EL FÉNIX Y LA INMORTALIDAD
Rosa M. Serrano.
“Otra ave sagrada hay allí que sólo he visto en pintura, cuyo nombre es el de FÉNIX. Raras son, en efecto, las veces que se deja ver, y tan de tarde en tarde, que según los de Heliópolis sólo viene al Egipto cada quinientos años a saber cuándo fallece su padre. Si en su tamaño y conformación es tal como la describen, su mote y figura son muy parecidas a las del águila, y sus plumas en parte doradas, en parte de color de carmesí. Tales son los prodigios que de ella nos cuentan, que aunque para mi poco dignos de fe, no omitiré el referirlos. Para trasladar el cadáver de su padre desde la Arabia al templo del Sol, se vale de la siguiente maniobra: forma ante todo un huevo sólido de mirra, tan grande cuanto sus fuerzas alcancen para llevarlo, probando su peso después de formado para experimentar si es con ellas compatible; va después vaciándolo hasta abrir un hueco donde pueda encerrar el cadáver de su padre; el cual ajusta con otra porción de mirra y atesta de ella la concavidad, hasta que el peso del huevo preñado con el cadáver iguale al que cuando sólido tenía; cierra después la abertura, carga con su huevo, y lo lleva al templo del Sol en Egipto. He aquí, sea lo que fuere, lo que de aquel pájaro refieren.”
Heródoto
(Los Nueve Libros de la Historia. Libro II, Cap. LXXIII)
Bennu (Egipto)
El Ave Fénix era un ser mitológico cuyo rastro puede encontrarse en muchas culturas, desde la egipcia (Bennu, una garza real y a veces como un águila roja) a la romana, pasando por la mitología árabe, de oriente medio, de La India y de Grecia, quizá la figura más conocida, gracias al relato de Heródoto, que luego se reproduce a través de Plinio el Viejo, Séneca, Ovidio e incluso Pablo de Tarso o el Papa Clemente de Roma y que se ha perpetuado idílicamente hasta hacerse popularmente la figura mitológica favorita y una de las más representadas en tatoos actualmente. Lo esencial de la leyenda del Ave Fénix es su capacidad para consumirse en un fuego reparador cada 500 años, y volver a renacer de sus cenizas, completamente vivificado y libre de cargas. En este ser mitológico concurren entonces dos ideas: El fuego, es decir, la idea de renovación por la acción del fuego; y la inmortalidad, la idea de la vida perpetua al resurgir de las propias cenizas.
Miniatura del Ave Fénix, en el Bestiario de Aberdeen.
La versión cristianizada cuenta de un pájaro, única criatura que no probó la fruta del árbol prohibido, anidado en un rosal del Edén, que cuando fueron expulsados Adán y Eva del Paraíso con la espada de fuego del ángel enviado por Dios, una chispa le quemó junto con el nido y de ese fuego renació el ave que fue llamada Fénix, y al que se dotó de un plumaje de fuego y una extraordinaria fuerza, junto a otras virtudes como que sus lágrimas eran curativas y que sus cenizas concedían la inmortalidad, todo ello en premio a su fidelidad.
“Hay un ave, llamada FÉNIX. Esta es la única de su especie, vive quinientos años; y cuando ha alcanzado la hora de su disolución y ha de morir, se hace un ataúd de incienso y mirra y otras especias, en el cual entra en la plenitud de su tiempo, y muere. Pero cuando la carne se descompone, es engendrada cierta larva, que se nutre de la humedad de la criatura muerta y le salen alas. Entonces, cuando ha crecido bastante, esta larva toma consigo el ataúd en que se hallan los huesos de su progenitor, y los lleva desde el país de Arabia al de Egipto, a un lugar llamado la Ciudad del Sol; y en pleno día, y a la vista de todos, volando hasta el altar del Sol, los deposita allí; y una vez hecho esto, emprende el regreso. Entonces los sacerdotes examinan los registros de los tiempos, y encuentran que ha venido cuando se han cumplido los quinientos años.”
Clemente de Roma
(Epístola a los Corintios, XXV)

Empecemos hablando del fuego. En la tradición cristiana del Antiguo Testamento (es por tanto una reminiscencia judía), la lluvia de fuego aparece más bien como elemento castigador que pone punto y final a una era, o una situación. La renovación no se produce por su acción directa. Fue una de las siete plagas de Egipto (Éxodo 9:13-35) y la forma en la que “Jehová destruyó en ardor de ira” las ciudades de Sodoma y Gomorra (Deuteronomio 29: 22-23). También en uno de los evangelios apócrifos, el de San Juan, se dice que el Apocalipsis será una devastación de fuego.
Códice Borbónico (1562 ó 1563) México
La idea de regeneración por fuego se ve más claramente en la visión del cosmos del mundo Azteca. Los aztecas celebraban cada 52 años la Ceremonia del Fuego Nuevo, con un ritual preciso con el que se renovaba el pacto con los dioses y por el que recibían “la gracia” de la vida otros 52 años más. La celebración se iniciaba apagando todos los fuegos de las casas, y con sus habitantes cubiertos con máscaras. Les atenazaba el temor propio de un fin que se asemejaba una muerte y del que se espera una resurrección vivificante o la condenación a desaparecer si el sol no volvía a levantarse, es decir, si el fuego no se encendía. Si todo iba bien los sacerdotes creaban el fuego nuevo en el Altar ceremonial y luego lo portaban con antorchas hasta los hogares donde se volvían a encender los altares. La última de estas ceremonias se celebró en 1507, cuando ya ciertos augurios sobrenaturales parecían anunciar un fin del mundo en el quinto sol (Ollín, “el movimiento”), y se conocían noticias de la llegada de “extranjeros blancos” a la costa: En 1519 Cortés comenzó su marcha hacia Tenochtitlan. Hay que recordar que el dios más importante de los aztecas, que también estaba presente en la cultura Maya, y fue una de las divinidades de mayor influencia en Mesoamérica, era el dios Quetzalcoatl (Kukulcán entre los mayas), la serpiente emplumada.
Cabeza de Serpiente Emplumada en el Templo de Quetzalcoatl de Teotihuacan
Y es necesario hacer este recordatorio antes de hablar de La India, donde aves (emplumadas) y serpientes, son animales muy venerados porque son seres que “nacen” dos veces: una al poner el huevo, y otra cuando la cría sale de él. Y este “nacer dos veces” es la forma en la que se reconocen los varones pertenecientes a la casta superior en La India. Pues bien, estos dos animales también tienen en la rica mitología hindú una especial relación con el fuego, la regeneración y la inmortalidad.
Sacrificio de las Serpientes
En el Mahâbhârata, el gran libro indio, se cuenta como el Sacrificio de las Serpientes en el fuego, pone fin a un ciclo de años (Yuga) que deben terminar con el mundo para volver a renacer con el rescoldo, con el resto que queda en el fondo de la hoguera como forma vivificante y liberadora de cargas, de una nueva era. En uno de los mitos del Sacrificio de la Serpiente, este resto es la serpiente Astika, la última superviviente, cuyo nombre significa “el que hace existir” y está destinado a revivir para redimir el linaje de su padre. Una idea muy parecida a la del Ave Fénix tal y como la cuentan Heródoto y Clemente. Además, La India cuenta con un rico panteón de dioses entre los que se encuentra Agni, dios del fuego y al que en ocasiones se le considera creador de todo lo que existe.
Garuda
También la serpiente es Símbolo de Regeneración por la renovación de la piel que realiza y se asocia al Ritual y a la sexualidad masculina. Por el contrario, a las aves se las asocia a la mujer y la palabra. En los Textos Védicos (los más antiguos, significa “conocimiento”) aparece a veces la forma femenina Vac (la palabra, que en el himno I-164 del Rig Veda es considerada “el ser supremo del universo”), como un ave que con el tiempo será conocida como Garuda, un águila fabulosa (también un ave de este tipo es el vehículo de Visnu, uno de los dioses principales de La India), que es la jefa de las aves y enemiga de las serpientes, ya que ambas buscan conseguir la inmortalidad (soma) para los dioses que, curiosamente, no la poseen, sino que han de conquistarla. La lucha entre serpientes y aves por la conquista de la inmortalidad se cuenta en varias versiones en los textos indios (además de en los Védas, también en el Mahâbhârata y en los Brâhmana), pero esencialmente es una lucha entre ambos entes (serpientes y aves, ritual y palabra, masculino y femenino) en la que acaba triunfando Garuda o Vac, que es la palabra (en los textos del Brâhmana la palabra es conocida como “la gran desnuda”), los metros védicos, la poesía, que vuela y consigue conquistar la inmortalidad. Las serpientes han de regenerarse con el ritual del sacrificio.

Siempre me ha gustado la idea del Ave Fénix por el sentido de “renovación” que encierra, como idea de superación de los problemas que nos atenazan y nos consumen, como fórmula vivificadora para luchar por seguir adelante pese a la desgracia. Siempre me ha gustado esa idea de que en el fondo de nuestro ser es donde ha de hallarse la razón última, el rescoldo vivificador, para superar las dificultades y revivir completamente liberalizado del sentimiento de cargas y culpas. Siempre me ha gustado esa idea como fuerza interior superadora. En cambio su adopción como símbolo de la vida eterna, como resurrección, como inmortalidad, nunca me ha llamado la atención tomándolo en sentido literal. Me gusta la idea de renovación interior, pero como inmortalidad y vida eterna, no. Me gusta mucho más el concepto de que el Ave Fénix significa la renovación y la conquista de la inmortalidad (no literalmente) simbolizada en la palabra, como en La India. Una palabra que frecuentemente es posible encontrar en muchas tradiciones de la antigüedad como “dadora de vida” y que necesitaría una entrada propia.
Alt Tlachinolli La palabra
Los aztecas tenían un glifo asociado a la palabra, y curiosamente, también al fuego. Se trata del glifo Alt Tlachinolli, que literalmente significa “agua/cosa quemada” y es utilizado como glifo de la palabra. Igualmente es el glifo de la Guerra Sagrada que solía terminar con un Sacrificio de los enemigos vencidos (al igual que las serpientes, vencidas por la palabra). Y por último Alt Tlachinolli es el grito con el que un águila (kuauhtli), tras posarse en un peñasco cubierto de nopales, anunciaría a su pueblo que ese lugar era la tierra prometida por su dios Huitzilopochtli, y que explica la fundación del Imperio Azteca tal y como lo cuentan los códices precolombinos. En ellos, además, es frecuente encontrar figuras de cuya boca sale una especie de vírgula, que se asemeja a una llama, y que tiene el significado de que ese personaje tiene la palabra.
Las visiones de Juan Evangelista. Très Riches Heures du Duc de Berry
En el Apocalipsis de San Juan (a quien por cierto se le asocia con un águila) que mencionábamos antes, también el santo utiliza en el relato de su visión este símbolo del fuego saliendo de la boca (“de su boca salía una aguda espada ardiente… de su boca sale fuego”) para expresar el “fuego de la palabra”. Esta idea parece encontrarse en todo el Apocalipsis. Siguiendo el libro de Antonio Piñero, «Los Apocalipsis, 45 textos Apocalípticos Apócrifos Judíos, Cristianos y Gnósticos» puede hallarse en varios pasajes, como cuando cuenta que los ángeles arrasan la tierra a fuego “tocando sus trompetas”, lo que me hace preguntarme a mí, si este sonido no sería la palabra, el “sonido de poder”, del que hablan otras culturas. Por cierto que en este Apocalipsis siempre se abrasa “un tercio” de todo, como si, de nuevo, fuese necesario dejar un resto para renacer de esas cenizas provocadas por la destrucción.
San Juan Evangelista, Beato de Liébana
Pero es más significativo que tras el último ángel destructor, cuente el Apocalipsis sanjuanista que el santo en su visión oyó el aviso que lanzaba “un águila que volaba por mitad del cielo clamando: ¡Ay, ay, ay, de los habitantes de la tierra por los restantes toques de trompeta, por los tres ángeles que van a tocar”. Y tras esta águila salvadora del resto de la humanidad, el Apocalipsis acaba hablando de una mujer que ha de dar a luz (¿la nueva vida?) y un dragón, una serpiente, que es vencido y con el que se vuelve a iniciar el ciclo de la vida… con una palabra, con una voz:
“Y fue arrojado el gran dragón, la serpiente antigua, llamado Diablo y Satanás, el que engaña a toda la tierra habitada… y escuché una gran voz que en cielo que decía: «Hoy mismo ha nacido la salvación, la fuerza, el reinado de nuestro Dios, el poder de su ungido, porque fue arrojado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusa a los ojos de nuestro Dios día y noche. Y estos lo vencieron gracias a la sangre del Cordero y gracias a la palabra de su testimonio, y no amaron su vida ante la muerte. Por eso, alegraos los cielos y quienes acampáis en ellos. ¡Ay de la tierra y el mar, porque bajó el diablo hasta vosotros con gran ira, sabedor de que tiene poco tiempo». Y cuando vio el dragón que era arrojado hacia la tierra, persiguió a la mujer que dio a luz al niño. Y se le concedieron a la mujer las dos alas del gran águila para que volara hacia el desierto hasta su propio lugar, allí donde es alimentada una vez y más veces y media vez lejos de la presencia de la serpiente.”
APOCALIPSIS DE JUAN
Apocalipsis en el Beato de Liébana
La batalla que se produce después por la preeminencia del poder sobre la vida en la tierra tiene un final previsible, la serpiente, el demonio, es dominado y encadenado por mil años, un periodo tras el cual “ha de ser librado un breve tiempo”, resultando así, la “primera resurrección”, cuyos salvados, el pueblo elegido, no perecerán sino que serán sacerdotes de Dios (¿el pueblo “elegido” como jueces que deciden sobre la vida y la muerte?) y reinaran con él hasta la liberación de Satanás mil años más tarde, cuando se desatará la guerra y cuando “idólatras y mentirosos” perecerán, de nuevo, en un “pantano ardiente de fuego y azufre”.
Ave Fénix. Criptozoología
Así que, de nuevo, en los textos cristianos, aunque apócrifos, aparece la asociación que conocemos, el fuego, la mujer, la palabra y el ave. Haciendo un recorrido comparativo, las aves mitológicas aparecen frecuentemente con forma de águila de impresionante fuerza y relacionadas, también a menudo, con la inmortalidad, como es nuestro Ave Fénix. Por ejemplo Tolkien, quien recuperó gran parte de la perdida mitología germana (lo hizo a través de la mitología escandinava) en su obra El Señor de los Anillos, menciona un ave de estas características, un águila ficticia fabulosa llamada Gwaihir, que tenía la misión de ayudar a los Elfos y a los Hombres y es enviada a transportar a los Hobbits. En la mitología rusa, el Pájaro de Fuego, aparece asociado a la leyenda de las “Manzanas doradas” (las manzanas también son un elemento muy recurrente en la mitología, en las leyendas, en los cuentos y en la religión, recordemos a Eva y el fruto prohibido que el Ave Fénix cristianizado no prueba, y que provoca, curiosamente, una lucha entre una mujer y una serpiente) que conceden la inmortalidad a los dioses y que un príncipe ruso debe conseguir para liberar al ave, que este caso es, nuevamente, una mujer. Por cierto que hablando de manzanas, La India es conocida en su mitología como el “Continente del Manzano” porque en su centro hay un Manzano de cuyos frutos, de sus Semillas, se ha formado todo.
Iván Bilibin: El pájaro de fuego (Жар-птица zhar-ptitsa pájaro-ascua)
Además, el concepto del Pájaro de Fuego tiene paralelos en los pájaros mágicos (no siempre un águila, a veces un búho, un halcón, un pavo real, un buitre…), como en el ruso Sirin que es un pájaro con cabeza y pecho de mujer, que anuncian alegrías y simbolizan la felicidad eterna; o en el Simurg Anka de las leyendas iraníes que según cuenta el sabio persa del siglo XIII Al-Qazwiní, en su “Maravillas de las Criaturas”, vive mil setecientos años y cuando el hijo ha crecido, el padre enciende una pira y se quema (vuelve a aparecer el fuego y la renovación de la vida con la muerte del padre).
Hazaran Blbul armenio, Sirin ruso, Simurgh sasánida, Rarog polaco
En los cuentos de hadas de los Hermanos Grimm, que se basaron en el folklore y las leyendas germanas, aparece El pájaro de oro, cuya historia de búsqueda está próxima a la historia del armenio Hazaran Blbul, con la diferencia de que en el cuento armenio, el pájaro no brilla intensamente sino que hace florecer la tierra con su canto (de nuevo un sonido de poder, un canto, una voz, la palabra, es dador de vida). Y en la mitología eslava, el ave Rarog, venerada especialmente en Polonia, es una criatura mágica, un ser sobrenatural, que tiene la forma de un pájaro de presa en llamas.
Diversas representaciones del Ave Roc.
Pero aún hay más similitudes. En la mitología persa se encuentra el Ave Roc, que aparece en el Relato de Simbad, del libro de “Las Mil y una Noches”, como un gran pájaro que alimentaba a sus pollos con carne de serpientes y de elefantes y Simbad se esconde en la mitad de la cáscara de uno de sus huevos, de 50 pies de ancho, para que lo saque de la Isla donde ha quedado apresado. En otras versiones se dice que salió atado a una pata del ave y que ésta destruyó su barco en el mar creyéndolo una presa. Lo curioso es que Marco Polo menciona en uno de sus libros que había oído hablar de una isla, Madagascar, donde vivía un ave, un águila fabulosa, de estas características:
“Es para todo el mundo como un águila, pero en realidad de un tamaño enorme, tan grande que sus huevos son de doce pasos de largo y grueso en proporción. Y es tan fuerte que puede tomar un elefante en sus garras y llevarlo alto en el aire y soltarlo para que se rompa en pedazos; luego de matarlo, el pájaro baja y se lo come”
Marco Polo
Libro de las Maravillas del Mundo
La historia de Marco Polo parece que caló en los eruditos de su tiempo y hasta el siglo XVI apareciendo en varios escritos (este mito se asocia a cierta rapaz extinta, Aquila chrysaetos simurgh, de gran tamaño que habitó durante el Pleistoceno y el Holoceno inicial en la isla de Creta y que probablemente se alimentaba de una subespecie de elefante enano que se sabe existía entonces endémicamente en algunas islas aisladas). Pero curiosamente de nuevo, en algunos pasajes de los libros indios del Mahâbhârata y el Ramayana, el ave Garuda (que ya se ha mencionado), se alimenta de carne de elefante (o de serpiente) y se apunta que es el origen de Roc. Garuda es un ave dorada, un semidios con forma casi antropomorfa en otros relatos mitológicos y aparece así hoy en día en el escudo nacional de Indonesia, llamado Garuda Pancasila.
Fenghuang Chino
Para acabar este recorrido por las Aves Fénix de la mitología, existe en China el Fenghuang, que aunque no tiene las mismas características, ha sido denominado en algunas ocasiones el “Fénix chino”. Es una criatura con cuello de serpiente, cuerpo de pez y la parte trasera de tortuga, pero que lo más frecuente es verle representado en forma de pájaro fabuloso (un gallo) que ataca a las serpientes con sus espolones. Simboliza la unión del yin y el yang y es mucho más antiguo, ya que se han encontrado representaciones de hace 7000 años.
Todo este relato empezó con una pregunta que lanzó un amigo en la red «¿Y si fuéramos aves fénix?». Dejo la pregunta en el aire para quien quiera contestarse…
AlmaLeonor
Fuentes: Wikipedia, Apuntes propios de Mitos de La India y de Culturas Precolombinas. Y varios enlaces web para las imágenes.
Antonio Piñero, Los Apocalipsis, 45 textos Apocalípticos Apócrifos Judíos, Cristianos y Gnósticos, EDAF, 2007, Capitulo APOCALIPSIS CRISTIANOS, 23. Apocalipsis de Juan. Pag. 222: Traducción del griego de Eugenio Gómez Segura, Nestle-Aland, Novum Testamentum graece, Stuttgart, 1984, pp.632-676.
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