HEATH LEDGER

HEATH LEDGER

Heath Ledger (Heathcliff Andrew Ledger era su nombre completo) murió el día 22 de enero de 2008. El día 27 de ese mismo mes y año, le dediqué en HELICON estas palabras que hoy vuelvo a reproducir. Una enorme pérdida…

El actor australiano (de Perth) se encontraba en Manhattan (Nueva York) cuando fue encontrado muerto por su ama de llaves. Las primeras impresiones parecían apuntar a una sobredosis de pastillas, pero su padre asegura que fue una muerte accidental. No importa, en realidad. El caso es que nos ha dejado para siempre y ya no podremos volver a amar sus actuaciones impagables. Heath Ledger ha muerto.

Había empezado su carrera de actor en 1.999, con la película “Las 10 cosas que odio de ti”, participando después en películas como “El Patriota” o “El secreto de los Hermanos Grimm”. En el 2001 logró su lanzamiento mundial con la película “Destino de Caballero”, a la que seguirá la afamada “Brokeback Mountain”, con la que obtuvo el espaldarazo definitivo a su carrera, varios premios (como el Globo de Oro) y una nominación como mejor actor en los Oscar de Hollywood del 2005.

Recuerdo haber visto varias veces “Las 10 cosas que odio de ti” en televisión. Recuerdo su interpretación, aún inmadura, pero recuerdo sobre todo un especial magnetismo en su mirada, algo que te hacía contemplarle siempre que aparecía en pantalla, y que te hacía sonreír cuando él sonreía (algo que sucedía en pocas ocasiones). He encontrado una adaptación de esas “10 cosas” que odiaba Kat Stratford en aquella película:

“Odio como me hablas, y tu corte de cabello.
Odio tú forma de conducir. Y lo que llegue a sentir.
Odio tus espantosas botas, y que me conozcas bien.
Te odio hasta vomitar; Que bien va a rimar.
Odio que sepas pensar, y que me hagas reír.

Odio que me hagas sufrir.
Odio tanto estar sola, que no hayas llamado aún,
Pero más odio que no te pueda odiar
aunque estés tan loco, ni siquiera un poco, lo he de intentar”

No, no se podía odiar a Heath Ledger, no había forma de resistirse a su profunda mirada.

De “Brokeback Mountain” recuerdo sobre todo las escenas finales cuando Ennis del Mar, era ya muy mayor. Casi se podía respirar la misma melancolía que él respiraba. Me gustó mucho su actuación en esa película y confirmó lo que yo había pensado de él la primera vez que lo vi actuar (en “Destino de Caballero”) que se convertiría en un actor de culto, en un gran actor. He encontrado la nota de un crítico norteamericano (Peter Travels) con respecto a su actuación en esta película:

«La magnífica actuación de Ledger es un milagro cinematográfico. Parece arrancarlo de sus entrañas. Ledger no sólo sabe cómo Ennis se mueve, habla y escucha, sabe cómo respira. Verle aspirar el aroma de la camisa colgada en el armario de Jack es medir el dolor del amor perdido

Pero ya no podremos verle más respirar sobre una camisa por su amor perdido. No podremos verle más que en el recuerdo de sus películas. Acababa de terminar «The Dark Knight«, de la secuela de Batman, donde encarnaba al malvado Joker, una de sus mejores actuaciones y quizá el mejor Joker hasta el momento; y estaba rodando “The Imaginarium of Doctor Parnassus”, donde parece será sustituido por Johnny Depp en las escenas que aún faltaban por rodar.

Destino de Caballero” fue la primera película de Heath Ledger que yo vi. Y fue en una sesión de DVD alquilado y palomitas en casa de unos amigos en Canarias. Nos lo pasamos pipa, literalmente. Ninguno de los que allí estábamos teníamos ni idea de qué iba la película, pero tuve la mala fortuna de romperme el tobillo en aquellas vacaciones y, en lugar de seguir con las visitas turísticas, tuvimos que pasar esa tarde en casa viéndola. Fue una magnífica tarde.

Destino de Caballero”, es una película australiana, aunque pudiera pensarse que es norteamericana, y fue rodada íntegramente en Praga, en el 2001, en los estudios Barrabdow. Los extras eran personas sin hogar de la capital checa. “A Knight’s Tale”, su titulo original, fue escrita y dirigida por Brian Helgeland («L.A.Confidential«). Ambientada en la Europa Medieval del siglo XIV, cuenta la historia de William Thatcher, un muchacho al que su padre envía como paje a un afamado caballero, con el encargo de “buscar su estrella y cambiar su destino”. Ese fue todo el legado que su padre pudo ofrecerle, pero fue suficiente para el joven William, quien ocupo el lugar de su amo al morir éste y se convirtió, por obra y gracia de la providencia y con ayuda de un grupo de amigos con los que se va juntando, en el caballero Sir Ulrich von Lichtenstein. Con esta nueva identidad entra en el torneo de Justas que se celebra en Europa y gracias al entrenamiento y sobre todo a su valor y buen corazón, va situándose como favorito para ganar la final del campeonato.

Con este engaño a sus espaldas va a conocer al amor de su vida, a la joven noble Jocelyn (una bellísima Shannyn Sossamon), y se va a enfrentar al caballero Adhemar de Anjou, tanto en el campo de justas como por el corazón de Jocelyn. El final, claro está, es que consigue vencer al malo, llevarse a la chica, y obtener un real certificado de nobleza. Pudo al fin encontrar su estrella y cambiar su destino.

Pero esta trama, que puede resultar simple y sencilla, no es el principal atractivo de la película. Su originalidad reside en la combinación de acción, humor y amor, a través de los impensables sonidos de algunas de las mejores canciones rockeras clásicas, como “We Will Rock You” de Queen o “Golden Years” de David Bowie.

No importa si el film no resulta fiel a la época, o si incurre en fallos con los personajes (por otra parte algunos pueden ser reales), lo que importa es que consigue transmitir el ambiente medieval de torneos, justas, caballeros, lealtad, honor, homenaje, fidelidad, origen y amor filial. Porque al final William llega a Londres (muy buena la recreación del Londres medieval, por cierto), de donde salió siendo niño, para encontrarse con que su padre (tejador) está ciego y anciano, solo y olvidado. Sir Ulrich von Lichtenstein le lleva un recado de su hijo: William ha seguido su estrella y ha encontrado su camino… hacia él. Y ambos se funden en un conmovedor abrazo. Y al final también es el amor de Jocelyn el que triunfa, y el valor de William el que resulta premiado. Un final digno de las mejores películas.

Pero ahora mismo es para mi, una película triste. Es una película que me resulta profética, porque Heath Ledger ha encontrado por fin su estrella, aunque no fuese la de la Avenida de las Estrellas de Hollywood, ni la más recomendable. Sin embargo él la ha escogido para seguirla y ha marcado con ella su camino…. diciéndonos adiós. Triste Destino de Caballero.

¡¡Hasta siempre Heath Ledger, descansa en paz!!

AlmaLeonor_LP

ALMAS PARA EL RECUERDO: FANNY BULLOCK WORKMAN

ALMAS PARA EL RECUERDO: FANNY BULLOCK WORKMAN

Una de las reivindicaciones que he querido transmitir con mi libro VISIBLES, MUJERES Y ESPACIO PÚBLICO BURGUÉS EN EL SIGLO XIX, es que los historiadores debemos prestar más atención e investigar con más ahínco todas aquellas acciones femeninas realizadas en ámbitos públicos que parecían estar solo al alcance del sexo masculino. Este tipo de trabajos son imprescindibles en el avance por el reconocimiento de la igualdad y, afortunadamente, hay cada vez más publicaciones al respecto. Hoy, en el Día Internacional de la Mujer (que se lleva celebrando desde 1975), quiero reconocer la labor de la estadounidense Fanny Bullock Workman, una mujer casi desconocida pero que fue una de las primeras alpinistas profesionales y una defensora de los derechos de la mujer.

Por razones de un necesario acotamiento a la hora de realizar mi trabajo de TFM (que es de donde nace mi libro sobre las mujeres del XIX), no me dediqué en profundidad a describir la interesante aportación de las mujeres decimonónicas en el deporte. Hubo muchas que habría sido necesario mencionar, desde campeonas olímpicas en los deportes en los que se les permitía participar (tenis o tiro con arco, por ejemplo), a mujeres con un empuje envidiable que quisieron destacar en deportes tenidos por tan poco femeninos como el béisbol, el cricket, las carreras de fondo, la natación, el boxeo o el ciclismo, afición esta que llegó a constituir, incluso, todo un ejercicio de emancipación femenina, como ya conté en otro artículo de HELICONPues bien, Fanny Bullock, además de gran aficionada a la bicicleta, destacó en alpinismo, otro deporte que se tenía por no deseable para las mujeres de su tiempo, pero en el que muchas participaban aunque solo fuese por ese afán de viajar y descubrir que se hizo tan popular entre los burgueses del siglo y que ha ofrecido fotografías increíbles de mujeres ascendiendo paredes de piedra o hielo, incluso con sus complicados vestidos. Fanny fue más allá, incluso, descubriendo, describiendo, cartografiando y topografíando lugares casi inexplorados. Pero empecemos por el principio.

Fanny Bullock Workman (1859-1925) nació, como no, en el seno de una familia adinerada de Massachusetts (EE. UU.), lo que le permitió desarrollar todas sus aficiones e inquietudes. Como correspondía a su rango estuvo a cargo de institutrices en su infancia y estudió en algunas de las escuelas (para señoritas) más reconocidas del país, en Nueva York. Ya desde entonces mostraba su inquietud por los idiomas, los viajes y la aventura. Como muchos de los jóvenes altoburgueses de su tiempo (hombres, principalmente, pero también mujeres) tras sus estudios realiza un viaje por Europa, visitando, entre otros lugares, París. Es aquí, en el viejo continente, donde empieza a publicar algunas pequeñas historias con un estilo impecable, como una en la que una mujer inglesa, infatigable montañera y con pasión por los viajes, llega a ser una gran alpinista y termina casándose con un hombre con su misma afición. Fue el primer atisbo de lo que sería su verdadera vida, pues cuando volvió a Massachusetts en 1879 se casó con William Hunter Workman (1847-1937), hombre adinerado y muy aficionado al montañismo.

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Con William, Fanny descubre la escalada en las montañas de New Hampshire, donde llega a escalar el Monte Washington (de 1.918 mt) en varias ocasiones. Al contrario de lo que ocurría en Europa, en los EE. UU. se permitía a las mujeres pertenecer a clubes de senderismo y alpinismo, lo que abrió las puertas a Fanny para dedicarse a este deporte. En 1889 el matrimonio (con su hija Rachel) se traslada a Alemania para dedicarse por entero a sus aficiones. En Dresde, que es donde se instalan, Fanny no solo va a afianzar su amor por las montañas, sino también su compromiso con la igualdad de la mujer y su decidida cruzada por romper los tradicionales roles de esposa y madre asignados por únicos para la mujer. La bicicleta formaba parte de esa aspiración. Después de perder al que pudo ser su segundo hijo, Fanny y William se dedicaron a realizar rutas extremas en bicicleta.

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Recorrieron miles de kilómetros por numerosos países, como Suiza, Francia, Italia, España (en 1895, donde recorrió unos 4.500 km por toda la península, el Sahara y parte de Marruecos, describiendo el paisaje español como “rústico, pintoresco y encantador”), Argelia, Indochina y la India (al que describió como “un país continuamente hermoso”), donde, junto a Birmania, Ceilán y Java, recorrieron unos 23.000 km en total. Todos estos viajes fueron documentados por el matrimonio con muchas fotografías (de él) y tres libros de viajes (de ella, fundamentalmente, donde, no obstante, consignó algunas incorrecciones cartográficas) contando sus aventuras, que incluían anécdotas como, por ejemplo, el látigo (para ahuyentar animales peligrosos) y el revólver (para defenderse de los ladrones) de los que nunca se desprendían, pues solían dormir a la intemperie allí donde les encontraba la noche. En esos libros Fanny denunció también las pésimas condiciones de vida en las que vivían muchas mujeres en distintas partes del mundo. Su propia experiencia servía igualmente de escaparate reivindicativo de la capacidad de la mujer para emprender cualquier empresa que se propusiera.

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Durante un recorrido en bicicleta por la India recibieron de nuevo la llamada de la montaña. En el Himalaya Occidental practicaron escalada de altura ascendiendo al temible Karakoram, pese a todas las dificultades que se encontraron con los porteadores y suministradores locales, con quienes chocaban a menudo a causa de su practicidad estadounidense, su intransigencia occidental y su impaciencia por emprender nuevos retos cuanto antes. Pero ya nunca se desprenderían de la afición al montañismo.

Habíamos respirado la atmósfera de ese gran mundo montañoso, habíamos bebido de las turbulentas aguas de sus glaciares y nos habíamos deleitado con la belleza incomparable y la majestuosidad de sus imponentes cumbres, y, a medida que pasaba el tiempo, sus encantos reafirmaban su poder y nos llamaba con tensiones irresistibles para regresar una vez más a esas regiones, cuya grandeza satisface plenamente el sentido de lo bello y lo sublime.

William y Fanny Workman, The Call of the Snowy Hispar

Fanny fue una de las primeras mujeres en coronar el Mont Blanc (en 1891), el Jungfrau y el Matterhorn y, junto a su esposo, volvió regularmente al Himalaya, donde realizaron ascensiones y exploraciones en toda la zona a lo largo de más de 14 años (entre 1898 y 1912). Por ejemplo, dieron su nombre y el de su fallecido hijo a sendos montes inexplorados, Bullock Workman (5.930 mt) y Siegfriedhorn (de 5.700 mt).

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Uno de los mayores logros montañeros de Fanny fue la ascensión al Pinnacle Peak (de 6.930 mt.), estableciendo un récord de altitud femenino en su tiempo (otros dos fueron el Koser Gunge, de 6.400 mt, y un pico del Pyramid Peak, de 6.878 mt). También se dedicó a explorar, junto a su esposo, algunos glaciares casi desconocidos del Himalaya, como el Chogo Lungma, el Hoh Lumba, el Hispar, el Biafo (de 60 km de largo, estableciendo un nuevo récord al ser la primera mujer en atravesar un glaciar de ese tamaño) y en 1912 el gran Glaciar Siachen, de 72 km, en esos momentos el glaciar subpolar más ancho, más largo, el menos accesible y el menos explorado del mundo, estableciendo otro récord femenino. Es aquí, en una meseta de unos 6.400 mt., donde Fanny, que había organizado y dirigido toda la expedición, se haría tomar por su esposo una fotografía icónica sujetando un periódico donde podía leerse “Votos para las mujeres”.

El objetivo de colocar mi nombre completo en relación con la expedición [Glaciar Siachen]… no es porque quiera empujarme de ninguna manera, sino únicamente que en los logros de las mujeres, ahora y en el futuro, deberían ser conocidas por ellos y declarar en forma impresa que una mujer fue la iniciadora y líder especial de esta expedición. Cuando, más tarde, la mujer ocupe su posición reconocida como trabajadora individual en todos los campos, así como en los de exploración, no se necesitará tal énfasis en su trabajo; pero ese día no ha llegado por completo, y en este momento corresponde a las mujeres, en beneficio de su sexo, dejar constancia de lo que hacen, al menos, en el registro.

Fanny Workman, Two Summers in the Ice-Wilds of Eastern Karakoram

Fanny Workman fue la primera mujer estadounidense que ofreció una conferencia científica en la Universidad de la Sorbona de París y la segunda en ser miembro de la Royal Geographical Society británica (la primera fue la naturalista y viajera inglesa Isabella Bird Bishop, en mayo de 1897). De vuelta a los EE. UU. el matrimonio Workman se dedicó a dar conferencias sobre su experiencia viajera y alpinista. Fanny, que había sido admitida como miembro de varios clubes alpinistas del mundo (como el American Alpine Club, Royal Asiatic Society, Club Alpino Italiano, Deutscher und Österreichischer Alpenverein y Club Alpin Français), fue reconocida como una gran escaladora y una de las figuras más importantes del alpinismo femenino de su época, junto a la conocida Annie Smith Peck (1850-1935) o la escocesa Lucy Smith, fundadora del Ladies Alpine Club en 1907.

Fanny Workman murió en 1925 en Cannes (Francia). Su fortuna sirvió para financiar varias becas, una de ellas para estudiantes de doctorado de Arqueología e Historia del Arte en una universidad de Pensilvania que aún hoy sigue vigente.

AlmaLeonor_LP

EL MAÑANA EFÍMERO

EL MAÑANA EFÍMERO

Imagen: Rufino Tamayo

La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María,
de espíritu burlón y de alma quieta,
ha de tener su marmol y su día,
su infalible mañana y su poeta.
En vano ayer engendrará un mañana
vacío y por ventura pasajero.
Será un joven lechuzo y tarambana,
un sayón con hechuras de bolero,
a la moda de Francia realista
un poco al uso de París pagano
y al estilo de España especialista
en el vicio al alcance de la mano.
Esa España inferior que ora y bosteza,
vieja y tahúr, zaragatera y triste;
esa España inferior que ora y embiste,
cuando se digna usar la cabeza,
aún tendrá luengo parto de varones
amantes de sagradas tradiciones
y de sagradas formas y maneras;
florecerán las barbas apostólicas,
y otras calvas en otras calaveras
brillarán, venerables y católicas.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero,
la sombra de un lechuzo tarambana,
de un sayón con hechuras de bolero;
el vacuo ayer dará un mañana huero.
Como la náusea de un borracho ahíto
de vino malo, un rojo sol corona
de heces turbias las cumbres de granito;
hay un mañana estomagante escrito
en la tarde pragmática y dulzona.
Mas otra España nace,
la España del cincel y de la maza,
con esa eterna juventud que se hace
del pasado macizo de la raza.
Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea.

Antonio Machado
(26 de julio de 1875-22 de febrero de 1939)

CAMUS Y SU MAESTRO

CAMUS Y SU MAESTRO

Imagen: Retrato (Detalle) de Albert Camus (1930-40), de Renaud (Proantic)

CARTA DE ALBERT CAMUS A SU MAESTRO DE ESCUELA  (Primera carta que escribió tras concedersele el Premio Nobel de Literatura)

París, 19 de noviembre de 1957.

Querido señor Germain:

Esperé a que se apagara un poco el ruido que me ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande, que no he buscado ni pedido. Pero cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza y su ejemplo, no hubiese sucedido nada de todo esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo.

Pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso en ello continuarán siempre vivos en uno de sus pequeños escolares, que, pese a los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido.

Lo abrazo con todas mis fuerzas.

Albert Camus.

 

RESPUESTA DE SU MAESTRO A CAMUS:

 

Mi pequeño Albert:

He recibido, enviado por ti, el libro Camus, que ha tenido a bien dedicarme su autor, el señor J.-Cl.Brisville.

Soy incapaz de expresar la alegría que me has dado con la gentileza de tu gesto ni sé cómo agradecértelo. Si fuera posible, abrazaría muy fuerte al mocetón en que te has convertido y que seguirá siendo para mí «mi pequeño Camus».

Todavía no he leído la obra, salvo las primeras páginas. ¿Quién es Camus? Tengo la impresión de que los que tratan de penetrar en tu personalidad no lo consiguen. Siempre has mostrado un pudor instintivo ante la idea de descubrir tu naturaleza, tus sentimientos. Cuando mejor lo consigues es cuando eres simple, directo. ¡Y ahora, bueno! Esas impresiones me las dabas en clase. El pedagogo que quiere desempeñar concienzudamente su oficio no descuida ninguna ocasión para conocer a sus alumnos, sus hijos, y éstas se presentan constantemente. Una respuesta, un gesto, una mirada, son ampliamente reveladores. Creo conocer bien al simpático hombrecito que eras y el niño, muy a menudo, contiene en germen al hombre que llegará a ser. El placer de estar en clase resplandecía en toda tu persona. Tu cara expresaba optimismo.

[…]He visto la lista en constante aumento de las obras que te están dedicadas o que hablan de ti. Y es para mí una satisfacción muy grande comprobar que tu celebridad (es la pura verdad) no se te ha subido a la cabeza. Sigues siendo Camus: bravo. […]

Hace ya bastante tiempo que no nos vemos.

Antes de terminar, quiero decirte cuánto me hacen sufrir, como maestro laico que soy, los proyectos amenazadores que se urden contra nuestra escuela. Creo haber respetado, durante toda mi carrera, lo más sagrado que hay en el niño: el derecho a buscar su verdad. Os he amado a todos y creo haber hecho todo lo posible por no manifestar mis ideas y no pesar sobre vuestras jóvenes inteligencias. Cuando se trataba de Dios (está en el programa), yo decía que algunos creen, otros no. Y que en la plenitud de sus derechos, cada uno hace lo que quiere. De la misma manera, en el capítulo de las religiones, me limitaba a señalar las que existen, y que profesaban todos aquellos que lo deseaban. A decir verdad, añadía que hay personas que no practican ninguna religión. Sé que esto no agrada a quienes quisieran hacer de los maestros unos viajantes de comercio de la religión, y para más precisión, de la religión católica. En la escuela primaria de Argel (instalada entonces en el parque Galland), mi padre, como mis compañeros, estaba obligado a ir a misa y a comulgar todos los domingos. Un día, harto de esta constricción. ¡metió la hostia «consagrada» dentro de un libro de misa y lo cerró! El director de la escuela, informado del hecho, no vaciló en expulsarlo. Esto es lo que quieren los partidarios de una «Escuela Libre» (libre… de pensar como ellos). Temo que, dada la composición de la actual Cámara de Diputados, esta mala jugada dé buen resultado. Le Canard enchaîné ha señalado que, en un departamento, unas cien clases de la escuela laica funcionan con el crucifijo colgado en la pared. Eso me parece un atentado abominable contra la conciencia de los niños. ¿Qué pasará dentro de un tiempo? Estas reflexiones me causan una profunda tristeza.[…]

Recuerda que, aunque no escriba, pienso con frecuencia en todos vosotros. Mi señora y yo os abrazamos fuertemente a los cuatro.

Afectuosamente vuestro.

Germain.

 Albert Camus
 (7 de noviembre de 1913 – 4 de enero de 1960)
El primer hombre (1994)

ALMAS PARA EL RECUERDO: DENNY DENT, EL ARTISTA ICÓNICO

ALMAS PARA EL RECUERDO: DENNY DENT, EL ARTÍSTA ICÓNICO

Hay artistas cuya vida casi trasciende su obra y cuya obra es transcendente durante toda su vida. A veces, incluso en una simbiosis tan única que hacen difícil distinguir una de otra y, por ende, muy fácil de identificar la una a través de la otra. Un ejemplo sería Andy Warhol, artista polifacético al que prácticamente todo el mundo reconocería como autor de sus obras y estas, a la vez, significan tanto su vida, que ambas resultan icónicas. Lo mismo sucede con un pintor extraño, muy rápido y extravagante, que pintaba con ambas manos (e incluso con los pies) y al que mucha gente identifica como “el pintor del Rock”. Me estoy refiriendo a Denny Dent (1948-2004).

De casta le venía el galgo, pues el abuelo y la madre de Dent eran artistas, ambidiestros y, según afirmaba su abuelo, descendientes del mismísimo Tiziano. Más tarde, Dent se vería influenciado por la obra de D. Westry, un artista que decía haber inventado el “Speed Art”,  que explotaba en eventos pictóricos en los que demostraba su destreza. Westry se hizo famoso como ganador de varias ediciones de “The Talent Show King”  con su arte a cien por hora.

Dent se maravilló con esta habilidad y alcanzó su propio y rápido estilo en 1980, con una pintura de John Lennon. Desde entonces fue imparable. Su siguiente actuación, autodenominada “Two-Fisted Art Attack” (ataque de arte con dos puños), fue ya todo un espectáculo. Sobre un lienzo negro de casi dos metros de alto, y bajo acordes musicales a ritmo de rock, Dent, hasta con tres pinceles en cada mano, incluso solo con ellas desnudas, completaba un retrato con cada canción.

Actuó en muchos espectáculos y eventos y festivales deportivos y llegó a actuar en el Salón de la Fama del Rock & Roll. Pintó a Beethoven con el acompañamiento de la Orquesta Sinfónica de Colorado, al Papa Juan Pablo II en la Jornada Mundial de la Juventud en Denver, y al mismísimo Martin Luther King, Jr. en una obra donada a su familia para ser expuesta en la Biblioteca King.

En el Concierto de Woodstock del 94 era ya un artista reconocido y se presentó ante el público (unas 300.000 personas) como el único capaz  de pintar a ritmo de rock, en un pequeño lapsus de tiempo y con ambas manos e, incluso, con sus pies, aunque esto último no solía hacerlo en público y lo llamaba «dance on canvas» (danza sobre el lienzo). Su repertorio presentaba obras que representaban a John Lennon, Jimi Hendrix, Elton John, Mick Jagger, Billy Joel, Frank Sinatra, Tina Turner, Jimi Hendrix, el general Colin Powell, Jack Niklaus (estrella del golf) o el mencionado Martin Luther King, Jr. por citar algunas de las figuras que retrató, entre las que incluyó iconos deportivos, artistas, genios de las finanzas, políticos… Era todo un espectáculo.

«No es lo que haces, pero la forma en que lo haces es importante. Lo que sea que hagas … hazlo con todo tu corazón. Sé lo que eres … sé creativo».

Sin embargo, no se quedó solo con pintar. Denny Dent fue conocido también por los encendidos discursos a voz en grito que ilustraban sus espectáculos mientras pintaba y sonaba la música rock. Se refería habitualmente a una especie de epifanía sobre una misión salvífica del arte a través de sus obras. Para entonces era uno de los artistas más aplaudidos en el famoso Caesars Palace de Las Vegas.

Muchas de las pinturas de Dent se han hecho famosas. Por ejemplo una que realizó al expresidente Gerald Ford en apenas ocho minutos durante un espectáculo, o la de Albert Einstein que se exhibe en la Sala de Conferencias del St. Louis Community College, pero la que la mayoría de la gente conoce es la que se puede ver a menudo en las paredes de la famosa casa de subastas de Las Vegas, protagonista del programa de televisión Pawn Stars.

Es un cuadro de Jim Morrison al que Rick, el dueño de la tienda, ha colgado un cartel que dice “No está en venta”. Un artista al que uno puede hacerse adictivo, sin duda.

AlmaLeonor_LP

 

 

YOU DON’T OWN ME (NO ME POSEES)

YOU DON’T OWN ME (NO ME POSEES)

Lesley Gore

No eres mi dueño, no soy uno de tus muchos juguetes
No eres mi dueño, no digas que no puedo salir con otros chicos
Y no me digas que hacer
Y no me digas que decir
Y por favor, cuando salga contigo
No me exhibas, por que
No eres mi dueño, no intentes cambiarme de ninguna manera
No eres mi dueño, no me ates porque no me quedaré
Oh, yo no te digo que decir
No te digo que hacer
Así que simplemente déjame ser yo misma
Es todo lo que te pido
Soy joven y me encanta ser joven
Soy libre y me encanta ser libre
Para vivir mi vida de la manera en la que quiero vivirla
Para decir y hacer lo que sea que me de la gana
Y no me digas que hacer
Oh, no me digas que decir
Y por favor, cuando salga contigo
No me exhibas
Yo no te digo que decir
Oh, no te digo que hacer
Así que simplemente déjame ser yo misma
Es todo lo que te pido
Soy joven y me encanta ser joven
Soy libre y me encanta ser libre
Para vivir mi vida de la manera en la que quiero vivirla.

LESLEY GORE (1964)

Lesley Gore (1946-2015), fue una cantante, actriz, compositora y activista feminista neoyorquina, cuyo mayor éxito lo consiguió con tan solo 16 años con el tema It’s My Party, que llegó a alcanzar el puesto número 1 de la Revista Billboard en el año 1963, cuando fue descubierta por Quincy Jones, quien la introdujo en Mercury Records. Sin embargo, a mi me parece sublime su tema You Don’t Own Me (1964), que se convirtió en un himno del movimiento feminista y hoy resulta más actual que nunca. Formó parte de los temas musicales de la película Dirty Dancing (1987) cantada por The Blow Monkeys y ha sido reinterpretada por muchísimos artistas desde entonces.

La primera versión conocida fue la que realizó el contratenor y extravagante cantante alemán Klaus Nomi (1944-1983) en 1981, versión que fue utilizada en algún medio conservador norteamericano (The Rush Limbaugh Show) como parodia para presentar noticias sobre el mundo gay porque la versión original de Gore se incluía por entonces en algunos programas feministas.

En 1996, la canción se hace popular en el cine, gracias a la película El club de las primeras esposas, donde es cantado por el trío protagonista: Bette Midler, Diane Keaton y Goldie Hawn.

La canción original fue incluida en una escena polémica de la segunda temporada de la serie American Horror Story en el año 2011.  En ella, la actriz protagonista, Lily Rabe, que interpreta a una monja, canta el tema dirigiéndose a un crucifijo y vestida únicamente con lencería.

Una nueva versión del tema surge en el año 2016, interpretada esta vez por la cantante australiana Grace junto al rapero G-Eazy, dentro de la banda sonora de la película Escuadrón Suicida (2016, David Ayer). Lesley Gore, que llegó a participara en algún episodio televisivo de la popular serie «Batman», también compuso parte de la banda sonora del musical cinematográfico Fama (1980, Alan Parker) y se licenció en Literatura Inglesa y Estadounidense.

Confirmó su homosexualidad en el año 2005 a través de un documental televisivo. Declaró entonces que llevaba unida sentimentalmente a Lois Sasson por más de tres décadas. Ese mismo año publicaba su último disco, Ever Since. Lesley falleció el 16 de febrero de 2015 víctima de un cáncer a los 68 años.

AlmaLeonor_LP

LA PIETÁ DE KÄTHE KOLLWITZ

LA PIETÁ DE KÄTHE KOLLWITZ

La artista alemana Käthe Kollwitz,  nacida Schmidt (1867-1945), fue una abanderada de la crítica social y el pacifismo que abarcó varios géneros, tanto la pintura, como la escultura y la obra gráfica. Representante avanzada del llamado realismo crítico alemán, en sus inicios formó parte del grupo expresionista Berliner Secession (“Secesión de Berlín”) fundado en 1898 como una alternativa frontal a la agrupación estatal berlinesa de artistas. Ernst Ludwig Kirchner (1880-1938), posteriormente uno de los fundadores del grupo Die Brücke, Emil Nolde (1867-1956), Otto Dix (1891-1969), el suizo Ferdinand Hodler (1853-1918) o el noruego Edvard Munch (1863-1944), formaron parte de ese grupo de artistas.

Käthe era hija de un pastor luterano  que la animó a desarrollar sus dotes artísticas. Asistió a la muerte temprana de sus hermanos y, más tarde, en 1914 durante la Gran Guerra, a la de su hijo menor, Peter de 18 años. Sufría frecuentes ataques de ansiedad y se cree que también micropsia, una enfermedad neurológica.

Autorretrato (1924)

Estudió en Berlín y en Múnich, familiarizándose con el movimiento simbolista alemán y la literatura de autores como Émile Zola, Henrik Ibsen, Máximo Gorki o la del Premio Nobel de literatura alemán Gerhart Hauptmann. También estuvo, entre 1904 y 1907, en Florencia y en París,  donde, además de visitar la famosa Academie Julian (donde podían aprender mujeres sin restricciones), se familiariza con la escultura al conocer a artistas como Auguste Rodin y Teophile Steinlen. En 1919 fue la primera mujer en ser nombrada miembro de la Academia Prusiana de las Artes. En los años siguientes, obras como las series Seven Woodcuts on War o El Proletariado, la convierten en el máximo exponente de la crítica social desde el arte.

Solidaridad (1932)

Su socialismo activo y ánimo antibélico le lleva a realizar varios carteles contrarios a los aires nacionalsocialistas que se empiezan a respirar en Alemania en los años treinta. Junto con otros artistas e intelectuales (como Albert Einstein, Franz Oppenheimer, Ernst Toller o Arnold Zweig) firmó un documento contrario al auge de Hitler conocido como Dringenden Appell (“Llamada de atención”). En 1933 es obligada a dimitir de su cargo académico y sus obras son retiradas de los museos. Algunas de ellas fueron incluidas en la Exposición de Arte Degenerado (Entartete Kunst) que se celebró en Berlín el 19 de julio de 1937. Un año antes, en 1936, la Gestapo la había arrestado junto con su marido, aunque por su edad son puestos en libertad y abandona Berlín. Su esposo y su nieto murieron pocos años después. En 1944 los bombardeos aliados sobre Berlín destruyeron su casa y con ella la práctica totalidad de su obra y documentos. Falleció en abril de 1945 sin ver el fin de la guerra.

Monumento a los Muertos, o Los padres afligidos (1932)

Su primera escultura fue la obra titulada Monumento a los muertos (The Grieving Parents, 1932), como homenaje a su hijo fallecido en la guerra. En lugar de realizar la escultura de un soldado, Kollwitz enfatiza la pérdida realizando dos esculturas, las de sus progenitores abatidos por la pérdida. El monumento memorial se situó en el cementerio militar de Roggevelde (Bélgica), realizado en granito belga por los escultores Rhades y Fritz Diederich, supervisados por Käthe y su marido.

Mujer con niño muerto (1905)

En 1937 inició la realización de otra obra escultórica en su memoria, que terminaría llevando el título de Madre con hijo muerto, aunque también es conocida como la Pietá de Kollwitz. Sin saberlo en esos momentos perdería a su nieto en la IIGM que se avecinaba, también llamado Peter como su hijo.


De esa obra existen también varios dibujos y grabados realizados por ella. Pero la representación más conocida es la réplica de mayor tamaño que se realiza en 1993 en hierro fundido. Fue instalada en Berlín como homenaje y memoria a todas las víctimas de la guerra. Su posición, única figura en el Edificio Neue Wache (construido entre 1816 y 1818, fue un centro importante de celebraciones militares nazis) recibiendo una luz cenital de un círculo abierto en el techo (que también hace que llueva o nieve sobre la obra), hacen que su representación sea aún más imponente e inspire un mayor respeto y sensación de duelo.

El edificio de la Nueva Guardia de Berlín había sido reconvertido en un centro de homenaje a las víctimas de la Gran Guerra en 1931 por el arquitecto Heirich Tessenow, pero sufrió grandes daños durante la IIGM y fue reconstruido en los años sesenta como monumento a las víctimas del fascismo. Más tarde, la antigua RDA instaló una llama perpetua y una cripta con los restos de un soldado desconocido y de un anónimo prisionero de un campo de exterminio, además de tierra extraída de los escenarios europeos de la guerra y de varios campos de concentración. En 1989, con la caída del Muro de Berlín, el monumento pasó a ser lo que es hoy, un homenaje a todas las víctimas de los totalitarismos y las guerras. Se eliminó la llama perpetua y se instaló en su lugar la réplica de la Pietá de Kollwitz. El efecto es sobrecogedor.

AlmaLeonor

Fuentes: Wikipedia, Museo Käthe Kollwitz, Biografías y Vidas, Aquí y Ahora Arte, Ploug, Play and Tour.

ALMAS PARA EL RECUERDO: ROBERT MILLAR

ALMAS PARA EL RECUERDO: ROBERT MILLAR

Ahora que estamos en plena vorágine del Tour de Francia 2017, la vuelta ciclista con más historia y con más reconocimiento mundial, es un buen momento para recordar a un ciclista, una figura fulgurante de los años ochenta y noventa, más o menos cuando yo empezaba a aficionarme al ciclismo en ruta, y que hoy vuelve a ser recordado, aunque no por sus logros en la bicicleta, que tuvo muchos y muy importantes, sino por su cambio de sexo. Me estoy refiriendo a Robert Millar, hoy de nombre Philippa York. Vamos a conocer su historia.

Tengo guardada esta fotografía de la izquierda desde el año 2007 (según consta en mi ordenador, guardada junto con el enlace a una noticia que leí entonces) y es una de las que seleccioné hace unos meses cuando decidí iniciar esta serie de artículos titulados ALMAS PARA EL RECUERDO. No es que esta sección vaya a estar dedicada solamente a deportistas, pero lo cierto es que hasta ahora son los protagonistas de ella. No obstante me alegro de no haber hecho un artículo sobre Robert Millar/Philippa York hasta ahora, porque hubiese parecido una entrada tal vez poco apropiada, chismosa.

Hoy es diferente porque hace unos días, el pasado día 6 de julio, Philippa York decidió hacer pública (se sabía desde hace tiempo en el mundo del ciclismo) su historia: «Durante mucho tiempo he vivido como Philippa». Lo hizo con una carta abierta en la web Cyclingnews.com, un espacio especializado en ciclismo, donde además colabora asiduamente desde el año 2010 con su nombre masculino, «Robert Millar Blog»:

“Creo que se trata del momento adecuado. Hace diez años aún fui objeto de arcaicos prejuicios e insultos por mi condición. Hago pública mi imagen, ya que vivimos en una época más tolerante, libre de ignorancia, y me dedicaré a analizar el ciclismo en televisión (ITV4)”.

Philippa York el pasado 6 de julio

Para hacer más visible su imagen y su voz, Philippa York ha aceptado la propuesta de la cadena británica ITV4, para ser comentarista en el presente Tour de Francia: «Estoy realmente encantada con este desafío. Creo que es el momento adecuado para volver a un papel más activo en el ciclismo, el deporte que siempre he amado». 

Así que creo que hoy es un buen momento para conocer a Philippa York y también para recordar al ciclista Robert Millar. 

Robert Millar, en el Tour de Francia de 1993

Empecemos por saber algo más de Robert Millar. Nacido en Escocia el 13 de septiembre de 1958, pronto empieza a correr como amateur. Primero lo hará en Escocia, luego en carreras británicas y hasta en Francia. En esta primera etapa de su carrera llegó a estar clasificado en 4º lugar en el Campeonato del Mundo Amateur. En 1980 pasó al ciclismo profesional (con el equipo Peugeot). Desde entonces se le conocen varios éxitos en las principales carreras ciclistas mundiales: quedó varias veces entre los diez primeros en carreras del estilo de la Dauphiné Libéré (que ganó en 1990), como la París-Niza, le Grand Prix du Midi Libre, el Tour Midi-Pyrenees, Tour de Suisse, Tour del Mediterraneo o el Tour de Romandía; obtuvo la victoria en la Volta a Catalunya del 85 y en el Tour de Gran Bretaña del 89; en el Tour de Francia, participó en once ediciones, ocho de ellas terminadas por completo, y quedó entre los veinte primeros en seis ocasiones; fue segundo durante dos años en la Vuelta a España (1985 y 1986); en 1987, de la mano del equipo Panasonic, corrió su único Giro de Italia, quedando en segunda posición y ganando una etapa y la clasificación de la montaña.

Siempre fue un magnífico escalador. Participó en el Tour de Francia por primera vez en 1983, consiguiendo una victoria de etapa. Fue una victoria importante, ya que le arrebató el triunfo a Perico Delgado en una etapa de montaña pirenaica, la décima, celebrada un 11 de julio, que era además la primera del Tour en la que se subía a los col de Ausbisque, Tourmalet, Aspin y Peyresourde. Obtuvo seis segundos de ventaja sobre Perico, algo que el segoviano parece que no olvidó nunca. Millar quedó en el puesto 14 a veintitrés minutos del ganador del Tour de ese año, Laurent Fignon y Perico Delgado quedó en el puesto 15, después de haberse llegado a colocar en segunda posición.

Al año siguiente, en 1984, Robert Millar quedó en 4º lugar en el Tour (Perico Delgado tuvo que abandonar por una caída cuando se había colocado el 5º en la general), ganó una etapa y fue el primero en la clasificación de la montaña, algo que no había logrado ningún ciclista inglés y que no se repetirá en 20 años, concretamente hasta el año 2009, cuando Bradley Wiggins resultó tercero en el Tour. Había nacido el gran ciclista profesional.

Bernard Hinault y Robert Millar

Su palmarés no recoge ninguna victoria en las grandes vueltas, pero siempre estuvo entre los primeros haciendo grande el ciclismo de los años ochenta y noventa, la mejor etapa, creo yo, de este deporte, cuando descollaban muchas y grandes figuras, como Bernard Hinault (es, por cierto, el último francés que ha ganado un Tour, en el año 1985), Laurent Fignon, Greg LeMond, Stephen Roche, Jan Ullrich, Lucien van Impe, Joop Zoetemelk, Alex Zülle, Freddy Maertens, Laurent Jalabert, Mario Cipollini, Francesco Moser, Giuseppe Saronni, Sean Kelly, Richard Virenque, Tony Rominger, Giuseppe Saronni, Marco Pantani…   y tantos y tantos otros, además de algunos de los mejores ciclistas españoles de todos los tiempos, como por ejemplo (y a riesgo de dejar muchos, muchísimos, en el tintero): José Luis Laguía, Melchor Mauri, Álvaro Pino, Marino Lejarreta, Vicente Belda, Chava Jiménez, Lucho Herrera, Fernando Escartín, Laudelino Cubino, Anselmo Fuerte, Peio Ruiz Cabestany, Julián Gorospe… y los enormes Miguel Indurain y Perico Delgado, el gran rival de Millar.

Miguel Indurain

En la mente de todo aficionado español al ciclismo quedó aquella mítica Vuelta a España de 1985, cuando en la penúltima etapa, una etapa durísima de puertos “rompepiernas” (los tres puertos de la etapa fueron: La Morcuera, Cotos y el Alto del León), por la sierra de Madrid, entre Alcalá de Henares y las Destilerías Dyc en Palazuelos de Eresma (Segovia), Perico Delgado (no olvidar tampoco la impagable labor de Pepe Recio) le disputó el liderazgo a Robert Millar (en estos momentos líder con maillot amarillo) con una escalada espectacular, digna de los mejores ciclistas del mundo y haciendo vibrar a todos los aficionados que no nos despegábamos del televisor.

 Pepe Recio y Perico Delgado

Descendiendo Navacerrada, Perico Delgado, que estaba a más de seis minutos del líder, Millar (era segundo Pacho Rodríguez a 10” y tercero Peio Ruiz Cabestany del MG-Orbea, el equipo de Perico, a 1’15”), acabó con las aspiraciones del escoces para terminar triunfante en una de las grandes vueltas. Perico Delgado le sacó una ventaja de siete minutos alzándose con el triunfo de la etapa y de la vuelta.

Para la afición inglesa fue una “vuelta robada”, un acuerdo de connivencia entre los equipos españoles. Philip Bouvet, del diario francés L’Équipe, declaró que Millar fue «la víctima de una formidable coalición española». Toda la prensa y hasta el director deportivo del equipo Peugeot, Roland Berland, estaban convencidos de que se les había tendido una trampa urdida por todo el pelotón de la vuelta: «Está todo podrido, todo el pelotón estaba contra nosotros, parece que un español tenía que ganar a toda costa». Millar aseguró que no volvería a correr la vuelta española. Pero si que lo hizo. Al año siguiente, con el equipo Panasonic, se colocó la camiseta amarilla en la etapa seis (coronando los Lagos de Covadonga), pero de nuevo, en la etapa once, esta vez un trial de 29 km en Valladolid, la pierde en favor de Álvaro Pino, quien se hizo con el triunfo de la Vuelta, con Millar en segunda posición a un minuto y seis segundos.  En 1988, con el equipo francés Fagor, volvió a la Vuelta quedando sexto. Perico Delgado ganó el Tour de Francia de ese año y Robert Millar lo abandona en la etapa 17.

Robert Millar y Perico Delgado

Durante la década de los noventa, Robert Millar ya no parecía ser el ciclista descollante de la década anterior. En 1991 terminó el Tour de Francia en el puesto 72, la única vez de las ocho que lo terminó que no se situó entre los 25 primeros. El año siguiente fue su Annus horribilis, cuando llegó a ser positivo por testosterona en la Vuelta a España de 1992. Perdió su tercer puesto y le sancionaron con 10′, una multa pecuniaria y una suspensión durante tres meses, algo que en su profesión no se olvida fácilmente y pasa factura, como le ocurrió tristemente a Marco Pantani (el año pasado se supo que su análisis estuvo manipulado por la mafia a causa de las apuestas clandestinas).  Aun así, obtuvo algunos buenos puestos en esta década: completó el Tour de Francia en 1992 (18ª posición) y 1993 (24ª); la Vuelta en 1992 (20ª) y 1993 (15ª); fue segundo y tercero en algunas carreras y campeón de Gran Bretaña de fondo en carretera en 1995. En ese mismo año su equipo, Le Groupement, se disuelve por quiebra y Millar abandona el ciclismo profesional.

Robert Millar en el Alpe D’Huez en el Tour de Francia de 1991.

Su vida privada era poco conocida. En la todavía clasista España de los ochenta, se le criticaba su coleta y su pendiente en la oreja, y entre sus compañeros de equipo era tenido por un personaje retraído y poco dado a comentar sus cosas. La prensa le calificaba de “taciturno” e impopular por sus repetidas negativas a ser entrevistado. En 1985 se casó, casi en secreto, con la francesa Sylvie Transler (hermana del ciclista Jerome Simon), de la que se separó a finales de los noventa y con la que tuvo un hijo.

En 1994, dos años después del disgusto del dopaje en la Vuelta a España, se hizo vegetariano manifestando a menudo su aversión a los productos químicos. En el año 2000 los rumores sobre su condición sexual hicieron que redujera drásticamente sus apariciones públicas, siendo su participación en los Juegos de la Commonwealth del 2002 la última ocasión en la que se dejó ver como Robert Millar. Al parecer, en el año 2003 inicia su camino de cambio de sexo y pasa por primera vez por el quirófano: “Ya sabía que era diferente desde los cinco años.”

Siguió, no obstante, ligado al ciclismo como preparador y director deportivo, pero al iniciarse el nuevo siglo no se sabe nada de él, desaparece. En el año 2003 fue incluido en el Salón de la fama del Deporte en Escocia y ni siquiera acudió a la ceremonia. Tan notoria fue su desaparición que el Daily Mail decidió profundizar en el tema y se llegó a realizar un documental titulado “En busca de Robert Millar”, basado en el libro del periodista Richard Moore. Entonces, en el año 2007, se publicó la imagen de la que hablaba al principio, una imagen en la que borrosamente se identificaba a una mujer de larga melena, de nombre Philippa York, como Robert Millar. El Daily Mail adelantaba entonces que Philippa vivía en Dorset con su pareja, una mujer llamada Linda Purr.

«Por mucho que he intentado mantener mi privacidad intacta durante el curso de los años, creo que hay varias razones obvias por las que no había tenido un perfil público desde que hice la transición. Por suerte, los tiempos han cambiado desde hace 10 años, cuando mi familia amigos y yo misma estábamos anclados en la vista arcaica y llena de prejuicios que mucha gente y algunos tabloides han mantenido sobre esto.»

Robert Millar, hoy ya Philippa York, es el primer ciclista profesional que ha manifestado públicamente su cambio de sexo. No es el único deportista que lo ha hecho, pero hay deportes en los que parece mucho más difícil hablar abiertamente de ello. Bienvenida de nuevo al mundo del ciclismo Philippa.

AlmaLeonor

Fuentes: WikipediaCyclinews; As; El MundoEl Mundo DeportivoEl Español; Diario Público; MarcaEl Periódico; ABCAS ; Il Corriere; El Mundo Deporte; Web oficial de Perico Delgado; Web oficial del Tour de Francia.

Hoy, 11 de julio, justo cuando acabo de terminar de escribir este artículo, toda la historia de Robert Millar ha sido contada en los comentarios de la décima etapa del Tour por los periodistas de Eurosport.

ALMAS PARA EL RECUERDO: SWIMMING BRIGHTON CLUB

ALMAS PARA EL RECUERDO: SWIMMING BRIGHTON CLUB

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Imagen: Swimming Brighton Club y East Sussex Record

Hoy traemos para nuestras ALMAS PARA EL RECUERDO no a un hombre sino a varios, los intrépidos nadadores ingleses que fundaron, en 1860, el Brighton Club Natación y Mar de Baño para Hombres, que es la denominación completa que adoptó en un principio el que hoy está considerado el más antiguo club de natación de todo el Reino Unido. Unos años después de su fundación, en 1863, se tomaron esta fotografía y tiene su curiosidad. Para conocerla en su total dimensión, hay que ir por partes.

EL CLUB

Frederick Cavill

Un pequeño grupo de amigos, aficionados a la natación, que se solían reunir en las cercanías del Lion Mansions Hotel desde el año de 1858, deciden formalizar su afición con la creación de un club de natación que se oficializa el 4 de mayo de 1860. Principalmente fueron los señores George Brown, J. Nyren, W. Patching, George Worsley (1835-1911), de 25 años, R. Ward Charles Hindley (1818-1893), de 40 años, que era el secretario y John Henry Camp (1826-1875), presidente. Al año siguiente se unió el conocido nadador de 23 años, Frederick Cavill (1839-1927). Cavill, natural de Kensington (Londres), emigraría a Australia una década más tarde (imagen de la derecha), donde fundó una escuela de natación, dando lugar a una muy conocida familia de nadadores profesionales.

Era un club modesto, de precios bajos, pero con mucho entusiasmo. Los socios que quisieran unirse debían pagar una cuota de entrada de un chelín y una suscripción semanal de dos peniques. En un principio no tenían ni un lugar donde cambiarse y las competiciones, que comienzan a celebrarse en 1861, eran igualmente poco significativas. Poco a poco se dotan de vestuarios y empiezan a organizar eventos con más premios que, aunque modestos (algunas veces constaban de una libra de té, o un jamón o una prenda de vestir… o pequeñas cantidades de dinero), pronto van a ser un acertado reclamo para atraer gente al club. En 1863, cuando se tomaron esa fotografía de la cabecera, el número de socios había pasado de 13 a 59.

John Henry Camp en 1872

Además de Cavill, de todos estos primeros miembros del Club de Natación de Brighton, el más famoso fue su primer presidente, John Henry Camp, toda una celebridad en la ciudad y que era conocido como “el capitán Camp”. Su particularidad es que pese a que su pierna izquierda había sido amputada, no le impedía ser un excelente nadador. Además de ser el primer presidente del Club fue instructor de natación y socorrista, llegando a salvar a no menos de 20 personas durante su pertenencia al club.

Una de las actividades más populares promovidas por el Club de Natación Brighton, fue el “Tea Party Acuático” celebrado en el muelle oeste de Brighton sobre una balsa de madera (la imagen inferior es de El Gráfico de 1881, pero se celebró desde los inicios), que se hacía acompañar de “caballitos” hechos de toneles de madera para diversión de los asistentes. La popularidad de John Henry Camp sirvió como acicate para la prensa local que en agosto de 1868 publicaba: El Capitán Camp, el nadador con una sola pierna, preparará y participará del tea party en el agua esta tarde.”

Camp padeció una larga y dolorosa enfermedad al final de sus días que le hizo gastar todos sus ahorros, llegando a vivir casi en la indigencia de no ser por la ayuda del resto de miembros del club. En su lápida, el club hizo poner una inscripción que decía: “Esta lápida fue erigido por el Brighton Club de Natación a la memoria de su antiguo Steward, John Henry Camp, el célebre nadador con una sola pierna, Nacido el 26 de julio de 1826, Murió en Brighton, 28 de diciembre de 1875, a los 49 años…. Su lema fue: me atrevo con cualquier ola para salvar una vida.”

Desde la muerte de John Henry Camp, al mejor nadador y líder del Club Brighton, se le otorgaba el título de “capitán” en su honor. El primero en ostentarlo fue George Harding, un excelente nadador que mantuvo el título durante los cuatro años siguientes, un importante logro ya que el número de socios había aumentado hasta los 115 miembros.

El Club Brighton se vinculó al condado de Sussex y junto a otros clubes de natación promovieron y fundaron la Asociación de Natación Amateur del condado de Sussex. La mayor parte de la información de este artículo se ha extraído de su página web.

LOS BAÑOS

«Swimming Hole», de Thomas Eakins 1884-85 (existe también una fotografía).

En estos años existían algunas particularidades respecto al baño en las playas. La primera, es que muchos señores acostumbraban a bañarse desnudos; y la segunda, es que para bañarse en las playas públicas estas tenían que contar con las llamadas “máquinas de baño”, una especie de “carricoche” que entraba en el agua y que servía para cambiarse y disfrutar del agua sin ser vistos por otros. Lo utilizaban tanto hombres como mujeres, aunque los espacios playeros estuviesen restringidos y separados por sexos.

Así que las reuniones de los socios del Brighton Club, quizá para escapar a estas restricciones, tenían lugar a las 6 de la mañana, excepto si eran competiciones con público, en cuyo caso cumplían la normativa y se cubrían para bañarse.

Pero a algunos no les gustaba nada esa costumbre de utilizar “ropa de baño”. Uno de ellos fue el reverendo (de la Iglesia de Inglaterra) Robert Fancis Kilvert (1840-1879), un personaje controvertido del que, pese a su temprana muerte a los 38 años, se conservan varios diarios que escribió con gran información acerca de la vida rural inglesa de la segunda mitad del XIX. Gran entusiasta del nudismo, consideraba que era una práctica natural y saludable.

Decía el reverendo en distintas fechas de 1872:

“Durante el baño de la mañana temprano, antes del desayuno, muchas personas fueron despojándose abiertamente de sus ropas sobre la arena.  Que deliciosa sensación de libertad correr desnudos hacia el mar, donde las olas se vuelven espuma y el sol de la mañana, de color rojo brillante, cae sobre los miembros de y corrían hacia el mar. Yo habría hecho lo mismo. […] Un muchacho me llevó a la puerta de la máquina de baño lo que pensaba eran dos toallas, pero luego me di cuenta de que uno de los trapos que me había dado era un par de calzoncillos a rayas rojas y blancas muy cortos para cubrir mi desnudez [se llamaban «caleçons»]. No acostumbrado a este tipo de cosas y costumbres que tenían, y en mi ignorancia, me bañé desnudo desdeñando los convencionalismos del lugar y escandalicé a la playa. […] En Shanklin uno tiene que adoptar la costumbre detestable de bañarse en calzones. Si a las señoras no les gusta ver hombres desnudos. ¿Por qué no se mantienen fuera de la vista? hoy he tenido un par de calzones prestados que no me han dejado seguir nadando. Las fuertes olas les arrancaron y les enredaron alrededor de mis tobillos. Mientras tanto, yo estaba encadenado agarrado y tirado por un golpe de mar, que se retiraba de repente y me dejó desnudo sobre la arena. Después de esto tomé el trapo miserable y peligroso y lo arrojé fuera de mí y por supuesto había allí algunas señoras preguntándose qué me ocurrió en el agua.”

Esta costumbre masculina originó en la época varios reglamentos y normas destinadas a guardar el debido decoro y no escandalizar a las señoras (de lo que se quejaba Kilvert amargamente), y así, era fácil encontrar medidas como que entre las 8 de la mañana y las 9 de la noche, había que utilizar un traje de baño para hacer uso de las playas. En las competiciones públicas se introdujo la costumbre de utilizar los llamados caleçons, una especie de “calzones” masculinos para el baño. No fue hasta la desaparición de las “máquinas de baño” y después de permitirse las playas mixtas, cuando se empieza a utilizar el traje de baño decimonónico que nos es familiar, y que para los señores cubría hasta las rodillas.

A la izquierda, un nadador masculino con su «bañador» emergiendo del mar en una caricatura dibujada hacia 1900 por el ilustrador inglés Everard Hopkins (1860-1928). A la derecha, otro nadador masculino de Inglaterra, pero en una playa pública de Francia, en 1877, según dibujó George Du Maurier (1834-1896).

LAS MÁQUINAS DE BAÑOS

Máquinas de Baños en 1870. Caricatura satírica de George du Maurier sobre «un encuentro inesperado». Observese que el señor utiliza calzones y no bañador completo.

Lo cierto es que bañarse tras las “máquinas de baños” impedía que desde la orilla alguien pudiera estar observando al bañista, ya fuesen señoras con ropajes imposibles para el baño, ya fuesen señores tal y como vinieron al mundo.

Esta especie de casetas-carro de cuatro ruedas, que estaban realizadas en madera y cubiertas con lonas, se desplazaban hasta el agua tiradas por caballos. En el extremo que entraba en el agua, tenían una especie de “parapeto” a ambos lados que impedía que un bañista viera a otro al descender del carro.

La “máquina” parece que fue inventada por un cuáquero, el Sr. Benjamín Beale, en 1750 en Kent (Inglaterra), para preservar la modestia de las mujeres en el baño, y no verse enfrentadas a la vergüenza de contemplar a los señores que disfrutaban desnudos del agua. Antes, hacia 1735 se conocen las “campanas de la modestia”, un artilugio un tanto envarado e insuficiente, que pretendía cumplir la misma misión.

Máquinas de Baño en Brighton, según una caricatura de William Heath de 1829.

Máquinas de Baño en Brighton en una fotografía de 1891. Los dos hombre en primer término llevan «calzones» de baño en lugar del bañador de una pieza que ya se acostumbra a utilizar en estos años.

Desde el siglo XVIII este tipo de artilugios se hicieron populares en muchas playas segregadas de Europa (sobre todo en Inglaterra, pero también en Francia o Alemania) y también fuera de ella (en EEUU y México), pero con el inicio del siglo XX, la utilización de bañadores de cuerpo entero (tanto para ellas como para ellos) y la popularización de las playas mixtas, acaban desapareciendo.

LA FOTOGRAFÍA 

La fotografía se dio a conocer en septiembre de 2011 cuando el Club Brighton montó una exposición de carteles, fotografías, películas, archivos y otros elementos de su historia, entre los que se encontraba esta imagen con 19 de sus miembros, aunque no han sido identificados. En un principio resultó algo intrigante porque todos estamos acostumbrados a la imagen de los típicos bañistas victorianos con un excesivamente largo “traje de baño”, normalmente a rayas horizontales. Pero lo cierto, como venía diciendo, es que hasta la segunda mitad del XIX era más corriente que se disfrutara desnudo de los baños de mar.

Los archivos del club indican que la fotografía fue tomada en el año 1863, durante la reunión de Comité del Club, celebrada el 2 de junio de ese año, cuando se admitió como miembro al fotógrafo Benjamín Botham, a quien se le conminó a tomar “un boceto fotográfico de los miembros del Club”, según consta en las actas de dicha reunión.

El fotógrafo Benjamin William Botham (1824-1877), que había sido pañero en Suffolk, llegó a Brighton alrededor de 1860. Tenía unos 35 años y se instaló en la ciudad con su esposa, Ellen Bedwell,  y sus cuatro hijos, ejerciendo de fotógrafo ambulante. Un par de años más tarde, ya tenía un estudio fijo en el 43 de Western Road, justo en la parte trasera de su domicilio en Brighton (el 33 de Clarence Square), donde trabajó como fotógrafo profesional hasta 1868, cuando vendió su estudio y se dedicó a algo totalmente diferente: fue el titular del The New Oxford Teatro de Variedades en New Road, Brighton, hasta su fallecimiento el 18 de diciembre de 1877.

Benjamin fotografió a los 19 miembros del Brighton Club en los alrededores de las instalaciones, cerca del agua, trasladando todo su equipo allí para la ocasión.

Es una fotografía del tipo impresión de albúmina en papel, un formula muy corriente en los años sesenta del siglo XIX y que consistía en cubrir el papel con clara de huevo, un excelente revestimiento, pero que tendía a amarillear con el tiempo (hacia la década de 1880 ya se utilizan otros sistemas para evitar este problema, como por ejemplo, la albúmina fermentada). El desenfoque de los bañistas de las filas traseras sugiere también que la cámara utilizada era de tipo “caja deslizante”, que requería un tiempo de exposición más largo, y revelada con el proceso de “placa húmeda” (y el uso de collodion wet plate”), lo que dificultaba mucho el revelado. Además, habría que añadir las dificultades de tomar una fotografía al aire libre y no en el estudio, donde tendría todos los elementos necesarios a mano. Bien pensado, fue todo un prodigio fotográfico.

Pero no fue la única fotografía de los primeros nadadores del Club, aunque sí la única de la que no se ha logrado identificar a ningún miembro. Norman & Co. hizo esta otra fotografía, que fue tomada a las 8:00 de la mañana de un día indeterminado de marzo de 1891, y es también muy interesante. Los seis hombres más mayores del centro fueron algunos de los primeros miembros del club.

De esos hombres, el segundo empezando por la izquierda (con abrigo claro, bigote y sombrero) es George Brown, uno de sus fundadores; el que está inmediatamente a su lado a la derecha parece ser Leonard Reuben Styer (1843-1932), un dentista que fue presidente del Brighton Club desde 1880 hasta 1931 y una de las personalidades más descollantes del mismo; y el que le sigue a la derecha es John Hawgood (1844-1896), un vendedor de muebles, nacido en Londres, que fue campeón de natación y Secretario Honorario del Club entre 1886 y 1888.

Al contrario que en nuestra fotografía protagonista, los nadadores de esta última ya utilizan traje de baño largo y posan con él. En dicha prenda ya aparece bordado el escudo del club, “dos delfines” que, a su vez, es un símbolo asociado tradicionalmente con la ciudad de Brighton. En la imagen de Botham llevaban los típico caleçons, introducidos desde Francia, que se veían obligados a utilizar cuando competían en público y no podían nadar desnudos, según normas establecidas en la década de los años sesenta, cuando se tomó la fotografía. Según una nota periodística aparecida en “The Spectator” el 6 de agosto de 1864, en la competición de los “Quintos Juegos Anuales de Natación del Club de Natación de Brighton”, se dictaron unas normas de “decoro” que incluían el uso de esta prenda y el uso de gorro de baño.

Los caleçons se sujetaban con una cuerda atada a la cintura que con los embates del mar tendía a desatarse y hacer que los calzones se movieran (de lo que también se quejaba Francis Kilvert ¿recuerdan?), por lo que unos años después, a finales de la década de los setenta, es cuando se empiezan a introducir los famosos bañadores de una pieza hasta la rodilla que nos son tan familiares. Estos evitaban “accidentes” y resultaban más cómodos y prácticos para el nadador.

Otro detalle curioso son los sombreros de copa que lucen los fotografiados de nuestra imagen . Ni es un atuendo necesario para el baño, ni una fotografía de esta guisa requiere tal cortesía en la indumentaria (ni tampoco anteojos, pipas…). Sin embargo también ofrecen alguna pista sobre la correcta datación de la fotografía, pues hay alguno, dos de la fila superior concretamente, que eran llamados en esos años (en la década de los cincuenta y principios de los sesenta) de “tubo de estufa”, por ser muy altos y echados hacia un lado. A mediados de los años sesenta ya se dejan de usar.

Pero nuestra fotografía amarillenta nos dice algo más. Es sabido que las fotografías de grupo, digamos mejor las fotografías “formales” de un grupo deportivo, no son habituales hasta más tarde (un buen ejemplo sería la fotografía anterior, de 1891) y son bastante infrecuentes en la década de los sesenta. Así que ¿qué sentido tenía esta fotografía, por otro lado “tan informal”? Es difícil saberlo, pero lo que sí es seguro es que esta imagen no fue tomada para ser exhibida en el club a la vista de todo el mundo, ni para pasar a la posteridad como una fotografía oficial de grupo del Club de Natación de Brighton.

La utilización de los minúsculos caleçons era algo demasiado privado como para aparecer en una imagen pública, y tanto las posturas de los fotografiados como los sombreros de copa sobre los cuerpos desnudos (incluso uno de los hombres hace un gesto como de sujetar sus dedos entre un imaginario chaleco), solo pueden apuntar a una broma particular entre los asistentes a la que se prestó el fotógrafo ambulante para poder entrar en el club, aun sabiendo que su obra no podría ser públicamente conocida sin despertar escándalo.

También se ha apuntado que la fotografía podría haber sido un guiño hacia uno de sus miembros más conocidos, John Henry Camp, el nadador de una sola pierna, por la postura de una de las figuras centrales de la fotografía, la del mencionado hombre que se lleva los pulgares al cuerpo como sujetando un imaginario chaleco, pero que se sostiene sobre una sola pierna ¿se trataba de una reunión de homenaje al capitán John Henry Camp, en esos momentos director del Brighton Club Natación? Tal vez nunca lo sepamos.

Prácticamente toda la información de este artículo se ha extraído de la magnífica web Photohistory-Sussex.

AlmaLeonor.