AÑO NUEVO CHINO: CONEJO DE AGUA

AÑO NUEVO CHINO: CONEJO DE AGUA

Hoy, día 22 de enero, se inicia el Año Nuevo Chino, una fecha conocida también como Festival de la Primavera. Durante la noche anterior es cuando las comunidades chinas de todo el mundo dan cumplida celebración despidiendo el año viejo, en una suerte de rito festivo destinado a propiciar suerte y prosperidad en el nuevo año que entra. El origen de esta fiesta se remonta, dicen, al siglo XIV a. C., durante el gobierno de la dinastía Shang, cuando un monstruo llamado Nian (año, en chino), atacaba las aldeas al comienzo de cada año. Pero el monstruo tenía una debilidad, le daban miedo las luces brillantes y el color rojo y las gentes utilizaron estos elementos para ahuyentarle. Con el tiempo, esta leyenda dio paso a la celebración y puesto que el dragón es un símbolo chino de poder y buena fortuna, al inicio del año en toda China se elaboraba un títere de dragón largo, brillante y colorido con el que desfilar por las calles en una fiesta luminosa y multicolor.

El calendario chino es lunar y por eso su inicio no coincide con nuestro acordado 1 de enero solar. El horóscopo chino está basado en ese calendario y utilizan 28 constelaciones para sus predicciones. Un ciclo completo tarda 60 años en volver a iniciarse. Por ello no tiene nada que ver tampoco con nuestro conocido horóscopo de 12 signos zodiacales que dependen de nuestro día y mes de nacimiento, sino que se basa en el año. Los correspondientes a este signo son: 1927, 1939, 1951, 1963, 1975, 1987, 1999, 2011 y 2023.

En el horóscopo chino nuestra personalidad y destino viene determinada por una serie de animales que trasfieren a su pupilo de nacimiento sus características, forma de ser y suerte. Este Año Nuevo de 2023 está dedicado al CONEJO DE AGUA, un signo virtuoso, refinado, estético… Aquellos que nacieron bajo este signo serán los protagonistas y dependerá de ellos el futuro de los demás. Afectará especialmente a los nacidos en 1963, como es mi caso, al haber vivido un ciclo de sesenta años completo o “ben ming nian”, que significa «en esta vida» o «año propio». Así que, por alguna extraña y oriental razón, el de 2023 debe ser mi año de la responsabilidad y de la suerte. El año en el que cumpliré los 60. Me encomendaré a mi CONEJO DE AGUA DE LA SUERTE, cual Alicia, para que consiga guiarme por un camino tortuoso lleno de sorpresas ya sea agrandando mi espíritu, ya encogiendo mi desánimo.

En el horóscopo chino esa representación animal del año se completa con un elemento: metal, madera, agua, fuego o tierra. En este año es el AGUA. El AGUA YIN (bien), será el principal elemento del año. Este elemento representa sensibilidad, dedicación, conocimiento, intuición y lucidez. Es capaz de insuflar a los nacidos bajo este elemento la afición a la búsqueda de lo oculto, lo misterioso, lo alternativo, lo extraño. El AGUA representa un despertar intuitivo y místico que bebe de fuentes pasadas para inundar fértilmente el campo del presente eclosionando en frutos de futuro. Es un elemento dinamizador y evolutivo que ayuda en la adquisición de sabiduría y elevación del espíritu.

Pero hay que tener cuidado. El AGUA también puede tener un componente negativo (Yang), puede generar impureza de sentimientos, ansiedad, melancolía, hipocresía, intolerancia… Hay que estar siempre vigilantes de que no nos alcance su vertiente de negatividad.

Para ayudarnos en ese cometido, los colores propicios en este año 2023 son el amarillo, el rojo y el blanco. Si aún necesitamos un refuerzo, hay dos colores correctores, el azul y el verde. Y si todavía nos resulta poco, la piedra de chakra de este año es la FLUORITA ARCOIRIS, una piedra de fortalecimiento cuya composición química es el Fluoruro de Calcio (no me viene nada mal para mis rodillas). Con ella estabilizaremos nuestro aura y conseguiremos la fortaleza psicológica necesaria, además de inteligencia, memoria, creatividad, empatía y alegría. Y por si fuera poco, es una piedra propicia para los nacidos bajo el signo de LIBRA (el mío), entre otros.

El año que termina estuvo dominado por la fiereza y violencia del TIGRE, así que el CONEJO viene a suponer un cambio radical, presidido por la dulzura y la serenidad. Según los presagios chinos se presenta un año sobrio, de ritmo indolente, un año de descanso y tregua, donde los desafíos son intelectuales, no físicos. Es un tiempo para recargarse de sabiduría, curar heridas, recuperar el equilibrio interior y hacer planes de futuro…

¡Esto de los horóscopos me fascina…! ¿Qué año no intentamos hacer todo eso? Pero ahí están ellos, dándonos consejos que nos estimulan hasta que viene la vida con un revés y ¡zas! Nos da un zarpazo y ¡adiós conejo, adiós! Pero bueno, el mensaje para este signo de 2023 sigue diciendo que no mostremos excesiva tolerancia hacia las afrentas que podamos sufrir, sino que permanezcamos lúcidos y alertas para sortearlas o, en todo caso, recuperarnos enseguida de ellas. Lo dicho… Es lo que todos los años intentamos con ahínco los mortales.

Pero los gurús del horóscopo no se arredran. En este año, dicen, tendremos más posibilidades de ascender en la escala social. Aquellos que realmente lo desean, apuntillan. Ya saben eso de que quien realmente desea una cosa acaba cumpliéndose. Yo soy más del dicho ese de “ten cuidado con lo que deseas, puede hacerse realidad”. A veces da más miedo que se cumplan los deseos a que no lo hagan nunca. Pero este año del CONEJO se reconocerá nuestra labor, se dará crédito a nuestro esfuerzo, se premiará nuestro trabajo con un ascenso… Pero claro, sigue diciendo que para lograrlo tenemos que saber dominar los engranajes de la psicología humana y la retórica para hacer realidad todas nuestras aspiraciones. Ya sabía yo que el truco tenía que estar en algún sitio. Es como aquello de “fíate de la Virgen, pero échate a correr”.

No nos desanimemos. El año 2023, el año del CONEJO, es el año de la liquidación de la deuda espiritual. A ver si averiguo que es eso. Veamos… Dice que suele ser un periodo de observación e introspección. Vale. Puedo asumirlo, voy a cumplir sesenta años este 2023, tendré bastante perspectiva como para realizar ambos ejercicios.

El CONEJO DE AGUA revelará los momentos más favorables para encontrar las respuestas adecuadas a nuestra propia búsqueda personal de evolución. Suena bien. Pero… Si nuestro viaje espiritual es demasiado intenso, este mismo don de la relajación lepórida, puede jugarnos una mala pasada. Tal vez nos confiemos demasiado y nos echemos a dormir, como la liebre, pensando que la lenta tortuga nunca nos alcanzará. Estamos avisados. Y, además, los recuerdos dolorosos podrían llegar a ser más intensos y hacernos desistir de la lucha por alcanzar nuestras metas. Y también que los malos hábitos vuelvan a alcanzarnos. Nada, nada, mejor correr como liebres que relajarnos como CONEJOS DE AGUA.

La astrología china dice que este año 2023 existen todos esos riesgos, pero, afortunadamente, nos ofrecerá la oportunidad de reconducirnos. Menos mal. Solo hay que tener cuidado con cualquier exceso de imaginación y no abandonarse en los brazos de la melancolía… ¡Cómo si fuese tan fácil! Nos recomienda no ser derrotistas, no perder el tiempo en lamentaciones, no desanimarnos ante situaciones críticas… ¿Pero no habíamos quedado en que en este año no se darían?

Políticamente, nos dice el horóscopo que este año 2023 dominará el arte de la diplomacia y el compromiso, de los acuerdos y los pactos (permitanme que sea exceptica con esto), un soplo de aire fresco frente a las anteriores intolerancias y diatribas irreconciliables, dice. El CONEJO DE AGUA, curioso por naturaleza, aportará todas estas cualidades a una situación sociopolítica imperfecta y muy adversa. ¡Venga, no caeré en el desánimo! Gracias a este año benefactor, aún podremos tener esperanzas de encontrar un equilibrio mundial que mejore el bienestar general y no solo el personal.

En todo caso, este AÑO DEL CONEJO DE AGUA 2023, los nacidos bajo su signo disfrutarán de una suerte añadida, alegría de vivir, amor y planes de futuro, que alcanzará también a los que disfruten de un nacimiento en los años de la Cabra el Cerdo y de la Rata.

Y yo, cumpliré 60 años en octubre… ¡¡Manda conejos!!
AlmaLeonor_LP

¡¡FELIZ AÑO NUEVO CHINO 2023 DEL CONEJO DE AGUA!!

AÑO NUEVO

AÑO NUEVO

A primeros de enero de un año cualquiera,
con amores y nombres seleccionados,
con los huesos maduros a mitad de mi vida
me PROMETO solemne no sufrir demasiado.

Si me pegan, que peguen,
si me aciertan, me han dado,
y si pierdo en la Rifa,
será porque he jugado.

Me fastidian las penas,
me da alergia el enfado,
con el ceño fruncido
parezco un feto raro.
Año nuevo vida nueva
(¡Qué tópico más sano!)
Nueva luz ilumina
mi ascensor apagado
de subir a deshora
de estar comunicando,
de hacer la angustia en verso
de hacer el tonto en vano,
de sembrar mis insomnios
de tachuelas y clavos.

A mitad de mi vida
de par en par sonrisa y puerta abro,
—que no quiero acabar por los pasillos
con el corazón apolillado—.

PROMETO no volver
a ahogaros en mi llanto,
no volver a sufrir,
sin un motivo muy
justificado.

Gloria Fuertes

¡FELIZ AÑO NUEVO 2023!

No sufran mucho si no se han dado las circunstancias que hubiesen querido. No son los únicos a quienes les ha pasado y aún tienen 364 días por delante para hacerlas posible. Recuerden que ni el Ratoncito Pérez, ni Papa Noel, ni los Reyes Magos existen. Solo nosotros podemos hacer realidad nuestros sueños y hacer que se cumplan nuestros deseos. Mientras tanto, disfruten de la vida, que es oro, incienso y mirra. Nos vemos en las redes.

AlmaLeonor_LP

PERSONAJES NAVIDEÑOS: HOTEIOSHO

PERSONAJES NAVIDEÑOS: HOTEIOSHO

Hotei durmiendo sobre su saco lleno de tesoros. Atribuido al ceramista japonés Toyosuke (c. 1788-1858). 

Vamos con un nuevo personaje relacionado con la Navidad y las fiestas de Año Nuevo. Hoy, voy a hablar de uno vinculado con la felicidad y el reparto de regalos, en este caso la fortuna, que cobra protagonismo en Nochebuena. Me refiero a HOTEIOSHO, una especie de Papá Noel japonés que también reparte sus dádivas en estas fechas, aunque el 25 de diciembre como día del nacimiento de Jesús no es una festividad celebrada en el país nipón. Ni siquiera es un día festivo. Pero la Nochebuena sí y, como veremos, tiene unas connotaciones un tanto peculiares.

Para empezar el personaje se llama Hotei. El sufijoosho es una designación respetuosa para los monjes budistas en general, con el significado de “maestro”. Literalmente, significa “monje-maestro budista autodidacta”, así que el nombre con el que se conoce a este personaje, uno de ellos al menos, el de Hoteiosho, ya nos da una pista sobre su vida.

 Hotei de Kano Takanobu, periodo Edo (1616)

En Japón y en China Hotei (literalmente, “fardo de tela”, en el sentido de “ropa vieja”) también conocido como Maitreya, fue un monje budista zen envuelto en la leyenda. Se dice que pertenecía a la Dinastía Liang (907-923) y que fue muy conocido en todo el sudeste asiático, aunque no hay apenas datos de su vida, se conoce un solo texto budista que menciona un excéntrico monje que vagaba por los caminos con un saco de tela (Pu-tai, por lo que otro de sus nombres fue “maestro saco de tela” o Putai Hoshang). Así que la imaginación estaba servida, un hombre que visita pueblos y aldeas llevando consigo toda la filosofía zen y, además, un saco al hombro que contendría a saber qué (pero seguro que todo el mundo lo imaginaba como algo bueno), era demasiado goloso como para no escribir historias sobre él.

Los siete dioses de la fortuna. Hotei en el extremo inferior izquierdo.

Algunas veces se le retrataba como un sacerdote de la Dinastía Song (960-1279) llamado Pinyin o Keishi en japonés, donde aparece con más profusión relacionándolo con uno de los Siete dioses de la Fortuna, una serie de personajes míticos que beben de fuentes sintoístas, hinduistas, taoístas y budistas chinas, en origen, dioses del comercio, el mercado y el negocio, y que gradualmente se fueron convirtiendo en patronos de varias profesiones en Japón. Hotei sería el de la Prosperidad y no solo en cuanto a la fortuna monetaria, sino también en cuanto a tener muchos hijos varones. Y, además, el número siete goza de una gran veneración en Japón, ya que se le considera portador de buena suerte.

Según esta versión, el monje sería un personaje bonachón, alegre y amable que se ofrecía a transportar sobre sus hombros a mujeres y niños para cruzar los ríos. Una imagen muy parecida a nuestro San Cristóbal, por cierto, aunque él solo transportó al niño Jesús. Más tarde a Hotei llegaría a confundirsele con la representación del Buda Gautama gordo y sonriente (Piyin) y con el futuro Buda Maitreya, el Buda histórico, pero no tiene nada que ver con él. Sin embargo, el monje Hotei permanece en el budismo y en la cultura china como una manifestación del bodhisattva Maitreya.

El monje chino Hotei como una manifestación del bodhisattva Maitreya.

En todo caso, se afirma que Hotei alcanzó la iluminación un día de tormenta mientras se refugiaba bajo un puente. Y eso que dicen que sus predicciones meteorológicas eran infalibles, siempre adivinaba el tiempo que se avecinaba (hay muchas técnicas para eso, todos los labradores saben hacerlo) y ganó fama con esta habilidad. Si le veían ponerse «sandalias de agua», los lugareños ya sabían que se esperaban lluvias, y cuando se ponía su «calzado de madera», todos sabían que llegaba el buen tiempo. Pero el gusto de Hotei por el invierno lo atestigua otra de sus rarezas, se decía que dormía sobre la nieve. Sin embargo, se afirma también que nunca permitió que el agua rozase su cuerpo… ¿Cómo lo haría durmiendo sobre la nieve? ¿Cómo transportaría a mujeres y niños atravesando ríos? Cosas de las leyendas. Pero su característica principal era la gula. Se cuenta que comía carne en abundancia (y bastantes cosas más viendo sus dimensiones) y bebía vino, mucho vino, más del que era bueno para él, se llegó a decir. ¡Acabáramos! No se mostraba feliz y sonriente todo el tiempo, sino beodo. Y los niños y los borrachos siempre dicen la verdad. Tal vez en Japón no conociesen el dicho, pero Hotei lo debió confirmar.

Hoeti con un yapa mala en la mano.

El bonachón (y borrachín) de Hotei nunca hizo proselitismo, no necesitaba acólitos ni seguidores ni aceptó discípulos, ni quiso ser reconocido como un gran maestro. Lo suyo era hacer el bien mientras recorría los caminos predicando con la risa, a veces, hasta caer rodando con su gran corpachón (¡no es extrañar!). Y eso que reír no era tan sencillo, según Hotei. Se cuenta la anécdota de que un día, cerca de una aldea, se sentó tranquilamente para meditar debajo de un árbol, con los ojos cerrados. Un aldeano que lo vio le preguntó extrañado: «¿No te ríes ahora?». Hoeti abrió los ojos y le dijo: «Me estoy preparando». El campesino no entendió nada y le volvió a preguntar: «¿Qué significa que te estás preparando?» Y Hotei le respondió: «Tengo que prepararme para reír de nuevo. Por eso necesito descansar, tengo que viajar adentro de mi mundo, he de olvidarme de todo para volver a reír». No se si lo ven, pero parecen las razones que un borracho se ofrece a sí mismo para beber…

Su existencia no es pobre,
tiene más posesiones de las que imaginamos.
¿Cómo puede reír tan feliz?
No lo comparen con nadie;
su [aparente] frivolidad no es mundana.
Su alegría procede de sí mismo.

Fūgai Ekun (pintor y calígrafo zen)

Hotei sonriente con un lingote de oro y un ruyi o cetro chino.

Y así repartía la fortuna que cargaba en su saco sin fondo, unas veces llevado al hombro, otras, sujeto en una vara. Nunca se agotaba, él decía que llevaba dentro “el mundo entero”. También portaba una Yapa mala, una especie de pulsera de 108 cuentas esféricas de madera (similar al rosario cristiano o el tasbih musulmán), que el budismo utiliza para recitar mantras. La cantidad de bolitas no es un capricho, en el hinduismo el número 108 tiene una importancia mística. El dios Krisna tiene a su servicio 108 gopis (pastoras) y Visnú tiene 108 nombres principales (entre un total de mil), pero por si esto no fuese suficiente, para ellos es un dígito perfecto: tres cifras, múltiplo de tres, cuya suma de sus dígitos es igual a 9, que es tres veces tres. ¿Dónde quedó el número siete?

Figura de porcelana de Hotei.

Con esta popularidad ya establecida nuestro Hotei pasó a verse a menudo como objeto de adorno en muchas casas chinas y japonesas como portador de la fortuna. Se dice entonces que vivía en el monte Siming (como todos los demás personajes navideños, en un sitio alejado), en la región de Zhejiang, desde donde bajaba cada año con su saco para repartir regalos a los más desfavorecidos. Incluso hay quien afirma que se le veía hacer lo mismo después de su muerte. Que tampoco está claro cuando sucedió, pero que pudo suceder en el templo de Yuelin (Fenghua) en el año 916 (o 905), donde debió pasar los tres últimos años de su vida.

Hotei señalando la luna. Metropolitan Museum.

Las representaciones que nos ha llegado de Hotei son así, calvo, vestido con su amplia túnica que deja a la vista su enorme panza (en cierto modo y aunque no estrictamente en el budismo, un símbolo de prosperidad, dicha y felicidad según la mitología china, que sitúa el alma en la panza, por lo que una voluminosa barriga era considerada como un síntoma de persona de «gran corazón»), cargando con su saco y su Yapa Mala y casi siempre dormitando (o meditando, dicen, pero también es posible que beodo). Solo en algunas ocasiones se le muestra bailando o señalando a la luna, lo que a veces ha dado origen a mayor confusión con Maitreya.

Su dedo apunta a la luna,
pero el dedo no es la luna.
Si quieren conocer su corazón,
como la luna en el cielo.
En el cielo está Maitreya;
en la tierra está Hotei.
Permítanme preguntarles:
¿Son iguales o distintos?

Gesshū Sōko (1618-1696).

Otros objetos con los que se le representa son lingotes de oro, monedas, vasijas, un cetro ceremonial chino llamado ruyi, considerado como un talismán de «buena fortuna» y un abanico llamado uchiwa, utilizado por los nobles para mostrar a sus súbditos que sus peticiones iban a ser aprobadas.

Estatua dorada de Hotei en un templo zen en Kioto, el Mampuku-ji.

Con todos estos atributos, y con la fascinación que causa la cultura oriental en occidente, faltó poco para que en buena parte de Europa y Estados Unidos la figura del «Buda gordo» pasase a ser un mero elemento decorativo para atraer la buena fortuna, como demuestran las muchas huchas con su figura.

Para el Feng shui hay seis Budas-Hotei sonrientes (con diferentes posiciones) que representan la abundancia, la longevidad y la riqueza. Son: la felicidad, la salud, la fortuna monetaria, la suerte, la esperanza (para que se cumplan los deseos) y la protección para los viajes (para encontrar la iluminación).

Finalmente, a Hotei se le representa también rodeado de niños felices, por lo que se le suele equiparar con una suerte de japonés Papá Noel navideño. Así lo describía en el siglo XIX, William Griffis, en su obra Japanese Fairy World: Stories from the Wonder-Lore of Japan (1887): «Hotei es el patrón de la satisfacción y, por supuesto, es el padre de la felicidad. Los niños lo aman y siempre tiene algo para ellos en su saco [billetera]».

Botella de Sake Hotei de la colección LACMA. Imagen inferior: Dos teteras con forma de Hotei. Museo británico.

Su fama trascendió a Europa, como digo, fascinada desde el siglo XVIII por la cultura oriental, y se pueden encontrar representaciones curiosas de Hotei hasta en teteras inglesas. Pero una muestra más de su popularidad en occidente es que hasta Franz Kafka le menciona, aunque su descripción no es, precisamente, risueña, sino más bien, de pesadilla: 

«De entre los matorrales de la otra orilla, cuatro hombres desnudos avanzaron a grandes zancadas llevando sobre sus hombros una camilla de madera. Iba sentado en ella, según la moda oriental, un hombre monstruosamente gordo. Pese a lo estrecho del camino, no apartó en ningún momento las ramas espinosas, dejando simplemente que su cuerpo inmóvil las rebasara. Sus dobleces de grasa parecían tan estratégicamente colocadas que aunque cubrían por completo las andas, e incluso colgaban por debajo como el dobladillo de una alfombra amarillenta, no le impedían el paso. Su cabeza calva era pequeña y brillante. Su rostro tenía la expresión ingenua de un hombre tranquilo que no hace esfuerzos por ocultarlo. De vez en cuando, cerraba los ojos; al abrirlos de nuevo, su barbilla temblaba». Franz Kafka Description of a Struggle (1958).

El caso es que por su disposición a repartir regalos, su carisma entre los niños, su gran disposición a reir y contar historias y, sobre todo, por su relación con la buena fortuna y la prosperidad, Hotei-osho ha llegado a ser considerado un Papá Noel japonés en toda regla.

LA VARIANTE SANTA KUROHSU

Aunque desde el siglo XVI algunos monjes jesuitas intentaron llevar la Navidad a las islas, hoy no llega ni al 1% los japoneses que profesan el cristianismo. La cultura occidental en Japón entra con fuerza a partir de la Era Meiji (1868-1912), y a inicios del siglo XX, la publicidad de la Navidad cala con fuerza entre la población que empieza a colocar árboles de Navidad en las casas y se hacen regalos mutuos. Una de las costumbres navideñas que han transcendido es la de repartir tarjetas postales deseando felicidad y prosperidad, siendo Hotei-osho el personaje más recordado por las connotaciones que he descrito más arriba. Pero no es el único.

Tras la derrota japonesa en la Segunda Guerra Mundial, y con un país abatido, fue en un día de Navidad cuando en Tokio se vio caer desde el cielo un paracaídas con un soldado del ejército británico vestido de Santa Claus. Al llegar a tierra se dedicó a repartir dulces y regalos a los niños del lugar. Así, el día de Navidad quedó en el imaginario popular como el día “de repartir amor”.

Desde entonces era frecuente que algunos restaurantes japoneses ofrecieran comidas el día de Navidad con sus empleados vestidos de Papá Noel. También las calles se llenan de luces navideñas montando auténticos espectáculos visuales y suena profusamente (en comercios y casas particulares) música de la novena sinfonía de Beethoven. Es conocida como daiku, que significa “número nueve”, y en muchos lugares la Oda a la Alegría se canta en alemán en estas fechas. Se cuenta que fue cantada por primera vez en Japón en Navidad por prisioneros de guerra alemanes en la Primera Guerra Mundial y con los años se hizo cada vez más popular.

Una particularidad más, como es difícil encontrar pavo en estas fechas en Japón, una exitosa campaña de los años setenta (comenzó en 1974) llamada ¡Kentucky para Navidad! Kurisumasu ni wa kentakkii!), animó a muchos nipones a acudir en Nochebuena a cenar a un Kentucky Fried Chicken . Nace así un nuevo y popular Santa Kurohsu, con la imagen del popular Coronel Sanders de KFC, dispuesto a repartir regalos en Nochebuena.

También cobró fama un pastel navideño, un bizcocho amarillo o blanco decorado con fresas y nata montada, llamado Christmas Cake (emoji hortcake), muy al estilo estadounidense, para comerla en casa el día de Navidad. Y aunque el día 25 de diciembre es laborable (los colegios suelen cerrar desde el 23 de diciembre), muchas parejas se intercambian regalos este día como un detalle romántico antes de acabar el año. Porque la verdadera fiesta en Japón es la celebración del Año Nuevo japonés (Shōgatsu), cuando las familias se reúnen en torno a una comida especial, oran y envían tarjetas de felicitación. El Año Nuevo se celebra durante cinco días desde el 31 de diciembre hasta el 4 de enero y es un momento muy festivo.

Por supuesto, toda celebración tiene un solo propósito, que es de compartir la felicidad con nuestros vecinos, familiares y amigos y esto, en estas fechas, se hace al son de unas palabras universales, un ¡Feliz Navidad!, que significan en todo caso “te deseo Felicidad”… y que en japonés vendría a ser algo así como

¡¡Omedeto Gozaimasu!!

¡¡FELIZ ENTRADA DE AÑO NUEVO 2022!!

¡¡FELIZ ENTRADA DE AÑO NUEVO 2022!!

Pues si toca hacer balance de un año raruno, que me temo pasará a la historia como el del medio de tres años rarunos (2020-2021-2022), para mí ha sido el año del TORO. Empezó cuando en China se declaraba el AÑO DEL BUEY (desde el 12 de febrero de 2021 hasta 31 de enero de 2022). Pero es que hay más:

En este año salió a la venta mi libro DE TOROS Y DIOSES, de la Editorial Guante Blanco, de la mano de Óscar Fábrega Calahorro, un libro en el que puse muchísima ilusión y con el que tuve la suerte de contar con el gran Javier Arries en el Prólogo. Eterno agradecimiento a ambos, a la editorial Guante Blanco y a toda la gente que se hizo con él. ¡¡De corazón, GRACIAS!!

Pero también ha sido el año del durmimiento de mi MIKI, (si para la Virgen María se utiliza ese término, con más motivo para mi Miki), mi querido BULLdog francés que permanecerá siempre en nuestro recuerdo y en nuestros corazones. Este siempre será su año. ¡¡Con todo mi amor para MIKI!!

Y, en fin, que ha sido un 2021 que tuvimos que coger por los CUERNOS, que nos embistió como un MIURA y que nos deja casi sin una MULETA para seguir TOREANDO lo que se nos avecina en el nuevo año que entra. Pero también, mal que bien, o más a unos que a otros, nos ha dado FUERZA, BRAVURA Y NOBLEZA, las cualidades que se le otorgaban al toro en la antigüedad, para afrontar una enfermedad terrible. Y no me refiero ahora solo al dichoso COVID, que también tuvo lo suyo, sino también a las EMBESTIDAS de una parte de la sociedad en la que vivimos, que se ha quitado la careta y nos ha mostrado su peor faz. Afortunadamente, siempre, siempre, hay gente con la que podemos contar y estos dos años anteriores nos han enseñado que la distancia es solo una palabra, porque aun estando lejos, aislados, confinados o enfermos, ellos, ellas, ell@s, estaban ahí. ¡¡GRACIAS por tanto a TODOS!!

Al toro también se le relacionaba con la FERTILIDAD en muchas culturas, y ese es mi deseo para todos en este nuevo año 2022. No me refiero solo a nacimientos, que los habrá y serán motivos de felicidad, sino a la materialización de una VIDA FÉRTIL en todos los sentidos, en todos los que cada uno quiera darle. Pero, por favor, sobre todo, cuidaros muchísimo.
AlmaLeonor_LP

¡¡FELIZ ENTRADA DE AÑO NUEVO 2022!!

FABULA DEL ORO Y LAS RATAS

FABULA DEL ORO Y LAS RATAS

25 DE ENERO 2020: AÑO DE LA RATA

Hace muchos años vivía en la India un rico comerciante de telas.  Vendía unos tejidos tan suaves y primorosos que eran reclamados por las damas más importantes del país y, por tanto, se veía obligado a viajar a menudo.

Su hogar era grande y seguro, pero el hombre estaba un poco preocupado. Se rumoreaba que últimamente había ladrones merodeando por el vecindario y se sentía intranquilo ¿Y si entraban a robarle durante su ausencia? Antes de partir, se acercó a casa de su mejor amigo para pedirle un gran favor.

– Amigo, como sabes, tengo que irme y temo que los ladrones asalten mi casa y roben mi caja de monedas de oro ¡Son todos los ahorros que tengo! Vengo a pedirte que la guardes tú porque eres la persona en quien más confío.

– ¡Por supuesto! Vete tranquilo que yo la mantendré a buen recaudo hasta que vuelvas.

El comerciante se fue de viaje hizo sus negocios y una semana después regresó al pueblo. Lo primero que hizo fue pasarse por casa de su amigo.

– ¡Hola! Acabo de llegar y vengo a recoger la caja de monedas.

– ¡Bienvenido! Me alegro de verte pero… me temo que tengo malas noticias para ti – dijo con tono

– ¿Cómo? ¿Qué pasa? ¿Algo no ha ido bien?…

– Pues la verdad es que no… Guardé las monedas que me diste dentro de un cofre cerrado con llave, pero vinieron las ratas, lo agujerearon… ¡y se comieron el oro!

Evidentemente, el comerciante no creyó semejante estupidez y supo que le estaba engañando para quedarse con su dinero. Puso cara de pena y fingió que se había tragado el cuento.

– Oh, no… ¡Qué horror! – dijo llorando y tapándose la cara – ¡Esto es mi ruina! Toda una vida trabajando para nada… Pero no te preocupes, sé que la culpa no es tuya sino de esas malditas ratas.

El amigo escuchaba sus lamentos en silencio y con cara de circunstancias. El comerciante continuó hablando.

– En fin… ¡Ya veré cómo consigo salir de esta desgracia!… A pesar de todo, quiero agradecerte el favor que me has hecho y mañana voy a preparar un rico asado. Me gustaría invitarte a comer ¿Te parece bien a la una?

El amigo aceptó  encantado y, con una sonrisilla maliciosa, se despidió pensando que ahora el rico era él ¡La jugada había sido perfecta!

Pero el comerciante, que de tonto no tenía un pelo,  no tomó el camino a su casa sino que a escondidas, entró en el  establo del estafador y se llevó su caballo. Al llegar a su casa, lo ocultó, dispuesto a darle una buena lección.

 Al día siguiente, tal y como esperaba, llamaron a la puerta. Era su amigo.

– Bienvenido a mi casa ¡La comida ya está lista! Pero… ¿Qué te sucede? Pareces muy disgustado…

– Sí, así es. Anoche alguien entró en el establo y robó mi caballo. Era un corcel de pura raza, el mejor que había en toda la comarca ¡Su valor es incalculable!

– A lo mejor – respondió el comerciante pensativo – se lo ha llevado la lechuza.

– ¿La lechuza?…

– ¡Sí, la lechuza! – repitió tratando de resultar creíble –Anoche me asomé a la ventana y con mis propios ojos, vi una lechuza que volaba cerca de las nubes, transportando un caballo entre sus patas.

– ¡Bobadas! ¿Cómo una pequeña lechuza va a sujetar un enorme caballo? ¡Eso es imposible!

– No… ¡Sí que es posible! Si las ratas comen oro ¿Por qué te resulta extraño que las lechuzas puedan sujetar caballos en el aire?

El amigo captó la indirecta. Se dio cuenta de que el comerciante había pillado la mentira de las ratas y pretendía  avergonzarle. Colorado como un tomate,  lo confesó todo y prometió devolverle las monedas. El comerciante, que era un hombre bueno y noble, le perdonó y le sirvió un plato de jugosa carne y un vaso de vino. Después, fue al establo a por el caballo de su amigo y cada uno se quedó con lo que era suyo.

Moralejasi tratas de engañar a alguien, es posible que al final te engañen a ti. Nunca hagas a los demás lo que no te gusta que te hagan.

Adaptación de CRISTINA RODRÍGUEZ LOMBA

Hoy, 25 de enero, da comienzo el Año Nuevo Chino, el año de la Rata. Para los que tengan este signo en su zodiaco, 2020 será el año de los negocios, un «muy buen año laboral y económico». ¡Que así sea para todos! 

 

EL AGUA NUEVA DE NAVARRA

EL AGUA NUEVA DE NAVARRA

Imagen: Fuente en el Parque de la Taconera (Pamplona)

Cada pueblo tiene sus propias tradiciones navideñas, como la Misa del Gallo en Nochebuena, o tradiciones foráneas que ha hecho propias, como el Árbol de Navidad, o ya puestos, la instalación del Belén en los hogares, una costumbre que parece que se inició en Italia y que en el siglo XVII, ya extendida por toda Europa, llega a España para convertirse en una tradición incluso institucional, pues todos los Ayuntamientos españoles construyen el suyo en la plaza principal, con más o menos fortuna (como ha ocurrido este año con el controvertido Belén del Ayuntamiento de Barcelona).

Hay algunas tradiciones navideñas locales muy arraigadas que no se han olvidado y se siguen practicando desde tiempos casi inmemoriales. Por ejemplo, el Tió de Nadal, el popular Cagatió catalán, relacionado con el Árbol de Navidad, pues se refiere a un tronco leñoso al que hay que darle de comer y taparle para que no tenga frío y que en la noche del 24 de diciembre, “caga” regalos si se le atiza. En otras comunidades españolas se celebra también con nombres parecidos como la Tronca de Nadal (Aragón), Tizón do Nadal (Galicia), e incluso en regiones francesas, como en Occitania, donde se celebra el Soc de Nadal (Cachafuòc). El Olentzero, originario de Lesaca (Navarra), es un personaje muy popular de la tradición navideña vasca. Es un carbonero gordinflón y borrachuzo (por su nariz coloreada), que trae los regalos el día de Navidad en el País Vasco y Navarra (también se conoce en la zona del País Vasco francés), y cuya celebración es antiquísima, probablemente anterior al cristianismo, como ofrenda invernal. En algunas zonas de Asturias y Cantabria existe un personaje parecido, el Esteru, un leñador, repartidor de regalos.  Y, en fin, existen otros muchos personajes navideños, algunos no tan bonachones, que pululan por los hogares de buena parte de Europa durante estas fechas y que ya traté en HELICON en un artículo anterior, LOS MONSTRUOS DE LA NAVIDAD .

Pero el final del año, celebración implícita también en las festividades navideñas, también tiene sus propias costumbres y tradiciones, como por ejemplo la de comer Doce Uvas, una por cada campanada que marca el final del año (o por cada uno de los meses del año, que no está claro). Es una costumbre que se celebra en España desde finales del siglo XIX y que pudo ser patria, aunque también parece que se importó del vecino país galo. En todo caso, desde España se exportó a muchos lugares de habla hispana.

Pero existen otra serie de tradiciones más locales que aún hoy se conservan y que merece la pena que no se olviden. Una de ellas es la del Agua Nueva de Navarra.

La última noche del año, el 31 de diciembre, en la población de Urdiain (Navrra),  se lleva a cabo una ceremonia curiosa que consiste en recoger agua de las fuentes del pueblo justo tras la última campanada de fin de año, el agua nueva del año. Una vez hecho esto los vecinos se la ofrecen a los que no han podido recogerla como gesto de buena voluntad del año y que, normalmente, es recompensado con un pequeño presente como aguinaldo. Este recorrido vecinal solía acompañarse de una cancioncilla, “Ur goiena, ur barrena”, que tiene un significado curioso, pues se refiere al agua en todos sus sentidos, la que cae del cielo en forma de lluvia (ur goiena) y la que se encuentra en el interior de la tierra y mana por las fuentes (ur barrena). Es una invocación a toda el agua para empezar el año, pero “ur” tiene un significado mayor en euskera y pude referirse a toda la “materia viva” de la naturaleza: la lluvia, la nieve, la madera, los huesos… e, incluso, el transcurso mismo del año, el nuevo ciclo vital de Ama Lur, la madre naturaleza.  La vida.

La cancioncilla puede tener muchas variaciones en su letra, José Mª Satrústegui recoge unas cuantas, pero un ejemplo podía ser este:

Esta costumbre está localizada en navarra y se celebra también en los valles de Baztán, Basaburúa, Imoz, Larráun, Burundi y Araquil. Pero en Agurain (Álava) se celebra un rito parecido, el “Gabonzar Ura” (Agua de Navidad), por el que en Nochevieja se arrojaba por la ventana el agua que existía en las jarras de la casa, el agua vieja, para en el amanecer del Año Nuevo, ir a recoger el agua nueva de las fuentes. El rito ha ido completándose con recogida de alimentos, pero la tradición manda que sea el agua el que se renueva con el primer minuto del año nuevo.

Así que celebremos el nuevo año, por ejemplo, con agua nueva.

 

 

¡¡FELIZ AÑO NUEVO 2019!!

¡¡FELIZ AÑO NUEVO 2019!!

Defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos…

Defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar…

                 …y también de la alegría.
Mario Benedetti.

¡Por un año en el que solo nos tengamos que preocupar de una cosa… de defender la alegría!
AlmaLeonor_LP

 

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