PASADO, PRESENTE, FUTURO

PASADO, PRESENTE, FUTURO

Junto al reloj de cuco suizo de Schonach. En el pasado.

Yo fui. Pero lo que fui no me recuerda:
Mil capas de polvo ocultan, velos,
Estos cuarenta rostros desiguales,
Marcados por el tiempo y los macareos.
Yo soy. Pero lo que soy es tan poco:
Rana huida del charco, que saltó,
Y en el salto que dio, cuanto podía,
El aire de otro mundo la reventó.
Falta ver, si es que falta, qué seré:
Un rostro recompuesto antes del fin,
Un canto de batracio, aunque ronco,
Una vida que corra así-así.

JOSE SARAMAGO

ARCOIRIS DE TODOS LOS INSTANTES.

ARCOIRIS DE TODOS LOS INSTANTES.

Imagen propia de las calles de Amsterdam (2009).

Aquí,
mi sangre de todos los colores,
desenlace de mi tiempo
en el tuyo,
sencillo dibujo de tu rostro
en mi semblante
que ama por igual,
en este instante,
el arcoíris
de todos los instantes.

Jesús Salviejo
Poemario Inédito «Silencios«

28 de Junio, Día Internacional por la Liberación Sexual y Orgullo del Colectivo LGTBIAQ+ LGTBIAQ+: Lesbianas, Gais, Transexual-Transgénero, Bisexuales, Intersexuales, Asexuales, Queer, entre otras. Para simplificar, Día Mundial por la libertad sexual.
AlmaLeonor_LP

MINIESCAPADA CÁNTABRA (OCTUBRE-2022)

MINIESCAPADA CÁNTABRA (OCTUBRE-2022)

Con motivo de la celebración de las Jornadas Enigmas en el Teatro, Halloeween-Samhain, en Torrelavega (Santander), el pasado fin de semana (entre el 27 y el 31 de octubre), realizamos una serie de miniexcursiones por esas tres localidades que nos pillaban muy a mano. Esta es la crónica de una escapadita cántabra con protagonismo del misterio y las celebraciones en torno a la muerte del 31 de octubre, Halloween-Samhain, sin olvidar el día 1 (Todos los Santos) y 2 de noviembre (Difuntos).

Antes de llegar a nuestro destino comimos muy bien en Casa Herrera, en el Paseo Fernández Vallejo, 122 de Tanos (Torrelavega). Siento no poder dejar un comentario favorable en TripAdvisor, pero me han tenido un buen rato en el aire para después decirme que no pueden publicarlo… Pero nos gustó el sitio y no es caro.

Ante todo, decir que nada más poner el pie en Torrelavega nos encontramos con 29º, cielo cubierto y sin nada de viento. Con el paso de los días el tiempo se fue atemperando un poco, pero hasta el 31 no encontramos la temperatura ideal del norte, 18º y algo de lluvia, aunque este día lo que nos recibió por la mañan fue un auténtico vendaval que, después, se dejó notar en la carretera. Al pasar por los muchos viaductos de la A-67 se tornaba realmente peligroso. Los conos de viento se volvían locos.

TORRELAVEGA

Lo primero que me llamó la atención de esta localidad es la cantidad de tráfico que tiene. Muchísimo. Aparcar nos resultó difícil el primer día, luego nos acostumbramos a buscar sitio alrededor del Polideportivo Vicente Trueba (ver las increíbles hazañas de este ciclista de la localidad en HELICON) hazañas , en la zona de El Zapatón, y parece que allí no era tan complicado (aunque también había muchos vehículos haciendo lo mismo). Luego, nos pareció una ciudad muy mal organizada urbanísticamente, pero eso se ve mucho en las localidades industrializadas, como es esta, y con una vía férrea, además. Por cierto, que una de las principales empresas de la localidad se fundó en 1904, la empresa belga Solvay, dando lugar a una importante fábrica de producción de sosa. Esta empresa fue creada por Ernest Solvay, todo un personaje y con una gran presencia en el mundo, del que ya hablé en HELICON. Un apunte más… ¡La cantidad de palmeras que hay en Torrelavega!

Pero lo pasamos tan bien que lo demás resultó secundario. Estuvimos muy a gusto y bien acomodados en el Hostal Cuatro Caminos Rooms, en la Calle de Julián Ceballos, 8. Es un sitio pequeño, pero muy bien acondicionado y acogedor, y sus dueños muy amables. Si volvemos a Torrelavega repetiremos en este alojamiento. Por cierto, si tienen pensado viajar por aquí, reserven directamente en los sitios, no a través de la central de reservas de Cantabria que no se enteran de nada, o siempre te dicen que no hay habitaciones. Para curiosos, Julián Ceballos fue un militar del siglo XIX nacido en Torrrelavega y que debió vivir en la misma casa o una muy próxima a este hostal, según una crónica de su vida… “su residencia fija fue en una casa llamada ‘Los Arcos’ situada cerca de lo que actualmente se conoce como cuatro caminos.”

Encontramos el Ayuntamiento en obras, así que las imágenes de su fachada no son las más adecuadas. Es un edificio de 1906, el Palacio Herreros, construido por el arquitecto Ruicoba. La plaza en la que está situado, llamada Boulevard Luciano Demetrio Herreros y a tan solo 50 metros de nuestro hotel, estaba siempre de lo más animada. Cenamos muy bien en el Cien Montaditos. También busqué la biografía de este hombre, Luciano Demetrio Herreros y, por lo visto, fue un empresario nacido en Cuba y primer dueño del palacio que hoy ocupa el Ayuntamiento.

Justo enfrente se encuentra la Plaza de José María González Trevilla (fue un político del XIX, alcalde de Santander), con una pequeña estatuilla dedicada a Baldomero Fernández, “Mero”, un barrendero popular en Torrelavega, y un emparrado virgen que circunda la pérgola y donde las palomas se pusieron tibias a comer los frutos. También encontramos aquí un enorme corazón metálico que servía de depósito de tapones de plástico. Reciclaje dixit.

Otra plaza por la que pasamos todos los días fue la Plaza Mayor, con su Templete de Música, muy cerca del Teatro Municipal Concha Espina, edificio de 2007 construido sobre el antiguo cine del mismo nombre (y que forma parte del llamado “triángulo cultural” junto a la Biblioteca Municipal Gabino Teira y la Sala de Exposiciones Mauro Muriedas), donde se celebraban las Jornadas Enigmas en el Teatro, Halloeween-Samhain.

La crónica de todo lo vivido en las jornadas ENIGMAS EN EL TEATRO, organizadas por Mariano F. Urresti y el Ayuntamiento de Torrelavega, puede leerse en esta entrada en HELICON. Las fotos, además, también pueden verse aquí.

Muy cerca nos encontramos con una calle muy cinematográfica, la de Serafín Escalante, también conocida como el Paseo de la Fama, con el monumento la Torre de Torrelavega, una escultura en resina de poliéster, de Fran Querol, junto a una placa en honor al cineasta e ilustre vecino Manuel Gutiérrez Aragón, instaladas muy recientemente, en junio de este año. Entre las «torres» cinematográficas de la calle encontramos una dedicada al actor Antonio Resines, Espiga de Honor de la 67 Semana Internacional de Cine de Valladolid (SEMINCI) y que, contagiado de COVID, no pudo recogerla en la Gala. Le deseo una pronta recuperación.

Al parecer, el monumento hace referencia al origen de la localidad. La Torre de la Vega fue una casona fortificada de planta cuadrada y construida con sillares de piedra esquineros, muros de mampostería y almenas, de entre finales del siglo XIII y principios del siglo XIV, en cuyo entorno surgió lo que actualmente es Torrelavega. Mi marido se refería a esta torre como “la muela”  y me entero ahora que muchos vecinos la llaman de la misma manera… Todo aquello que se aleja de la norma clásica está mal aceptado al principio, es nuestro sino…

Otro lugar muy concurrido de gente y restaurantes es la plaza de Baldomero Iglesias, popularmente conocida como Plaza Roja, lugar donde también se ha instalado un enorme cartel con el logo “torrelaveganízate” (tampoco es del gusto de muchos).

A este emplazamiento se asoma el lateral de la iglesia de la Virgen Grande o iglesia nueva. Construida entre 1956 y 1962, su factura es moderna y racionalista, con predominio del ladrillo, lo que le confiere un cierto aire industrial, roto por la ligereza que le otorga su espadaña central ahuecada, con vanos abiertos al aire, visible desde la calle Ave María. Por estas calles también anduvimos desayunando y cenando estos días.

Al igual que en la Avenida de España, un pequeño boulevard bajo los plataneros que le otorgan un aire muy agradable para pasear. En estos días andaban ocupados con imágenes que reivindicaban más atención a la lacra de la violencia machista. Esta iniciativa del Consejo de la Mujer de Torrelavega, consta de una serie de siluetas que se abrazan a los árboles de la avenida y representan a cada una de las víctimas mortales (mujeres y niños/as) que han fallecido a manos de parejas, exparejas y/o padres. Torrelavega nos mostró, en nuestro rápido vistazo, cultura, reciclaje y feminismo. No está mal.

Finalmente, la iglesia neogótica de Nuestra Señora de la Asunción (de 1892), fue concebida como colofón al reconocimiento de ciudad en 1895 por la reina María Cristina y al trabajo del párroco Ceferino Calderón, que llevaba ya dos décadas impulsando la importancia del papel industrial y social de la nueva Torrelavega. Destacan el rosetón de su fachada y las vidrieras del interior, así como el Cristo de la Agonía, atribuido a Alonso Cano. También alberga la tumba de Doña Leonor de la Vega, madre del Marqués de Santillana.

Justó detrás, surcando las calles de General Ceballos y Juan XXIII, un paseo de soportales las recorre como si fuese un monumento más del municipio. Este sí, de clara factura industrial y del que no he podido encontrar información alguna.

En el Parque Manuel Barquín, muy cerca de donde aparcabámos todos los días, encontramos el famoso Banco Gigante de Torrelavega, junto a un auditorio al aire libre y una escultura, el bisonte de Jesús Otero, a quien volveríamos a encontrar en Santillana del Mar.

El último día ya disfrutamos de una temperatura más acorde con la tierra y la fecha, aunque lo que predominó, como decía antes, fue el viento. En general, nos hizo demasiado calor para nuestro gusto. Todas las fotos de Torrelavega, estas y más, pueden verse aquí.

SANTILLANA DEL MAR

El viernes por la mañana decidimos visitar Santillana del Mar, la bonita localidad cántabra que yo no conocía. Está muy cerquita de Torrelavega, así que el viaje fue corto. Aparcamos en la entrada, donde han habilitado un parking de pago que en estas fechas ya era gratuito. La primera impresión fue que este pueblo recibe muchísimos visitantes. Pero lo primero es lo primero y se hacía necesario tomar un café…

Curiosamente, este pueblo tiene un origen femenino. Al parecer, un grupo de monjes en el siglo VIII decide instalarse aquí, en una zona deshabitada cerca de la aldea de Planes, situada a los pies del monte Vispieres. El inicial cenobio, regido por un abad, dio paso a un monasterio dedicado a Santa Juliana, cuyos restos albergaba, y a su alrededor se fueron construyendo edificios que servían de cobijo para los agricultores, dando lugar a una villa que tomó el nombre del centro religioso: Sancta Luliana, que derivó en la actual Santillana. Del dominio señorial, con el primer Marqués de Santillana y el Duque del Infantado, la localidad pasó a ser Ayuntamiento en 1833. Pero Santillana del Mar no tiene mar, dicen que poco de santa y, desde luego doy fe, mucho menos de llana. Pero está muy bien conservada y remodelada, aunque la gran mayoría de sus casonas sean hoy tiendas, restaurantes y hoteles. Como decía antes, en verano tiene que ser un hervideero de gente. Ya antes de llegar se pueden ver multitud de apartamentos vacacionales.

Llaman la atención las calles empedradas y las casonas blasonadas. A lo largo de todo el recorrido hasta la colegiata no deja uno de asombrarse de la maravilla de estas casonas y sus escudos esculpidos en las fachadas.

No solicitamos la visita a la Neocueva de Altamira, y eso que sabíamos con mucho tiempo de antelación que visitaríamos Torrelavega. Tampoco el zoo. La verdad es que no teníamos claro si al final podríamos asistir, y eso que reservamos hotel y todo, pero la suerte nos saluda de espaldas últimamente y no nos arriesgamos mucho más ni hicimos planes. Pensábamos visitar algún lugar de los alrededores y ya está. Santillana del Mar fue la primera elección. Todas las fotos pueden verse aquí.

Eso sí, dadas las fechas, muchas de las fachadas lucían decoración de Halloween. Y para ambientar más todavía, lo primero que hicimos fue visitar el Museo de la Tortura. Nada nuevo bajo el sol y muy mala leche demostrada para hacer daño a los demás desde tiempos inmemoriales. Me tome una fotografía junto a la representación de uno de los peores instrumentos de tortura imaginados (y mira que los hay joputas), el Toro de Falaris, que, además, figura en mi libro DE TOROS Y DIOSES. Se pueden ver más imágenes aquí.

Antes de llegar a la colegiata, a su derecha, en la plaza del Abad Francisco Navarro, se encuentra el Jardín del Museo y Fundación Jesús Otero. Rodeado con una tapia de piedra y una puerta de verja, resulta un magnífico marco para algunas de las esculturas de este artista cántabro. Jesús Otero Oreña (1908-1994) nació, vivió y murió en la villa (excepto los años de cárcel que le supuso su adhesión a la República) y a ella donó toda su obra artística y utensilios que pueden visitarse en el museo de forma gratuita. Más imágemes, aquí.

Al final de la villa se encuentra la Colegiata de Santa Juliana, verdadera obra del románico cántabro, que fue nuestra siguiente y última visita. Aunque no conserva nada del primitivo monasterio del siglo XII, su factura sigue siendo románica, a excepción del frontón triangular de aire renacentista de la portada principal, abierta a la plaza en el lateral sur, que reemplazó al alero románico originario sobre canecillos y que pueden verse expuestos en el Claustro. La puerta de acceso actual es la del muro norte que, además, es la que comunica con el claustro. Fue declarada Monumento Nacional en 1889.

Desde luego, el Claustro románico, adosado al muro norte de la iglesia entre los siglos XII y XIII (el lado este es posterior, del siglo XVI, renacentista), es una maravilla. Las galerías primitivas están formadas por arcos de medio punto soportados por columnas pareadas o cuádruples. En total cuenta con 43 capiteles de los que los más antiguos, los del lado sur y primer tramo del lado oeste, son historiados con tallas de apreciable mérito, mientras que los más recientes presentan temas vegetales. Yo es que soy una enamorada de canecillos y capiteles y no pude sustraerme a fotografiar prácticamente todos ellos.

También acabaron en nuestras cámaras algunas de las escenas de un gran diorama que representa la pasión de Cristo en todos sus pasos. Muy logrado, aunque por tenerlo que preservar del viento y la lluvia con un simple plástico, afeaba el entorno del Claustro. Muy mal. Punto negativo.

En el interior de la colegiata, cabe destacar el retablo mayor, de finales del siglo XV y comienzos del siglo XVI, que mezcla elementos del gótico flamígero y del plateresco. Lo que no vimos fue la reliquia de un Lignum Crucis, incrustado en una cruz de plata, donado por el abad de Santo Toribio al abad de la Colegiata alrededor de 1425, para que pudieran disfrutarlo los peregrinos que iban hacia Santiago y paraban en Santillana. Supuso para mi un momento de relax y descanso de tanta vía empedrada. También el órgano es impresionante, pero es que a mi me gustan mucho, siempre es de lo primero que busco en una iglesia. Más fotografías de Santillana, su colegiata y el claustro, aquí.

Y como colofón, antes de volver a Torrelavega, nos paramos a comer en uno de los muchos lugares que ofrecen menú por un módico precio. No es que fuese una maravilla, pero estuvo bien.

Antes de abandonar Santillana del Mar, nos pasamos un momento a ver la fachada del Palacio Velarde o Palacio de las Arenas, muestra del primer renacimiento construido en el siglo XVI para uno de los miembros de esta favorecida familia cántabra, los Velarde, que cuentan con otras edificaciones palaciegas en la misma villa, como la Casa del Cantón. El Palacio Velarde llegó a ser propiedad del famoso príncipe Alfonso de Hohenlohe, pero en el año 2011 estaba en venta y en el año 2018 el Diario Montañés anunciaba que un empresario mexicano quería convertirlo en hotel. No sé en qué situación se encuentra ahora.

SUANCES

Para ser gentes de interior y de secano, amantes de la montaña, los bosques y las cumbres nevadas, la verdad es que tanto a mi marido como a mi, nos gusta acercarnos al mar. Contemplar el mar es una de las experiencias más gratificantes que existen, al menos para nosotros. Así que no podíamos marcharnos de aquí sin pasear por la costa. Nos decidimos por Suances,  pese a que ya lo conocíamos (estuvimos en el 2017, con Miki, aquí la crónica en HELICON) precisamente por eso, porque nos gustó.

Así que, como ya contamos muchas cosas de este lugar y, en realidad, solo fuimos a hacer una escapadita y comer en algún restaurante del puerto, pues no contaré mucho más. Solo decir que en buena compañía, todo es mágico.

Además de estas tres estupendas mujeres (Maite F. Muga, Ana Rodríguez y servidora), la jornada estuvo también presidida por tres caballeros: Jota, J.M. de la Portilla (autor de las fotografías firmadas con su nombre) y Fran, mi hijo, que pudo acercarse un par de días. ¡Una jornada preciosa!

Ahora, disfruten del mar… Al menos un poquito… Tanto como yo ese día. Para ver más fotografías de Suances, pinchar aquí.

Hasta aquí la crónica de cuatro días cántabros que dieron mucho de sí y nos hicieron disfrutar de lo lindo. Y como si se tratase de una amenaza, que no lo es en absoluto…, sepan que… ¡VOLVERÉ!

AlmaLeonor_LP

DESTINO INCIERTO

DESTINO INCIERTO

Imagen: Ramon Casas i Carbó

Relato finalista en el VIII Certamen de Microrrelatos Ateneo de Mairena del Aljarafe (Sevilla)

Le insisto acerca de la trascendencia del destino, pero es como darse contra un muro: persevera en que el destino resulta irrelevante si no nos esforzamos en disfrutar del trayecto, que solo desea experimentar una inédita experiencia a cada minuto, que la incesante concatenación de hallazgos inesperados enriquece nuestro devenir… que carece de lógica obsesionarse con el destino.

Estrangulo el asentimiento en mi garganta. Lleva razón: nadie argumentó jamás con tamaña nitidez mi verdadera misión en la vida.

Empero, enfrentándome a dicha lógica aplastante, reniego de ella y repito que en esta agencia de viajes no trabajamos así.

Blog Las Crónicas del Otro Mundo

«Las Crónicas del Otro Mundo»,
Adrián E. Belmonte y Carlos López,
Editorial Amaranta

AL BORDE DE LA NATURALEZA

AL BORDE DE LA NATURALEZA

LA IDEA
El ordenamiento de los objetos debe tener un hilo conductor que sirva para transmitir un contenido. Este es el aspecto más importante a la hora de empezar a plantearse montar una exposición. Tener un criterio en torno al cual van a seleccionarse y a ubicarse las fotos que vayamos a exhibir. Esto quiere decir que hay que elegir una temática, una idea guía, una
intención principal hacia la cual va a dirigirse la composición del espacio que vayamos a disponer. Hay que partir de algún punto, hay que definir cuál será el motivo principal de la exposición que vamos a organizar. La selección de las fotografías es la clave del éxito.

LA LEY DE LA SEMEJANZA
En el ámbito expositivo COMPONER significa ordenar el espacio y este espacio, además, ha de estar dispuesto bajo un criterio que consiga una muestra armónica, homogénea, que evite los contrastes violentos. Esto es conocido como la ley de la semejanza. Una de las cosas más importantes que tendremos en cuenta a la hora de montar una exposición, es dar la sensación de que el espacio nos invita a estar y, sobre todo, a mirar. Y de la armonía que se desprendan estas dos sensaciones dependerá la calidad del mensaje que pretendamos transmitir.

AL BORDE DE LA NATURALEZA
Una mirada abierta más allá de todo lo que nos rodea.
El marco en la naturaleza lo pone tu mirada.

Exponer es avanzar en la carrera del fotógrafo como artista.
Intencionalidad: Reflejar y mostrar una profunda veneración por la belleza y la libertad del mundo natural.

Pero el arroyo siguió fluyendo. Uniendo el Pasado y el Futuro.
Su búsqueda fue larga. Pero segura.
Pues el Espíritu vivía, esperando.
Liberado, resurgió su Poder.
El Lobo recobró su libertad. La Tierra toda.

LA LEYENDA DEL LOBO CANTOR
(George Stone)
Para llegar a la montaña tienen que atravesar 7 valles: el
valle de la búsqueda, el valle del amor sin límites, el valle del
conocimiento, el valle de la independencia (de la libertad), el
valle de la pura unidad, el valle del vértigo del
enamoramiento que priva de toda certeza y, finalmente, el
valle de la pobreza y la muerte (el olvido de sí), valle más
allá del cual no se puede avanzar.
“El lenguaje de los pájaros”
(Farid ud-Din Attar)
La vida es un fulgor tan
breve que la ardilla,
rojo relámpago del
bosque,
hace todo deprisa;
por si la diera tiempo.

JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO
LOS QUE INICIARON EL VIAJE SE CONVIRTIERON
EN SUS PROPIOS AMIGOS Y A LA VEZ ENEMIGOS
DE SÍ, PORQUE CADA CUAL ES PRISIONERO DE
SUS ILUSIONES.

“EL LENGUAJE DE LOS PÁJAROS”
(FARID UD-DIN ATTAR)
LIBERTAD
PORQUE SÍ, EL AGUA
ECHÓ A CORRER, SALTÁNDOSE EL REGATO.
¿HACIA DÓNDE?
¿Y QUÉ LE IMPORTA AL AGUA?

JOSÉ JIMÉNEZ LOZANO
No aprendas nada, y el próximo mundo será
igual que éste, con las mismas limitaciones y
pesos de plomo que superar.

JUAN SALVADOR GAVIOTA
(Richard Bach)

Proyecto Expositivo de mi marido, Jose María de la Portilla, trabajo teórico final del curso de fotografía que ha realizado durante los últimos seis meses. Todas las fotografías son suyas.

AlmaLeonor_LP

CARCASSONA Y ALREDEDORES (2)

CARCASSONA Y ALREDEDORES (2)

Carcassona y alrededores (fotos aquí o pinchando en la imagen)

Este viaje no lo iniciamos en Valladolid, sino en Pamplona, a donde llegamos el día anterior, el 17 de noviembre. De Pamplona salimos a las 10:00 de la mañana del 18, rumbo a Carcassona, no sin antes repostar a 1,30€ de gazole (un total de 65€).

Lo primero que tengo que decir es que, tal vez inocentemente, fuimos desde Pamplona hasta la frontera en Irún por la carretera nacional (N-121a), no por autopista (AP15), por lo que el viaje fue más lento y, esto fue inevitable, lleno de obras en varios tramos. Eso sí, el paisaje espectacular. Todo el otoño en explosión de colores a nuestro alrededor, sobre todo en los tramos en los que atravesamos o dejamos cerca los bosques de Orgi y Bertiz. También nos encontramos con varios túneles (alguno cerrado que nos obligó a circular por el puerto) y tramos de fuerte pendiente de bajada que llegaron a taponarme los oídos. Después, está el tema de atravesar Irún. Llevábamos puesto el Tom-Tom, pero en una rotonda nos hacía dar la vuelta por donde habíamos venido y no nos pareció lógico, así que tomamos la salida anterior y… se lio todo de una manera tremenda. Había muchas obras, dimos un montón de vueltas, pagamos un peaje (1,04€) de más y, finalmente, volvimos al punto donde nos confundimos y, efectivamente, había que volver por donde habíamos entrado para tomar un desvío casi inmediatamente a la derecha hacia Bayona. En ese momento decidimos no volver a dudar del Tom-Tom (no lo hacíamos por capricho, es viejo, está sin actualizar y ya nos la había jugado alguna vez antes) y seguir sus instrucciones. Claro que después el muy capullo se vengó y llegó un momento en el que ya fuese porque estaba nublado, ya porque es muy antiguo, ya por que sí, el caso es que funcionó pocas veces más. De este viaje no pasa que lo jubilemos.

Aire D’Hastingues (Francia)

Por cierto que llevamos todo el camino con unos 14º de temperatura y un cielo azul y soleado. Son las 11:25 de la mañana y hemos recorrido 93 km cuando pasamos la frontera francesa. Hay mucha policía gala, equipados con rifles y con cara de pocos amigos. No sabemos si será debido al COVID o por algún chivatazo, pero es la primera vez que vemos algo así en este punto. Empezamos la deriva de peajes: Biriatou (1,80€), La Négresse (2,50€), recogida de ticket en Sames y pago en Lestelle (19,40€), Muret (1,80€), recogida de ticket en Toulouse y pago en Carcassona-Est (9,10€). Total 35,64€ de peajes (incluido el de Irún que no debíamos haber pagado), que ya está bien, y eso solo en el viaje de ida. Afortunadamente, con lo poco que hemos circulado, no tuvimos que repostar más que una vez y poco (35€), antes de volver a entrar en España (repostamos en Pamplona ya para volver a Valladolid, por lo que no lo cuento como gasto del viaje), así que podemos decir que los gastos de gazole (me encanta esta palabra francesa) han sido en total 100€ justos.

En medio hicimos una parada corta en el Aire D’Hastingues y otra más corta todavía en el punto de peaje de Lestelle, donde seguíamos con una buenísima temperatura, 13º en este momento, y eso que ya llevábamos un trecho viendo los Pirineos nevados en el horizonte. El paisaje seguía siendo impresionante, tanto como las bajadas con fuerte pendiente por la que pasamos aproximadamente entre Pau y Tarbes, con ratios de 5% y 6% continuamente. En Toulouse, cogemos la E80 dirección Montpellier, la llamada Autoroute des Deux Mers, y después de más obras  y más paisaje infinitamente bello, tomamos la salida 24 dirección Carcassona-Est, dejando atrás el área desde donde se divisa la Cité y que ha sido punto de parada casi obligada las otras veces que pasamos por aquí.

A las 16:30 horas y con 515 km en el marcador, parábamos en la puerta del Hotel Espace Cité en la Rue Trivalle. Como diría el Tom-Tom… ¡Ha llegado a su destino!

DÍA 18 DE NOVIEMBRE: CARCASSONA LA NUIT

La entrada a la Cité por la Puerta Narbona

De la Cité de Carcassona hay pocas cosas que contar que no sepa ya prácticamente todo el mundo. No obstante, una amplia explicación sobre la historia de la Cité se puede encontrar en una entrada anterior de HELICON, el relato de nuestro VIAJE POR LOS CASTILLOS CÁTAROS del 2012, así que remito a ese artículo para saber más. Lo que si diré aquí, de nuevo, es que una vez que has visto su silueta en el horizonte ya no puedes sustraerte de acercarte a ella. Es un lugar imponente, soberbio, atrayente y muy, muy fotogénico. Nada más llegar al hotel, inscribirnos, instalarnos y asearnos, nos fuimos directos a la Puerta Narbona para fotografiar la Cité de noche.

El visitante olvida aquí, de pronto, los automóviles, la multitud de veraneantes y el estrés de sus contemporáneos

Así empieza una guía de Carcassona que adquirimos en el hotel. Nada más incierto. De día es un trasiego continuo de turistas. De noche, hay mucha gente igualmente, tanto visitantes como habitantes de la Cité, que los tiene (y no me refiero a los hospedados en los hoteles). Hay que tener muchísimo cuidado con los vehículos pues el tocón que impide el paso durante el día está abierto por la noche y el tránsito de coches es constante (durante el día se pueden ver algunos del mantenimiento de la Cité, debidamente identificados) y todos van muy rápidos (demasiado, pienso). Suponemos que serían los vehículos de los negocios para aprovisionarse para el día siguiente, pues alguno vimos descargando cosas en un par de locales.

Calles de la Cité

Pero esa noche también nos encontramos con alguna sorpresa, como por ejemplo, una dotación de bomberos que debían estar achicando agua de algún punto del interior de la Cité pues una manguera recorría buena parte de la calle central, la Cross Mayrevieille (no fuimos a ver hasta donde llegaba, pero si vimos a varios sapeurs pompiers deambulando por el interior de la Cité), desde la entrada, donde estaba el camión de bomberos que no cabe por la Puerta Narbona. También llegaron gentes que entraban por una puerta lateral nada más acceder a la Cité, y que guardaban dos personas con identificadores. Me pudo la curiosidad y pregunté. No se trataba de un espectáculo público, sino de un acto privado que se celebraba en la llamada Torre del Tesoro, y cuyo camino de acceso desde ese punto estaba iluminado. Y cuando ya casi nos íbamos vimos llegar dos autobuses hasta la misma Puerta Narbona. Un tropel de gente entró en grupo en la Cité y, de nuevo, la curiosidad nos hizo querer saber dónde iban. No sería a cenar, porque a esas horas (no eran ni las ocho de la tarde), todo lo que podía estar abierto en la Cité estaba ya cerrado y los pocos restaurantes abiertos, no tenían apenas gente y se disponían a cerrar. Así que ¿dónde iban? La respuesta, de nuevo, era privada. En el Anfiteatro (en realidad llamado Teatro Jean Deschamps) situado al lado de la basílica que solo puede verse desde lo alto de las murallas en la visita pagada al Castillo Condal, se celebraba un acto (no llegamos a entender si obra de teatro o concierto) al que acudían todas esas personas de los autobuses.

La Lices Basses (Torre Samson)

Total, que entre unos y otros, además de visitantes como nosotros que no dejaban de entrar y salir por la Puerta Narbona (es decir, sin contar los que accederían por las otras puertas), volvimos a constatar que pese a ser noviembre, noche cerrada, frío (moderado, no obstante) y sin apenas locales abiertos, la Cité sigue siendo muy visitada. Pero logramos hacer nuestras fotos nocturnas sin gente.

DÍA 19 DE NOVIEMBRE: LA CITÉ Y LA CIUDAD BAJA

La Cité de Carcassona. Puerta Narbona

El día de hoy le reservamos para dedicarlo por entero a la Cité y la ciudad de Carcassona. Hoy no moveremos la furgo del pequeño aparcamiento libre del hotel (según la web, este aparcamiento no se reserva, pero a nosotros nos hicieron el favor de guardarnos el sitio los días que salimos, todo un detallazo por su parte). Amaneció claro y luminoso y con una temperatura más que agradable (entre 7º y 10º grados toda la mañana), así que pudimos ir más ligeros de ropa.

Cementerio de la Cité

Empezamos a hacer fotografías antes de entrar en la Cité, pues vimos que estaba abierto, y entramos, en el Cimetière de la Cité, el cementerio más antiguo (algunas tumbas datan de 1800) y popular de los cuatro que tiene Carcassona (La Conte, Saint Michel y Saint Vicent, son los otros) y el único en la margen derecha del Aude. Sobrecoge, como todos los cementerios, pero este lo hace especialmente por la cantidad enorme de enterramientos que tiene, los muchos recuerdos que adornaban todos y cada uno de ellos (más que flores, que también había, pequeñas lápidas y recordatorios de todo tipo que abigarraban las tumbas) y por las torres medievales de la Cité sobresaliendo por encima de las cruces y ángeles de las lápidas de piedra. Una tumba sin cruces me llamó la atención.

Dama Carcas

Volvemos a la entrada de la Puerta Narbona para detenernos de nuevo junto a la Dama Carcas, la valiente mujer que originó, según cuenta la leyenda (ver HELICON ), el nombre de Carcassona: «Sire, Carcas sonne!». Aunque la que preside la Puerta Narbona es una reproducción, la original se encuentra en la exposición del Castillo (Musée Lapidaire), a partir de aquí ya todo es admiración, majestuosidad y leyenda viva. Cada pequeño detalle merece la pena ser fotografiado, con el aliciente, además, de que la poca gente que deambula por la Cité (había gente, pero mucho menos que en verano) invita a hacer más fotografías.

La Torre del Tesoro y la Torre de Bérard a la derecha

La ciudadela o la Cité de Carcassona tal y como la conocemos hoy es una recreación realizada por el gran arquitecto francés Eugène Viollet-le-Duc (1814-1879)​ sobre vestigios de siglos anteriores. Las obras comenzaron en 1853 y se prolongaron hasta el año 1911, ya con su sucesor, Paul Boeswillwald al frente. Hay restos de la época galo-romana (siglos IV y V) y de la época medieval (siglos XII a XIV). La Cité está rodeada por un total de 52 torres (todas tienen su nombre), cuatro puertas fortificadas (también los tienen) y 3 kilómetros de murallas.

Lices Hautes. Torre Moulin du Midi (derecha) y Gran Burlas (izquierda al fondo)

Gran parte de la Cité es visitable de forma libre y es el principal de sus encantos. Recorrer las lices, o calle entre las murallas interior y exterior, así como sus calles y callejuelas, plazas y recovecos, todas ellas repletas de tiendas, hoteles y restaurantes (y viviendas), invitan a realizar, esta vez sí, un viaje al pasado.

El visitante contempla estas torres y estas murallas en las que resuenan rumores de batalla, relinchos de corceles y zumbidos de ballestas. Se imagina a los caballos partir a galope por las puertas del castillo o a los burgueses desterrados huir en camisa por las pedregosas pendientes…”

Castillo Condal. Puerta fortificada y puente sobre el foso. Torres Casernes (con matacanes) y Mayor (al fondo)

El Castillo Condal  (Château Comtal) es uno de los edificios más destacados de la Cité, declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Unesco en 1997. Fue mandado construir en el siglo XII por el vizconde de Carcassona, Ramón Trencavel, de una manera bastante avanzada para su tiempo. En el año 1209 la cruzada albigense conquista la ciudad y pasa a dominio real en 1226.

Está situado sobre un pequeño promontorio de la Cité, en el cinturón antiguo de la ciudad. La fachada exterior se asoma al rio Aude y domina la ciudad nueva (la Bastida). La entrada al castillo está situada en el interior de la Cité y está defendida por una barbacana circular, un foso seco (nunca se cubrió con agua) que salva un puente que en un principio no era de piedra, y una puerta flanqueada por dos torres de defensa. El edificio del castillo forma un espacio casi rectangular defendido por dos barbacanas semicirculares y por otras tres torres (San Pablo, Cuarteles y Mayor),  que muestran galerías de madera suspendidas, algo que no se conocía hasta entonces y que en el futuro serían conocidas como matacanes. La puerta del castillo se cerraba con un rastrillo y una puerta con armazón de hierro tras de la cual existía otro rastrillo. Estos dos rastrillos se maniobraban desde distintos puestos, separados entre sí, para evitar que una traición los invalidara. Muy listo el señor vizconde (y muchas traiciones debieron existir para tomar esta medida). El lado oeste del castillo está formado por la propia muralla exterior, de época galorromana (torres Pinte, que es rectangular, Pólvora y Capilla), y los lados sur, este y norte, dan al interior de la ciudadela. Desde el interior del castillo se puede hacer un recorrido por encima de las murallas de la Cité: la muralla medieval al oeste y la muralla galorromana al norte.

Poternas exteriores: Notre-Dame (primer término) y Mouretis (al fondo).
Torres interiores: Vieulas (izqd.) y Rodez (drcha.)

Tampoco le visitamos esta vez, será para la próxima (la entrada permite entrar y salir hasta tres veces en un día). Antes de seguir con la visita hagamos algo de historia de la construcción de la Cité. En el siglo XIII, las huestes del rey Luis VIII, “el león”, de la dinastía de los Capetos, consiguen vencer a los Trencavel que pierden definitivamente la ciudadela. El rey decide entonces reparar las murallas. De esta época son las defensas interiores y la fortificación de las exteriores. Destacan las torres más fuertes de toda la construcción, Gran Burlas y, sobre todo, Vade, un torreón dotado de pozo y horno que mide unos 25 m de altura. En el exterior destacan la torre Peyre.

Torres exteriores: La Peyre y La Vade. Torres Interiores (drch. a izqd.): Saint Sernin, Trauquet, St. Laurent y Davejean. Al fondo Torre Baltasar.

Siguiendo a su predecesor en la reconstrucción de la Cité, de Luis IX, “el rey santo” (San Luis), son la Barbacana de San Luis y la Puerta Narbona (al este), mejor dicho, la antepuerta que situó delante de la que ya existía y que constituye el prototipo de las puertas fortificadas de la Edad Media. Está compuesta por dos torres gemelas de 25 m de altura, que al estar unidas entre sí estrechan la entrada, que mide tan solo 2,50 m. Cada torre se prolonga hacia adelante por un saliente con arquerías que permitía a los arqueros cubrir mejor el paso, también provisto de dos rastrillos, una puerta fortificada y un puente levadizo. El rey colocó defensas también en las otras puertas de acceso a la Cité: Puerta del Aude (oeste), Puerta de San Nazario (sur), Puerta de Rodez (norte). La Puerta del Aude contaba con una barbacana defensiva en su tiempo, pero solo queda hoy la rampa de acceso, rodeada de murallas almenadas, ofreciendo una de las vistas más bonitas de la Cité.

Puerta del Aude (efecto Wi-Fi)

Las reconstrucciones de San Luis alcanzaron las torres de la defensa interior: Trauquet, St. Laurent, Davejean y Baltasar. Reformó y reforzó con grandes piedras de cantería las bases romanas de las murallas situadas al otro lado, al igual que las torres de este costado: Molino du Midi, Condestable, Vieulas, Marquière y Samson. De esta época son también las protecciones de las torres Baltasar, San Martín y Mipadre, fortificadas al estilo de la Puerta Narbona.

Torre Mipadre

De Felipe III, “el atrevido” (sucedió a su padre Luis IX tras morir durante la octava cruzada en Túnez), son las obras de las torres sur, Prisiones e Inquisición, así como la Torre del Tesoro, un potente torreón cuadrangular, rematado con un aguilón escalonado de estilo flamenco, que se redondea en la parte que da a las lizas, constituyendo casi una torre diferente. Consta de una bodega, dos pisos abovedados y un tercer nivel con pisos de madera. Bajo el armazón del tejado, un último nivel permite acceder a las almenas.

Imagen de la Virgen en la Puerta Narbona (y tocón que impide el paso de vehículos)

Sobre la Puerta Narbona una imagen de la virgen (el niño que portaba desapareció) del siglo  XIV, anuncia la religión de sus moradores y evidencia que la reforma de la Cité duró varios siglos. Paradójicamente, desde finales de la Edad Media su importancia defensiva fue disminuyendo, hasta que fue necesario rearmarla para la defensa de Francia frente a la Corona de Aragón, ya en época de Felipe el Hermoso, manteniendo esta función defensiva de frontera hasta la firma del Tratado de los Pirineos (7 de noviembre de 1659) que fijó definitivamente la frontera franco-española alejada de la Cité. Su deterioro fue evidente desde esta fecha hasta el siglo XIX cuando se acometió su reconstrucción.

Estatua de San Luis enrejado en una esquina
Edificio en una de las plazas de Carcassona

Además de las torres, las murallas, el castillo, la barbacana y las puertas defensivas, la Cité cuenta con algunas otras maravillas. Sus calles son una de ellas. Los edificios rezuman historias medievales, y esconden, a poco que te fijes, algunas maravillas que sorprenden en cada esquina. Como la pequeña estatua de San Luis que se esconde tras una reja.

Place du Château

También sus plazas, más dominadas por los comercios y restaurantes, pero con rincones tan bellos como el pequeño jardincito que hay en la Place du Château, y que nos sirvió de improvisado lugar para comer. Otras plazas también ofrecen bellezas, como las dos presididas por pozos: Place du Grand Puits y Place du Petit Puist,que abastecían de agua a la Cité. Las Plazas Marcou y Auguste Pierre Pont, son otros de los lugares más encantadores (y más llenos de restaurantes, sobre todo la primera). Y no hay que olvidar, para quien tenga curiosidad, los varios pequeños museos de la Cité: el Museo de la Escuela (Musée de l’Ecole); el Museo de la Inquisición (Musée de L’inquisition, con dos ubicaciones); y la Maison Hantée, la casa encantada, un lugar donde, dice el folleto, los “escalofríos y miedos están garantizados”… Pues ya saben.

Place du Petit Puist

Y una curiosidad que nos hemos encontrado en este recorrido es una especie de “desgaste” en las paredes de una parte de la Cité (la que da a la puerta del Aude, que ofrece al visitante una de las vistas más bellas de todo el conjunto, insisto), que parecían señales de red Wi-Fi. No es eso, claro está, sino las consecuencias de un montaje artístico que se llevó a cabo en el año 2018 y que cubría por completo esta puerta con unas cintas (o pintadas) amarillas. Era una obra titulada “Círculos concéntricos excéntricos”, del artista Felice Varini, para celebrar el 20 aniversario del nombramiento de Carcassona como Patrimonio de la Humanidad. Sinceramente, a mí no me gustó ese montaje (pueden verlo pinchando en el título) ni el efecto que hace actualmente, tres años después de la instalación. Prefiero la ciudad tal y como se veía en nuestras anteriores visitas. Aunque el efecto que se aprecia en las fotografías parece curioso, a mí me resulta inconveniente.

Durante la época estival la Cité cuenta con varios espectáculos, como el de la “Ciudad de las piedras vivientes”, en agosto, cuando en la noche se proyectan diferentes trabajos artísticos sobre las murallas de Carcasona acompañados de música. También se celebra el Festival de Carcasona, en el mes de julio, y que incluye espectáculos de teatro, música, danza, proyección de documentales y otros actos, en el Teatro Jean Deschamps, en el interior de la Cité. Este escenario privilegiado cuenta hoy con 3000 localidades de asiento (llegó a tener el doble) y desde el año 2006 está dedicado al actor y director de teatro francés Jean Deschamps, fundador del Festival de Carcassona en el año 1957.

Basílica de San Nazario y San Celso de Carcasona

Faltaría mencionar la Basílica de San Nazario y San Celso de Carcasona (Église Basílica de SaintNazaire-et-Saint-Celse de Carcassonne), que fue catedral hasta 1801, monumento histórico desde 1840 y se mantiene con el rango de basílica menor desde 1898. Su origen es una iglesia del siglo VI de la que no queda nada y sobre la que se erigiría un templo carolingio en el siglo VIII. Pero todo eso parece perderse en las brumas de la leyenda. La primera mención constatada a la actual iglesia bajo la protección de San Nazaire data del siglo X, cuando el obispo Gimer la eleva al rango de catedral. Más tarde, en el año de 1096, es consagrada por el Papa Urbano II. Todo el conjunto sufrió daños con los asedios de la cruzada albigense, pero también reparaciones y ampliaciones. Violet-le-Duc modificó tanto el exterior como el interior de la basílica manteniendo los dos estilos que la caracterizaron: el románico y el gótico. El románico evoca la prosperidad vizcondal de la época de las cruzadas, y el gótico evidencia la victoria de la iglesia sobre la herejía.

Altar mayor y vidrieras de Saint Nazaire

Del interior, destacaría yo sus vidrieras, que decoran el santuario y el crucero, y están dedicadas, unas a la infancia y pasión de Cristo (datan de 1280), y las demás a la vida de San Pedro y San Pablo, así como a los patronos, San Nazaire y San Celso, que son un poco más tardías (siglo XIV). Todas las vidrieras fueron restauradas durante la reforma de la Cité en el siglo XIX por el parisino Alfred Gérente (1821-1868).

Órgano de Saint Nazaire

Pero hay más maravillas. Por ejemplo el órgano, que ya existía en el siglo XVII (del fabricante Jean de Joyeuse) y es de los más antiguos de Francia. Aunque se ha restaurado varias veces (en los siglos XVIII, XIX y XX) apenas se utiliza hoy en día. Está catalogado como monumento artístico.

Piedra del Asedio

También alberga la llamada Piedra del Asedio (Pierre du siège) que representa la batalla de Toulouse en el siglo XIII, durante la Cruzada Albigense, donde es asesinado Simon de Montfort. Su cadáver fue devuelto a Carcassona y enterrado en la Iglesia de Saint-Nazaire, pero años después sus restos fueron llevados a un monasterio cerca de Toulouse y se piensa que esta piedra (descubierta en 1835) formaba parte de su tumba (sus restos están en Toulouse, pero en Saint-Nazaire se conserva también una lápida que debió formar parte del enterramiento primitivo). La curiosidad de esta Pierre du siège es que muestra el asedio con un trabuquete ¡manejado por mujeres!

Campana en Saint Nazaire

Una enorme campana de bronce llama enseguida la atención.   Construida en el siglo XVI, fue colocada en un principio en el crucero, en el sur de la basílica y hoy reposa en el suelo, sin que haya encontrado la razón. También vimos un relicario en madera de San Roque y, como no, una estatua de Juana de Arco, además de otras estatuas de obispos y santos (una lista de los objetos catalogados que se encuentran en la basílica puede verse aquí). También se puede visitar el Museo del Tesoro de Notre Dame de l’Abbaye.

Gárgola en Saint Nazaire
Puerta románica de Saint Nazaire

Del exterior son admirables sus agujas  y la torre (gran parte del exterior de la basílica estaba en obras, cubierta por andamios y lonas, una obra de restauración que comenzó en julio de 2020), así como las gárgolas de todo el conjunto y los canecillos que decoran la puerta románica, muy distinta a la puerta gótica (es por donde se accede hoy). El antiguo claustro de Saint Nazaire, en la parte sur del edificio, está ocupado hoy por el mencionado Teatro Jean Deschamps,construido en 1908 y no se visita, solo es visible desde lo alto de las murallas, accesibles con la entrada de la visita al Castillo Condal y, claro está, con las entradas a los espectáculos que allí se celebran.

Puerta de los Jacobinos

Aunque no fue exactamente en el día de hoy cuando lo visitamos, sino en dos momentos distintos a lo largo de los cuatro días que permanecimos en Carcassona, sí que voy a contar aquí nuestra visita a la Ciudad Nueva, la Bastida de San Luis. Situada en la orilla izquierda del río Aude, fue construida en 1260 por orden de San Luis siguiendo un plan cuadrangular en torno a una plaza central (hoy la Place Carnot). Dentro de esta zona aún pueden contemplarse casas señoriales, como la que hoy ocupa el Museo de Bellas Artes (Musée des Beaux-Arts, de entrada libre) de los siglos XVII a XIX, algunos edificios notables que hoy son hoteles, o las Halles, la antigua lonja del mercado del siglo XVIII, que ostenta el título de Monumento histórico de Francia y que ha sido restaurado recientemente.

El interior tiene otros muchos encantos que no recorrimos (mis piernas no dan para mucho caminar tampoco), pero si pudimos ver la Puerta de los Jacobinos, del siglo XVIII, pero colocada donde la antigua Bastida fortificada contenía una de las puertas de acceso, la puerta sur, las otras eran: Puerta de Tolosa (oeste), Puerta las Carmes (norte) y la Puerta de los Cordeleros (este). Junto a ella, hoy puede verse una parte de esa muralla. También vimos parte del llamado Baluarte de San Marcial, una de las defensas colocadas durante las guerras de religión en el siglo XVI para reforzar las defensas y que hoy contiene un bulevar y los Jardines del Calvario.

Catedral de Saint-Michel de Carcassona

Sí que pudimos ver parte de la Catedral de Saint-Michel (siglos XVI-XVIII, de estilo gótico, ya estaba cerrada), la que arrebató a Saint Nazaire su título de Catedral de Carcassona en 1803. Viollet-le-Duc también realizó la reforma de la catedral en 1857. Se pueden contemplar algunos restos de la muralla en su entorno, así como una estatua de Juana de Arco y algunas gárgolas. Se estaba echando la noche, así que no hicimos mucho más por aquí.

El Puente Viejo de Carcassona

Llegamos así a la última visita que hicimos en la ciudad de Carcassona, la visita al Puente de Piedra, o Puente viejo (Pont-Vieux), el puente medieval sobre el Aude, del siglo XIV, único enlace hasta el siglo XIX entre la Cité y la Bastida, hoy peatonal, y con unas preciosas orillas ajardinadas que lo flanquean. Desde el puente también hay caminos que llegan hasta la Cité, hasta la Puerta del Aude, pero nosotros llegamos a él siguiendo la calle de nuestro hotel, la Rue Trivalle, una elección acertada, pues es una de las viejas callejuelas de Carcassona, en la zona que une la ciudad alta con la baja (la Bastida), que circula paralela a las murallas de la Cité y que guarda el viejo encanto de los pueblos pequeños, así como varios restaurantes y comercios locales. También un centro religioso-hotelero Notre Dame De L’abbaye, o, al menos un albergue, así se anuncia en Internet, y que contaba con varias escenas medievales pintadas en su muro exterior, incluida una reproducción de la Piedra del Asedio. Y hasta un museo, el Centro Cultural de la memoria Combatiente, un pequeño museo militar gratuito, cuya visita se presentaba interesante (hay una sala que se ve desde el exterior), pero la dejamos para otra ocasión porque la hora se nos echa encima y nos quedamos sin luz.

Crucero que marca la mitad del Puente Viejo

El Puente Viejo tiene doce arcos de medio punto y 225 metros. Forma parte del Camino de Santiago en el sur de Francia. Se sabe que aquí se permitió construir un puente de madera en el siglo XII, el llamado Pont du Moulin du Roi, que fue destruido durante la cruzada albigense y vuelto a construir en piedra sufragado por sus habitantes, ya en el siglo XIV, con permiso del rey Felipe V capeto. El centro de este puente marcaba el límite entre la ciudad baja y la ciudad alta. Hoy, en ese lugar, se encuentra un cristo de piedra y ningún farol, por lo que la noche parece cortar el puente entre las dos zonas iluminadas. Tras varios derrumbes, fue restaurado (al parecer alterando algo el original) en 1820, y en 1926 declarado monumento histórico de Francia. Los otros puentes con los que cuenta hoy la ciudad de Carcassona son le Pont-Neuf (desde donde hay una vista panorámica del Puente Viejo y la Cité) y le Pont de l’Avenir (del futuro). Pero el Pont-Vieux sigue siendo el mejor acceso a la Cité.

El río Aude desde el Puente Viejo. Vista de los parques de sus orillas

Otro de sus encantos son los jardines que lo rodean, el Parque Bellevue y el Jardín de Pierre y Maria Sire . Ofrecen un lugar maravilloso para pasear, contemplar la Cité y el Puente viejo desde una nueva perspectiva, y admirar unas orillas muy cuidadas, iluminadas, con bancos para sentarse, con balcones a la orilla, con pasarelas sobre el río… Un sitio precioso de verdad.

Finalmente, en el lado de la ciudad vieja de la Cité, al lado del puente, se puede ver el edificio de la Real Manufactura, del siglo XIV y restaurado recientemente como oficina local de la Dirección General de Finanzas Públicas. Y al otro lado, en el lado izquierdo, justo al terminar el puente, una pequeña capilla (estaba cerrada), la de Notre Dame de la Sante (Nuestra Señora de la Salud) del siglo XV, que marca el inicio del camino del piedemonte pirenaico hacia San Jean de Pie de Port, en dirección a Santiago de Compostela. En el lado derecho, ya en la orilla de la ciudad nueva, el lujoso Hotel du Roi, que ocupa un edificio notable (no he encontrado que edificio es el que está adosado a la parte nueva del hotel) y un lugar privilegiado que llega a ocupar la orilla del río, una orilla a la que no se puede acceder de otro modo.

La Cité desde el Puente Viejo al anochecer

Y hasta aquí nuestra visita a Carcassona (la Cité y la Bastida). Para los dos días siguientes organizamos dos pequeños recorridos por los alrededores, que resultaron increíbles y de los que hablaré ya en el próximo capítulo.

AlmaLeonor_LP

Continuará…

CARCASSONA Y ALREDEDORES (NOVIEMBRE 2021)

CARCASSONA Y ALREDEDORES (3)

CARCASSONA Y ALREDEDORES (NOV-2021)

CARCASSONA Y ALREDEDORES (NOV-2021)

Fotos aquí, o pinchando en la imagen

Cuando llega el otoño a nosotros nos entran más ganas de viajar que durante el verano. Las razones son muchas, pero la luz y los colores de los días otoñales, es la primera que esgrimimos. La segunda es que a partir de octubre (septiembre ya no) la masificación de los lugares más visitados desciende considerablemente.

Esta vez hemos viajado en noviembre, entre el 18 (jueves) y el 21 (domingo). Aunque ya no se puedan ver algunos de los espectáculos que se ofertan a los visitantes veraniegos, merece la pena pasear por algunos sitios en soledad, o casi. Uno de esos sitios en los que se agradece no encontrar tanta aglomeración de visitantes es la Cité de Cacassona (Francia), un lugar muy, muy, muy turístico que recibe mucha gente en todas las épocas del año, pero como en este mes de noviembre la mayoría de sus tiendas y restaurantes realizan un parón anual porque a partir del 3 de diciembre, cuando se inaugura la iluminación navideña, vuelve a contar con gran afluencia de público, pues hay menos gente. Claro que también es la época en la que se suelen celebrar eventos privados como alguno que nos encontramos y la filmación de una película, justo el último día, cuando ya nos marchábamos y quisimos despedirnos de la Cité, pues ya no se podía entrar por la Puerta Narbona porque se estaba llevando a cabo el rodaje. Nosotros decidimos ir en este mes y nos hemos encontrado con la Cité prácticamente vacía (con matices), unos días soleados (salvo algún momento de cielo cubierto) y unos enclaves que no conocíamos y que nos han encantado.

Además de la Cité de Carcassona, hemos paseado (brevemente, eso sí) por las calles de la población de Carcassona, hemos llegado hasta el Puente Viejo de piedra y, cruzándolo, nos situamos en la Ciudad Baja, la llamada Bastida de San Luís, el barrio cuadriculado de Carcassona que aún conserva algún vestigio de la bastida que mandó construir el rey santo para expulsar a los partidarios de los Trencavel de la Cité. Y también recorrimos algunos enclaves de los alrededores: Lagrasse, en el macizo de Les Corbières, un pueblo medieval que cuenta con dos abadías, una visitable y otra en la que aún viven monjes y no se puede visitar; la Abadía de Fontfroide, un antiguo monasterio hoy privado y con unos alrededores de ensueño; Montolieu, la ciudad del libro y de las artes, y con muchísimo encanto; Saissac y su castillo medieval, hoy en ruinas, que dominaba la Montagne Noire; y, finalmente, entrando por una carretera con paisajes que parecían sacados de un cuento de otoño, la Abadía de Villelongue, en realidad, los restos en ruina de la antigua abadía cisterciense a los que se ha adosado un hotel privado.

Han sido cuatro días maravillosos en los que hemos disfrutado de esta parte del Departamento del Aude en el momento adecuado. Al día siguiente, el día de salida del hotel, el lunes 22 de noviembre, la Cité amaneció preciosa con unos cielos azules clarísimos, pero se veían muchas nubes en el horizonte. Habíamos leído que esa semana llovería por la zona. Hicimos el viaje hasta España con cielo encapotado y algo de lluvia pero sin problemas. Sin embargo, al día siguiente, el 23 de noviembre y ya en Pamplona donde pasamos un día y medio más, nos enteramos que las lluvias caídas desde la tarde del lunes habían sido tan copiosas que la Abadía de Fontfroide tuvo que cerrar sus accesos y las playas de Gruissan (un pueblo cercano a Narbona y del que nos informamos por si nos daba tiempo a visitar), habían sido cubiertas por las aguas del mar embravecido. Y, por si no fuese suficiente, nevó en Valladolid y alrededores. Habíamos estado de viaje los días adecuados.

Lo primero que hay que tener en cuenta cuando se viaja en otoño, además de la posibilidad de lluvia y frío, es que los días son más cortos. Y más después de la fecha del cambio de hora, a finales de octubre, cuando a las seis de la tarde ya es casi noche cerrada. Nosotros contábamos con ello, por eso no planeamos muchos itinerarios de visita. Descartamos Lastours y Minerve porque ya los conocíamos y preparamos información de Béziers y Capestang (departamento de Hérault), así como de Narbona y Gruissan (departamento del Aude), por si acaso el tiempo en la costa fuese más atemperado. No hizo falta tomar esta alternativa. De lo que queríamos ver en los alrededores de Carcassona solo nos faltó llegar a la Abadía de Saint Hilaire y visitar alguna exclusa del Canal du Midi, pero es que los sitios a los que fuimos eran demasiado bonitos, requerían más tiempo que una simple visita rápida y, como digo, la noche se echaba pronto encima y no se podían apreciar bien ni los sitios ni los paisajes que los rodeaban, con los preciosos colores de los árboles en otoño, hayas, robles, encinas, y toda una variedad arbustiva que lucía esplendorosa por donde quiera que fuéramos. Lo que sí teníamos en mente, y así lo hicimos, era fotografiar la Cité por la noche. Mi cámara, simple y con modo “automático” casi siempre, no da para mucho en la noche y en sitios cerrados, pero mi marido se llevó el trípode para poder captar la «Cité la nuit» en todo su maravillosa grandiosidad. Y como no había gente (con matices, insisto), pues las tomas quedaron perfectas.

He apuntillado “con matices” a la afirmación de que no había gente en la Cité y tiene su explicación. Para nosotros esta ha sido la cuarta vez que la visitábamos (en meses distintos) y nunca la habíamos visto con tan poca gente, ni siquiera de noche. Pero eso si… ¡Había mucha gente! Al menos, mucha para un mes como noviembre en el que se ralentiza todo en la Cité para hacer un merecido descanso entre los meses de verano y la temporada de Navidad, las épocas de mayor afluencia de visitantes. Pero Carcassona recibe gente (y mucha) todo el año. La ciudad tiene aproximadamente una población (gentilicio carcassonnais) de algo menos de 48.000 habitantes, pero tanto la ciudad como el enclave de la Cité, reciben alrededor de tres millones de turistas al año procedentes de todas las partes del mundo. Así que, podemos afirmar que disfrutamos de unos días privilegiados en muchos sentidos.

Además, para esta ocasión, elegimos un hotel en lugar de utilizar la furgo para dormir. El Hotel Espace Cité en la esquina del 132 de Rue Trivalle, con un precio bastante aceptable, nos proporcionó un lugar confortable para dormir y desayunar, muy cerquita de la Cité, prácticamente delante de la Puerta Narbona. Además, contamos con la atención y amabilidad de los empleados del hotel que hicieron nuestra estancia mucho más agradable. Un diez en toda regla para este hotel, como también para el Restaurante la Rapiere (que también es hotel, en el 9 Montee Gaston Combeleran, y admite mascotas tanto en las habitaciones como en el restaurante), justo enfrente y que visitamos cada noche para cenar. Un menú exquisito, un ambiente relajante y acogedor y una atención amable, hicieron de nuestro primer viaje fuera de España desde la pandemia (nos pidieron en todas partes el certificado COVID, suficiente con el código QR del certificado de vacunación que llevábamos ambos tanto en el móvil como en papel), una fantástica experiencia. Repetiremos, sin duda.

En los próximos días más cosas sobre el viaje y, sobre todo, más fotos.
AlmaLeonor_LP

Continuará…

CARCASSONA Y ALREDEDORES (2)

CARCASSONA Y ALREDEDORES (3)

YAMAGUCHI (PAMPLONA)

YAMAGUCHI (PAMPLONA)

Para ver todas las fotografías, pinchar en la imagen o AQUÍ.


Habíamos leído en alguna parte que Pamplona contaba con un precioso jardín japonés y nos apetecía mucho conocerlo, así que en nuestra última visita a la capital navarra, el pasado 23 de noviembre, nos acercamos al Parque Yamaguchi, en el barrio Ermitagaña.

El Jardín Japonés Yamaguchi fue diseñado por paisajistas japoneses en 1997, como consecuencia del hermanamiento de Pamplona con la ciudad japonesa de Yamaguchi, localidad evangelizada por San Francisco Javier, patrón de Navarra, que no de Pamplona, cuyo patrón no es tampoco San Fermín, como se podría suponer, sino San Saturnino, festividad que se celebra hoy, 29 de noviembre.

El Yamaguchi cuenta con 80.000 m2 de parque que rodea un lago artificial y donde se puede encontrar desde una cascada, hasta un puente y paseos de madera, arreglos ornamentales con piedras y arbustos, y muchísimos árboles, algunos de los cuales se trajeron expresamente de Japón, homenajeando a las cuatro estaciones. Son más de 600 plantas y cerca de 400 árboles, entre los que se encuentran: cerezo japonés, ginkgo biloba, sauce llorón, ciprés de los pantanos, arces, robles, secuoyas y acebos.

El cerezo japonés (Prunus serrulata) es el más vistoso de los árboles del Yamaguchi, seguido del ciprés de los pantanos (Taxodium distichum), una especie que, curiosamente, procede del sureste de los EE. UU. y se desarrolla muy bien en zonas encharcadas. También se pueden contemplar un par de ejemplares de Secuoya gigante (Sequoiadendron giganteum) y del Tulípero de Virginia (Liriodendron tulipifera), que es un árbol muy apreciado por la abejas. También se pueden ver de vez en cuando unas cajas nido instaladas para atraer la población de aves, desde cernícalos y autillos a ejemplares de jardín, como gorriones, carboneros y herrerillos.

En el lago, cuyas aguas tranquilas representan en la cultura japonesa la quietud en la madurez de la vida, un gran geiser anima la población de patos y palomas (entre los más visibles, aunque también pudimos ver algunos carboneros y gorriones) que no le abandonan. Un palafito o pagoda se asoma al conjunto y permite obtener una visión casi completa del parque y del lago.

Junto al parque se encuentra el Planetario de Pamplona y junto a él otro parque singular que dejamos para otra ocasión, pues se puso a llover en ese momento. Me refiero al Jardín de la Galaxia, un parque que replica a escala la Vía Láctea con más de 500 arbustos representando las estrellas, nebulosas y hasta un agujero negro. Otra curiosidad es que su diámetro, de 30 metros, equivale a escala a 100.000 años luz.

Pamplona es una ciudad llena de jardines. A los del precioso Parque de la Taconera, que ya conocemos, se unen los de la Ciudadela, la Vuelta del Castillo y el Parque Antoniutti, así como los Jardines de la Media Luna (Tejería) y el Parque del  Campus de la Universidad Pública de Navarra, de unos 40.000 m2 de extensión, y cerca de 43.000 árboles  y arbustos de 100 especies distintas de los cinco continentes entre ellos: sequoya, acacias, magnolios, chopos lombardos, palmeras, cedros del Atlas, árbol de Judea, avellano turco, thuya o eucaliptos, además de otros autóctonos como abetos, arce, serbal de los cazadores, tilos, encinas, robles y hayas que, por otro lado pueden contemplarse en varios de las pequeñas zonas arboladas que hay por toda la ciudad, barrios exteriores y localidades de los alrededores.

Nos ha encantado esta visita. Para ver el resto de las fotografías, pinchar en la imagen de cabecera o AQUÍ.
AlmaLeonor_LP

VISITA RELÁMPAGO A TORO

VISITA RELÁMPAGO A TORO

FACHADA DEL AYUNTAMIENTO DE TORO (ZAMORA)

Es lunes y sabemos que todo museo o lugar visitable con entrada está cerrado (incluidas iglesias y demás edificios religiosos, que ya les vale), pero aun así, como este día de noviembre amanece luminoso y claro, hemos decidido ir a visitar TORO, una localidad de la provincia de Zamora, que dista tan solo 79 km. de Valladolid y que no conocemos.

La ruta es fácil, salimos de Valladolid por la carretera Salamanca cogiendo enseguida la A-62 hasta encontrar la salida hacia Toro, no tiene pérdida. En apenas 55 minutos nos encontramos ya a las puertas de la localidad, vemos que no es difícil aparcar y lo hacemos en la misma avenida por la que hemos entrado (Av. de Luis Rodríguez de Miguel). Desde aquí vemos la primera referencia monumental, la Puerta de la Corredera, construida en 1602 en honor a Felipe III, que estaba incluida en el tercer recinto amurallado de la ciudad. Es la entrada natural al recito histórico de la ciudad de Toro.

Puerta de la Corredera

Esta puerta se construyó a semejanza de los arcos triunfales de la Roma Imperial, era decorativa y está realizada con grandes bloques de sillería. El arco es de medio punto y tres bolas decoran el frontón triangular. En la parte derecha del arco, visto desde la entrada a la ciudad, existe una inscripción de difícil lectura, pero la que se encuentra en su parte exterior central se puede leer perfectamente:

PHILIPPO III HISPANIARVN REGI LONGE POTENTISSIMO ET INVICTISSIMO SENATVS POPVLVSQVE TAVRISANVS DEDICAVIT. IIII IDVS FEBRVARII ANNO MDCII. REGIO VRBIS PREFECTO GARSIA SILVA FIGVEROA.

La ciudad de Toro, situada estratégicamente en una elevación sobre el río Duero, es reflejo de su notable papel histórico, de especial relevancia entre los siglos XII y XVI, en la que fue sede real y lugar de celebración de Cortes. Aquí, en la que fuera residencia regia en el Palacio de Diego de Ulloa y Sosa (siglo XV), del que hoy solo queda la portada después del incendio de 1923, se convocaron las Cortes por Fernando II de Aragón (1505), leyéndose el testamento de Isabel I de Castilla donde fue proclamada heredera Juana I y nombraba regente a su padre Fernando V de Castilla. En esta celebración de las Cortes de Toro de 1505 se promulgaron las célebres ochenta y tres Leyes de Toro, anticipo del moderno Código Civil (el primero de 1889). La Portada del Palacio de las Leyes se encuentra en la Calle Capuchinos, dentro de la zona más antigua de la ciudad, en la parte izquierda de la misma.

Verraco de la ciudad de Toro

Pese a que su nombre evidencia claramente la figura de un bovino, un toro, su etimología, documentada desde antiguo, deriva de «Campu Gothorum», es decir, «campo de godos», denominación que, desvirtuada con el paso del tiempo, llegó a convertirse en la actual Toro. No obstante, la figura del toro, el animal, recorre toda la población, empezando por su escudo, protagonizado por un toro y un león en posición rampante. También con una figura singular, un verraco (se denominan así genéricamente, siento algunos un gran cerdo y otros un pequeño toro, de la etapa final de la Edad de Bronce y principios de la Edad de Hierro, signo reconocible de los Vettones) que fue hallado en la ciudad y que para muchos es lo que justifica el origen de su nombre. También hay quien ve en este toro pétreo la prueba de que esta localidad fue el primitivo asentamiento vacceo de «Arbocala», población conquistada por Aníbal como menciona Tito Livio. Sin que nada de esto esté probado fehacientemente, el Verraco de Toro, realizado en granito, fue hallado en la ciudad por los repobladores cristianos en tiempos del Alfonso III de Asturias. Hoy en día está situado justo enfrente de la entrada del Alcázar de Toro, donde está situada la Oficina de Turismo, y un lugar privilegiado desde donde observar todos los maravillosos alrededores.

Alcázar de Toro

Me he desviado un poco de la ruta que seguimos. Desde la puerta de la Corredera, seguimos por la calle principal hasta dar con el Arco o Torre del Reloj, situada sobre la llamada Puerta del Mercado (siglo XV) una de las que flanqueaban el recinto amurallado de Toro. La torre data del siglo XVIII y se atribuye su diseño a Joaquín Churriguera. El reloj que le da nombre está en el segundo cuerpo de la torre y uno más abajo podemos ver una escultura del Sagrado Corazón de Jesús, justo en el lugar en el que originalmente se encontraba una capilla dedicada a la Virgen de las Nieves, que fue trasladada a la Iglesia del Santo Sepulcro (del siglo XII ha sido objeto de varias reformas hasta el siglo XIV), otro de los lugares que visitar en Toro, justo en la Plaza Mayor de la localidad, frente al Ayuntamiento.

Torre del Reloj sobre la Puerta del Mercado.
Sagrado Corazón de Jesús
Ayuntamiento de Toro
Iglesia del Santo Sepulcro

Como ya he dicho, no visitamos ningún edificio en su interior porque los lunes no es día de visitas, todo está cerrado (afortunadamente, la Oficina de Turismo estaba abierta), pero anotamos Toro para una próxima vez. Nos gustaría entrar en esta Iglesia del Santo Sepulcro y otros edificios sacros a los que ya no llegamos, como por ejemplo la Iglesia-Museo de San Sebastián de los Caballeros  y la Iglesia mudéjar de San Salvador de los Caballeros, hoy también museo de escultura medieval. Tampoco nos acercamos hasta la Iglesia de San Lorenzo el Real, una de las más antiguas de Toro (siglo XII) y que alberga numerosos sepulcros de gentes notables de los siglos XV y XVI. No obstante, para quien no tenga tiempo de hacer estas visitas o le pase como a nosotros que decide visitar Toro cuando los monumentos están cerrados, aquí se pueden ver. Es una página fantástica, de la Web de Turismo de Toro, con vistas panorámicas de la localidad y de todos sus monumentos, incluida una visita virtual en el interior de todos ellos.

Colegiata de Santa María la Mayor de Toro (Zamora)
Colegiata de Santa María la Mayor de Toro (Zamora)
Colegiata de Santa María la Mayor de Toro (Zamora)
Colegiata de Santa María la Mayor de Toro (Zamora)

Mención aparte merece la Colegiata de Santa María la Mayor, imponente edificio religioso alzado  unos cien metros sobre el rio Duero y desde donde se puede observar toda la vega. Construida a finales del siglo XII, es un ejemplo del románico de transición, que también se puede observar en otras localidades castellanas, como por ejemplo la Colegiata de Nuestra Señora de la Anunciada de Urueña (Valladolid) que visitamos el otro día y que presenta una similar factura, aunque la de Toro es más monumental y se reconocen en ella varios momentos constructivos después de algunos derrumbes, que llegan hasta el siglo XVI. Pero el pórtico occidental se acabaron durante el reinado de Sancho IV (1284-1295), gracias al mecenazgo de su esposa, la gran María de Molina.

Puerta Septentrional de la Colegiata
Puerta Septentrional de la Colegiata (Detalle)
Puerta Septentrional de la Colegiata (Detalle)

La Puerta Septentrional de la Colegiata, que pudimos admirar detenidamente, es del maestro Mateo, y muestra un gran número de figuras con instrumentos musicales (los Ancianos del Apocalipsis) en torno a una manifestación de la divinidad de Cristo, flanqueado por los santos intercesores, la Virgen y Juan. Es una preciosidad de puerta que no nos cansábamos de fotografiar. Y por lo que vemos en la web, merece muchísimo la pena visitar el interior.

Paseo del Espolón
Vistas desde el Paseo del Espolón

Nosotros disfrutamos de un día espléndido con una luz otoñal fantástica, sol aun con fuerza y algo de fresquete a primera y última hora, que invitaba a recorrer sus calles y alrededores. Andando, andando llegamos hasta la zona del Alcázar y el llamado Paseo del Espolón con vistas al río, los cortados que lo rodean y el impresionante Puente de Piedra. Un simpático toresano nos cuenta en este punto que se puede llegar hasta los alrededores del río desde una carretera que se ve muy bien desde aquí arriba, sin tener que hacerlo a través de los caminos que vemos partir desde el pueblo y que, aunque no presentan mucha dificultad, no me atrevo a realizar porque ya llevo mucho tiempo andando y no puedo abusar de mis rodillas.

Arco del Postigo (vista norte)
Arco del Postigo (vista sur)

Así que, después de entrar en la Oficina de Turismo, subir a lo alto del Alcázar y fotografiar el verraco de piedra, nos volvimos a la furgo callejeando y en la calle Trascastillo encontramos el Arco del Postigo, uno de los postigos de la antigua muralla de la ciudad (Toro llegó a contar hasta con tres recintos amurallados), que a finales de la Edad Media tenía abierta sobre el arco una capilla que se llamaba de Nuestra Señora de la Antigua. Hoy se puede ver un relieve de la Anunciación.

Área Recreativa Puente Mayor de Toro (Zamora)
Hora de Comer…

Ahora, ya en la furgo, nos dirigimos hasta donde nos indicó el simpático anciano que nos abordó en el Paseo del Espolón y nos encontramos con una estupenda chopera (aunque podría estar más arreglada, incluido el camino de acceso, que es de tierra, pero es fantástica) con mesas y bancos, justo al lado del río y desde donde se accede al Puente de Piedra, que según un cartel, es el Área Recreativa Puente Mayor de Toro. Nos ha encantado y vamos a comer aquí.

El río Duero es otro de los elementos protagonistas de Toro, ya que lo atraviesa de este a oeste. En este valle el río ha ido erosionando sus orillas llegando a alcanzar en algunos puntos los 6 km de anchura y creando cortados, terrazas, laderas, abarrancamientos y fondos de valle. El límite sur de la población es una ladera de una pendiente media del 25%, llamada «La Barranquera». En los alrededores del río se encuentran las tierras vinícolas del término municipal que han dado a esta localidad su Denominación de Origen Toro.

La Barranquera de Toro
El Puente de Piedra desde la Chopera

Ahora solo nos queda recorrer esta parte del río y atravesar el magnífico Puente de Piedra, de veintidós arcos apuntados, que en origen (en el siglo XI) fue de madera, y que mantiene una orientación paralela a la corriente del río, por lo que se supone que en origen la corriente del río tendría otra dirección. Fue construido en piedra de arenisca, y no de caliza toresana. Antiguamente unía el campamento romano de Villalazán con la ciudad vaccea de Arbucala, y durante la guerra de la independencia española, mientras las tropas francesas se retiraban en 1812, volaron dos de sus arcos tratando de impedir la llegada de Wellington. Pero hoy en día solo es un lugar de paseo peatonal desde donde observar su caudal, las islas del meandro y las grullas que se pasean de uno a otro lado con toda la majestuosidad de su vuelo.

La Colegiata desde el Puente de Piedra
El Puente de Piedra
El Puente de Piedra
El Puente de Piedra
El Puente de Piedra

Aquí nos pasamos buena parte de la tarde, fotografiando un montón de rincones embellecidos por los colores otoñales de la arboleda, los rayos de sol que los atravesaban y adornados por la estampa del puente que ofrecía miles de encuadres para tomar fotografías. No podemos olvidar las vistas de Toro y de su Colegiata en todo lo alto de la Barranquera, que junto al puente ofrecía unas vistas preciosas. La verdad es que no nos hubiésemos marchado de este lugar, absolutamente tranquilo (no vimos a nadie paseando por aquí mientras estuvimos nosotros, solo cuando nos marchábamos llegó una pareja) y bello que ofrecía, además, un curioso fenómeno sonoro: A un lado del río se escuchaba el bramar de las aguas al pasar por los pilares del puente y la escollera, que formaba remolinos y espumeaba de la fuerza con la que pasaba; al otro lado, ni un solo sonido y una inmensa calma.

El Puente de Piedra al caer la tarde

Fue un magnífico broche final a una excursión relámpago a Toro que nos dejó un maravilloso sabor de boca. ¡Precioso! Algunas imágenes más se pueden ver pinchando aquí o en la imagen de cabecera.

AlmaLeonor_LP

Postdata: Durante el recorrido por Toro salieron a mi paso una buena cantidad de imágenes pintadas en las paredes que merecen ser conocidas. Se pueden ver pinchando aquí, o en la imagen: