DELIRIO DE LAS GRANDEZAS

Por último, hablemos de una forma de locura que Morel coloca entre las idiopáticas de su clasificación y que desde algún tiempo a esta parte parece llamar la atención de los alienistas con tanta preferencia, como ha sucedido entre los toxicólogos respecto del arsénico. Aludo a lo que se llama la parálisis general progresiva o delirio de las grandezas. Esta forma de locura es, en efecto, singular, bastante común en nuestros tiempos, notable por las perturbaciones que producen los movimiento ya generales, ya parciales, en la marcha, en la actitud, en la palabra, etc. y por la exageración de la personalidad del loco, que se cree fuerte, más sano que nunca, capaz de todo, y se entrega a las ideas y proyectos grandiosos en esta o aquella forma, sintiendo progresivamente una debilidad muscular que le conduce a menudo con rapidez a la resolución completa de las fuerzas físicas y a la demencia, para terminar con la muerte.
Mas, por notable que sea esa forma de locura, y por más que bajo el punto de vista terapéutico y alienista, tal vez convenga considerarla aparte y como una forma especial de su género, muy diferente de las demás del mismo, no por eso deja de ser una manía, que tiene todos los caracteres esencial de este género, las ilusiones y las alucinaciones, con exaltación de las facultades psíquicas y de la personalidad, tanto en lo físico como en lo intelectual y moral. Que el delirio sea de grandezas, de ambiciones, de proyectos estupendos, regeneradores, etc., que el loco se crea sano, vigoroso, fuerte, capaz de todo, etc., eso no quita que sea víctima de ilusiones y alucinaciones, como los demás maníacos, siendo la primera la de la potencia muscular, acaso origen de todo lo demás. Luis explica la parálisis general por una enfermedad del cerebelo, y son tan sólidas sus razones que no titubeo en suscribir a su opinión. Su teoría da cuenta cabal de todos los síntomas que presenta esa forma de manía, ya prodrómicos [señal o malestar que precede a una enfermedad], ya constituyentes del mal en su apogeo, ya terminativos.
Bajo el punto de vista del diagnóstico, por lo tanto, no hay razón para no comprender en el género manía la parálisis general; no hay que formar un tipo radical aparte, porque no lo es. Es una especie de keromanía en muchos caos, o por lo menos en ciertos periodos. Gressinger la coloca y describe entre las formas de exaltación mental y con el nombre de manía exaltada. En muchas ocasiones, en efecto, el loco más parece monomaníaco que maníaco, y yo no vacilaría en muchos casos en calificar así esa forma. De todos modos, ora sea una manía, ora una monomanía, siempre resulta que el delirio de las grandezas no es un tipo radical, no es un género, es una especie, sea de la manía o de la monomanía y que por lo mismo está comprendido en el cuadro de nuestra clasificación.
Por lo demás, esa variedad de la manía, conforme sea el período en que se encuentre o en que se examine, puede presentar tan pronto la exaltación como el abatimiento, y dar lugar a que se la tome, ya por manía, ya por demencia. Recordad dos casos prácticos que hemos referido en la lección anterior, relativos a la demencia, tomados de Esquirol, en los cuales hemos visto ejemplos evidentes de esta verdad. Aludo al caso del comerciante y al de ese joven que acompañó a París a cierto doctor, y que lo entregó a Esquirol como atacado de una exaltación ligera. En uno y otro caso, después de periodos de exaltación y arrebato maníacos, se terminó la locura por una demencia.
Pedro Mata
“Tratado de la razón humana en estado de enfermedad: o sea de la locura y de sus diferentes formas” (1878).