a la Reina de Mayo, la que más aguante bailando. Y resulta ser la protagonista, claro.

Lo cierto es que el director Ari Aster y el diseñador de producción Henrik Svennson, trabajaron juntos para reunir toda una serie de explicaciones sobre el culto Hårga, incluyendo el film desde las runas a las comidas comunitarias y la vida vinculada a la naturaleza. Visitaron varias Hälsingegårds, «granjas centenarias que normalmente tenían pinturas en las paredes», para los decorados e investigaron celebraciones de verano tanto del folclore sueco, como de otros lugares, como el alemán e inglés. Para las características de la comuna, Aster se fijó en la antroposofía y el movimiento teosófico de Rudolf Steiner. También excusó al festivas de Midsommar de la violencia y actividades de culto pagano que se muestran en la película. La suya es una película ficticia de terror.

Resumiendo. Una película muy luminosa, muy bien fotografiada, con unas actuaciones mejorables (no me acaba de convencer Florence Pugh, pese al auge que ha cogido últimamente), pero con una historia que ni se rinde al terror ni a la filosofía. Mezcla el paganismo y las sectas con tradiciones nórdicas como el Midsommar, el Hårgalåten y la Ättestupa, pero ni refleja el auténtico espíritu de todas ellas, ni se entienden bien los beneficios para la comunidad de esa obsesión por la muerte que muestran los lugareños. El Midsommar es hoy es un festival divertido que lleva a cientos de turistas a Suecia cada solsticio de verano.

AlmaLeonor_LP