MINIESCAPADA CÁNTABRA (OCTUBRE-2022)

Con motivo de la celebración de las Jornadas Enigmas en el Teatro, Halloeween-Samhain, en Torrelavega (Santander), el pasado fin de semana (entre el 27 y el 31 de octubre), realizamos una serie de miniexcursiones por esas tres localidades que nos pillaban muy a mano. Esta es la crónica de una escapadita cántabra con protagonismo del misterio y las celebraciones en torno a la muerte del 31 de octubre, Halloween-Samhain, sin olvidar el día 1 (Todos los Santos) y 2 de noviembre (Difuntos).
Antes de llegar a nuestro destino comimos muy bien en Casa Herrera, en el Paseo Fernández Vallejo, 122 de Tanos (Torrelavega). Siento no poder dejar un comentario favorable en TripAdvisor, pero me han tenido un buen rato en el aire para después decirme que no pueden publicarlo… Pero nos gustó el sitio y no es caro.
Ante todo, decir que nada más poner el pie en Torrelavega nos encontramos con 29º, cielo cubierto y sin nada de viento. Con el paso de los días el tiempo se fue atemperando un poco, pero hasta el 31 no encontramos la temperatura ideal del norte, 18º y algo de lluvia, aunque este día lo que nos recibió por la mañan fue un auténtico vendaval que, después, se dejó notar en la carretera. Al pasar por los muchos viaductos de la A-67 se tornaba realmente peligroso. Los conos de viento se volvían locos.
TORRELAVEGA

Lo primero que me llamó la atención de esta localidad es la cantidad de tráfico que tiene. Muchísimo. Aparcar nos resultó difícil el primer día, luego nos acostumbramos a buscar sitio alrededor del Polideportivo Vicente Trueba (ver las increíbles hazañas de este ciclista de la localidad en HELICON) hazañas , en la zona de El Zapatón, y parece que allí no era tan complicado (aunque también había muchos vehículos haciendo lo mismo). Luego, nos pareció una ciudad muy mal organizada urbanísticamente, pero eso se ve mucho en las localidades industrializadas, como es esta, y con una vía férrea, además. Por cierto, que una de las principales empresas de la localidad se fundó en 1904, la empresa belga Solvay, dando lugar a una importante fábrica de producción de sosa. Esta empresa fue creada por Ernest Solvay, todo un personaje y con una gran presencia en el mundo, del que ya hablé en HELICON. Un apunte más… ¡La cantidad de palmeras que hay en Torrelavega!
Pero lo pasamos tan bien que lo demás resultó secundario. Estuvimos muy a gusto y bien acomodados en el Hostal Cuatro Caminos Rooms, en la Calle de Julián Ceballos, 8. Es un sitio pequeño, pero muy bien acondicionado y acogedor, y sus dueños muy amables. Si volvemos a Torrelavega repetiremos en este alojamiento. Por cierto, si tienen pensado viajar por aquí, reserven directamente en los sitios, no a través de la central de reservas de Cantabria que no se enteran de nada, o siempre te dicen que no hay habitaciones. Para curiosos, Julián Ceballos fue un militar del siglo XIX nacido en Torrrelavega y que debió vivir en la misma casa o una muy próxima a este hostal, según una crónica de su vida… “su residencia fija fue en una casa llamada ‘Los Arcos’ situada cerca de lo que actualmente se conoce como cuatro caminos.”

Encontramos el Ayuntamiento en obras, así que las imágenes de su fachada no son las más adecuadas. Es un edificio de 1906, el Palacio Herreros, construido por el arquitecto Ruicoba. La plaza en la que está situado, llamada Boulevard Luciano Demetrio Herreros y a tan solo 50 metros de nuestro hotel, estaba siempre de lo más animada. Cenamos muy bien en el Cien Montaditos. También busqué la biografía de este hombre, Luciano Demetrio Herreros y, por lo visto, fue un empresario nacido en Cuba y primer dueño del palacio que hoy ocupa el Ayuntamiento.
Justo enfrente se encuentra la Plaza de José María González Trevilla (fue un político del XIX, alcalde de Santander), con una pequeña estatuilla dedicada a Baldomero Fernández, “Mero”, un barrendero popular en Torrelavega, y un emparrado virgen que circunda la pérgola y donde las palomas se pusieron tibias a comer los frutos. También encontramos aquí un enorme corazón metálico que servía de depósito de tapones de plástico. Reciclaje dixit.


Otra plaza por la que pasamos todos los días fue la Plaza Mayor, con su Templete de Música, muy cerca del Teatro Municipal Concha Espina, edificio de 2007 construido sobre el antiguo cine del mismo nombre (y que forma parte del llamado “triángulo cultural” junto a la Biblioteca Municipal Gabino Teira y la Sala de Exposiciones Mauro Muriedas), donde se celebraban las Jornadas Enigmas en el Teatro, Halloeween-Samhain.




La crónica de todo lo vivido en las jornadas ENIGMAS EN EL TEATRO, organizadas por Mariano F. Urresti y el Ayuntamiento de Torrelavega, puede leerse en esta entrada en HELICON. Las fotos, además, también pueden verse aquí.
Muy cerca nos encontramos con una calle muy cinematográfica, la de Serafín Escalante, también conocida como el Paseo de la Fama, con el monumento la Torre de Torrelavega, una escultura en resina de poliéster, de Fran Querol, junto a una placa en honor al cineasta e ilustre vecino Manuel Gutiérrez Aragón, instaladas muy recientemente, en junio de este año. Entre las «torres» cinematográficas de la calle encontramos una dedicada al actor Antonio Resines, Espiga de Honor de la 67 Semana Internacional de Cine de Valladolid (SEMINCI) y que, contagiado de COVID, no pudo recogerla en la Gala. Le deseo una pronta recuperación.


Al parecer, el monumento hace referencia al origen de la localidad. La Torre de la Vega fue una casona fortificada de planta cuadrada y construida con sillares de piedra esquineros, muros de mampostería y almenas, de entre finales del siglo XIII y principios del siglo XIV, en cuyo entorno surgió lo que actualmente es Torrelavega. Mi marido se refería a esta torre como “la muela” y me entero ahora que muchos vecinos la llaman de la misma manera… Todo aquello que se aleja de la norma clásica está mal aceptado al principio, es nuestro sino…

Otro lugar muy concurrido de gente y restaurantes es la plaza de Baldomero Iglesias, popularmente conocida como Plaza Roja, lugar donde también se ha instalado un enorme cartel con el logo “torrelaveganízate” (tampoco es del gusto de muchos).



A este emplazamiento se asoma el lateral de la iglesia de la Virgen Grande o iglesia nueva. Construida entre 1956 y 1962, su factura es moderna y racionalista, con predominio del ladrillo, lo que le confiere un cierto aire industrial, roto por la ligereza que le otorga su espadaña central ahuecada, con vanos abiertos al aire, visible desde la calle Ave María. Por estas calles también anduvimos desayunando y cenando estos días.




Al igual que en la Avenida de España, un pequeño boulevard bajo los plataneros que le otorgan un aire muy agradable para pasear. En estos días andaban ocupados con imágenes que reivindicaban más atención a la lacra de la violencia machista. Esta iniciativa del Consejo de la Mujer de Torrelavega, consta de una serie de siluetas que se abrazan a los árboles de la avenida y representan a cada una de las víctimas mortales (mujeres y niños/as) que han fallecido a manos de parejas, exparejas y/o padres. Torrelavega nos mostró, en nuestro rápido vistazo, cultura, reciclaje y feminismo. No está mal.

Finalmente, la iglesia neogótica de Nuestra Señora de la Asunción (de 1892), fue concebida como colofón al reconocimiento de ciudad en 1895 por la reina María Cristina y al trabajo del párroco Ceferino Calderón, que llevaba ya dos décadas impulsando la importancia del papel industrial y social de la nueva Torrelavega. Destacan el rosetón de su fachada y las vidrieras del interior, así como el Cristo de la Agonía, atribuido a Alonso Cano. También alberga la tumba de Doña Leonor de la Vega, madre del Marqués de Santillana.



Justó detrás, surcando las calles de General Ceballos y Juan XXIII, un paseo de soportales las recorre como si fuese un monumento más del municipio. Este sí, de clara factura industrial y del que no he podido encontrar información alguna.



En el Parque Manuel Barquín, muy cerca de donde aparcabámos todos los días, encontramos el famoso Banco Gigante de Torrelavega, junto a un auditorio al aire libre y una escultura, el bisonte de Jesús Otero, a quien volveríamos a encontrar en Santillana del Mar.
El último día ya disfrutamos de una temperatura más acorde con la tierra y la fecha, aunque lo que predominó, como decía antes, fue el viento. En general, nos hizo demasiado calor para nuestro gusto. Todas las fotos de Torrelavega, estas y más, pueden verse aquí.
SANTILLANA DEL MAR

El viernes por la mañana decidimos visitar Santillana del Mar, la bonita localidad cántabra que yo no conocía. Está muy cerquita de Torrelavega, así que el viaje fue corto. Aparcamos en la entrada, donde han habilitado un parking de pago que en estas fechas ya era gratuito. La primera impresión fue que este pueblo recibe muchísimos visitantes. Pero lo primero es lo primero y se hacía necesario tomar un café…

Curiosamente, este pueblo tiene un origen femenino. Al parecer, un grupo de monjes en el siglo VIII decide instalarse aquí, en una zona deshabitada cerca de la aldea de Planes, situada a los pies del monte Vispieres. El inicial cenobio, regido por un abad, dio paso a un monasterio dedicado a Santa Juliana, cuyos restos albergaba, y a su alrededor se fueron construyendo edificios que servían de cobijo para los agricultores, dando lugar a una villa que tomó el nombre del centro religioso: Sancta Luliana, que derivó en la actual Santillana. Del dominio señorial, con el primer Marqués de Santillana y el Duque del Infantado, la localidad pasó a ser Ayuntamiento en 1833. Pero Santillana del Mar no tiene mar, dicen que poco de santa y, desde luego doy fe, mucho menos de llana. Pero está muy bien conservada y remodelada, aunque la gran mayoría de sus casonas sean hoy tiendas, restaurantes y hoteles. Como decía antes, en verano tiene que ser un hervideero de gente. Ya antes de llegar se pueden ver multitud de apartamentos vacacionales.
Llaman la atención las calles empedradas y las casonas blasonadas. A lo largo de todo el recorrido hasta la colegiata no deja uno de asombrarse de la maravilla de estas casonas y sus escudos esculpidos en las fachadas.










No solicitamos la visita a la Neocueva de Altamira, y eso que sabíamos con mucho tiempo de antelación que visitaríamos Torrelavega. Tampoco el zoo. La verdad es que no teníamos claro si al final podríamos asistir, y eso que reservamos hotel y todo, pero la suerte nos saluda de espaldas últimamente y no nos arriesgamos mucho más ni hicimos planes. Pensábamos visitar algún lugar de los alrededores y ya está. Santillana del Mar fue la primera elección. Todas las fotos pueden verse aquí.
Eso sí, dadas las fechas, muchas de las fachadas lucían decoración de Halloween. Y para ambientar más todavía, lo primero que hicimos fue visitar el Museo de la Tortura. Nada nuevo bajo el sol y muy mala leche demostrada para hacer daño a los demás desde tiempos inmemoriales. Me tome una fotografía junto a la representación de uno de los peores instrumentos de tortura imaginados (y mira que los hay joputas), el Toro de Falaris, que, además, figura en mi libro DE TOROS Y DIOSES. Se pueden ver más imágenes aquí.
















Antes de llegar a la colegiata, a su derecha, en la plaza del Abad Francisco Navarro, se encuentra el Jardín del Museo y Fundación Jesús Otero. Rodeado con una tapia de piedra y una puerta de verja, resulta un magnífico marco para algunas de las esculturas de este artista cántabro. Jesús Otero Oreña (1908-1994) nació, vivió y murió en la villa (excepto los años de cárcel que le supuso su adhesión a la República) y a ella donó toda su obra artística y utensilios que pueden visitarse en el museo de forma gratuita. Más imágemes, aquí.




Al final de la villa se encuentra la Colegiata de Santa Juliana, verdadera obra del románico cántabro, que fue nuestra siguiente y última visita. Aunque no conserva nada del primitivo monasterio del siglo XII, su factura sigue siendo románica, a excepción del frontón triangular de aire renacentista de la portada principal, abierta a la plaza en el lateral sur, que reemplazó al alero románico originario sobre canecillos y que pueden verse expuestos en el Claustro. La puerta de acceso actual es la del muro norte que, además, es la que comunica con el claustro. Fue declarada Monumento Nacional en 1889.





Desde luego, el Claustro románico, adosado al muro norte de la iglesia entre los siglos XII y XIII (el lado este es posterior, del siglo XVI, renacentista), es una maravilla. Las galerías primitivas están formadas por arcos de medio punto soportados por columnas pareadas o cuádruples. En total cuenta con 43 capiteles de los que los más antiguos, los del lado sur y primer tramo del lado oeste, son historiados con tallas de apreciable mérito, mientras que los más recientes presentan temas vegetales. Yo es que soy una enamorada de canecillos y capiteles y no pude sustraerme a fotografiar prácticamente todos ellos.









También acabaron en nuestras cámaras algunas de las escenas de un gran diorama que representa la pasión de Cristo en todos sus pasos. Muy logrado, aunque por tenerlo que preservar del viento y la lluvia con un simple plástico, afeaba el entorno del Claustro. Muy mal. Punto negativo.




En el interior de la colegiata, cabe destacar el retablo mayor, de finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI, que mezcla elementos del gótico flamígero y del plateresco. Lo que no vimos fue la reliquia de un Lignum Crucis, incrustado en una cruz de plata, donado por el abad de Santo Toribio al abad de la Colegiata alrededor de 1425, para que pudieran disfrutarlo los peregrinos que iban hacia Santiago y paraban en Santillana. Supuso para mi un momento de relax y descanso de tanta vía empedrada. También el órgano es impresionante, pero es que a mi me gustan mucho, siempre es de lo primero que busco en una iglesia. Más fotografías de Santillana, su colegiata y el claustro, aquí.
Y como colofón, antes de volver a Torrelavega, nos paramos a comer en uno de los muchos lugares que ofrecen menú por un módico precio. No es que fuese una maravilla, pero estuvo bien.

Antes de abandonar Santillana del Mar, nos pasamos un momento a ver la fachada del Palacio Velarde o Palacio de las Arenas, muestra del primer renacimiento construido en el siglo XVI para uno de los miembros de esta favorecida familia cántabra, los Velarde, que cuentan con otras edificaciones palaciegas en la misma villa, como la Casa del Cantón. El Palacio Velarde llegó a ser propiedad del famoso príncipe Alfonso de Hohenlohe, pero en el año 2011 estaba en venta y en el año 2018 el Diario Montañés anunciaba que un empresario mexicano quería convertirlo en hotel. No sé en qué situación se encuentra ahora.
SUANCES

Para ser gentes de interior y de secano, amantes de la montaña, los bosques y las cumbres nevadas, la verdad es que tanto a mi marido como a mi, nos gusta acercarnos al mar. Contemplar el mar es una de las experiencias más gratificantes que existen, al menos para nosotros. Así que no podíamos marcharnos de aquí sin pasear por la costa. Nos decidimos por Suances, pese a que ya lo conocíamos (estuvimos en el 2017, con Miki, aquí la crónica en HELICON) precisamente por eso, porque nos gustó.

Así que, como ya contamos muchas cosas de este lugar y, en realidad, solo fuimos a hacer una escapadita y comer en algún restaurante del puerto, pues no contaré mucho más. Solo decir que en buena compañía, todo es mágico.
Además de estas tres estupendas mujeres (Maite F. Muga, Ana Rodríguez y servidora), la jornada estuvo también presidida por tres caballeros: Jota, J.M. de la Portilla (autor de las fotografías firmadas con su nombre) y Fran, mi hijo, que pudo acercarse un par de días. ¡Una jornada preciosa!
Ahora, disfruten del mar… Al menos un poquito… Tanto como yo ese día. Para ver más fotografías de Suances, pinchar aquí.





Hasta aquí la crónica de cuatro días cántabros que dieron mucho de sí y nos hicieron disfrutar de lo lindo. Y como si se tratase de una amenaza, que no lo es en absoluto…, sepan que… ¡VOLVERÉ!
AlmaLeonor_LP