MEMORIA HISTORICA Y PRESENTISMO

 “LA HERENCIA DEL PASADO. LAS MEMORIA S HISTORICAS DE ESPAÑA”, de Ricardo García Cárcel. (Ver portada en «El Libro que estoy leyendo»)

MEMORIA HISTORICA Y PRESENTISMO

 Jean Claude Dresse

El derecho a la memoria es tan legítimo como el derecho a la verdad, el derecho a saber. En los últimos años se ha usado y abusado en nuestro país de un término, memoria histórica, para invocar la necesidad de rescatar del presunto silencio u olvido un hito transcendental de nuestra historia reciente: la guerra civil.

La ley de la Memoria Histórica tiene, ante todo, un objetivo de resarcimiento o compensación a víctimas de la guerra civil presuntamente nunca reconocidas como tales, lo que incluiría un amplio bloque de personas: exiliados, niños de la guerra, brigadistas internacionales, presos en campos de concentración, maquis y guerrilleros, asesinados durante la guerra, el franquismo e incluso la transición… Busca cumplir con una asignatura pendiente: cerrar los flecos últimos de la guerra civil. El problema es que la ley –y su trasfondo, la llamada memoria histórica- ha nacido sin consenso alguno y con infinidad de tensiones, porque lo que para unos significa cerrar la guerra, para otros significa justamente reabrirla.

Digamos de entrada que no puede encerrarse la memoria histórica en el solar de los problemas de nuestros abuelos. La memoria histórica no la han inventado los buscadores de las tumbas de sus abuelos desde hace una década. La memoria histórica ha existido siempre. Hay que insertar el concepto en un marco mucho más general de las relaciones entre pasado y presente y, desde luego, deslindar la dialéctica entre memoria e historia. El término memoria histórica se ha banalizado hasta extremos increíbles, focalizando la atención exclusiva y hasta excluyente de la historia  en nuestro pasado reciente, como si la historia hubiera empezado en 1931 o 1936. La simplicidad ha hecho que estar a favor de la memoria histórica supusiera identificarse mecánicamente con la izquierda, y estar en contra, con la derecha. Se ha planteado la polémica como alternativa entre recordar u olvidar la guerra civil, cuando (…) la auténtica cuestión está en saber o no saber.

Angela Betta Cassale

El termino memoria histórica nace para dar fe de la trascendencia del pasado histórico, para gestionar o administrar la memoria de lo fundamental, de lo histórico entendido como lo que deja huellas. Lo histórico como sinónimo de lo trascendental. Esta es la primera acepción del término. La memoria de lo histórico. El problema, en cualquier caso, es determinar quién dota de trascendencia histórica a la experiencia vivida y cómo lo hace. ¿Son los propios testigos? ¿Cuándo y cómo comienza un episodio a ser considerado histórico? La conciencia histórica es siempre más tardía que la asunción de la realidad por sus testigos directos.

Pero la memoria no sólo es histórica en función de la trascendencia del hecho recordado. La segunda acepción del término memoria histórica es la que subordina el adjetivo “histórico” al sustantivo “memoria”, la construcción del pasado en función del presente, la historia escrita desde el presente. Marie-Claire Lavabre (“Le Fil Rouge. Sociologie de la mémorie comuniste”), define la memoria histórica como: “el proceso por el cual los conflictos y los intereses del presente operan sobre la historia”,  “los usos del pasado y de la historia tal y como grupos sociales, partidos, iglesias, naciones o Estados se la apropian”. Supone que es la experiencia vivida la que marca la pauta de las interpretaciones de los historiadores.

Vivimos ciertamente en tiempos de euforia presentista. Hace tan solo unos años repetíamos a nuestros alumnos que la historia es el estudio del pasado para la comprensión y explicación del presente y la previsión o transformación del futuro. Ha pasado mucha agua por el río de la historia en poco tiempo, y ésta ha perdido por el camino sus buenas intenciones, diagnósticas del presente y pronósticas del futuro. Ha muerto el historiador-profeta y, en cambio, goza de muy buena salud el político-historiador que instrumentaliza la historia en función de sus paradigmas presentes. El presente ya no es el legado de la historia sino su motor, y para muchos su única razón de ser. Hoy solo parece concebirse la historia como la proyección del pasado, en función de las expectativas y ansiedades de nuestro presente. Vivimos tiempos de capitalización exclusiva del pasado por un presente contemporáneo, con todas las implicaciones político-sociales que se derivan del uso público de los recuerdos, la centralidad del presente en la reconstrucción del pasado. Tiempos de secuestro de Clío, de manipulación interesada del pasado.

Eugenijus Konovalovas

El presentismo hace estragos. La historia contemporánea se ha convertido en historia reciente, haciendo gala de un adanismo que condena el pasado anterior a las brumas de un imaginario lleno de símbolos y tópicos. En medio de una notable ignorancia histórica, este libro tiene un primer objetivo: dejar bien claro que la memoria histórica es ante todo larga y plural, que la historia es una sucesión de presentes que van generando representaciones y relatos distintos de su pasado, que los intentos de secuestro de Clío han sido múltiples a lo largo del tiempo. La presunta memoria histórica es necesariamente cambiante, parcial y selectiva, nunca es compartida de la misma manera por una totalidad social.

La memoria histórica se desliza a lo largo del siglo XX por diversas etapas. La Segunda República no cultivó la memoria. Los republicanos tuvieron una conciencia adanista de los tiempos que vivieron. Apenas invocaron la Primera República como antecedentes. Se trataba, más bien, de enterrar un pasado que no gustaba.  El franquismo articuló una historia oficial que intentó secuestrar a Clío una vez más, y lo hizo, a falta de un discurso ideológico propio, sobre la base de la tradición memorística previa, sobre todo de la conservadora, pero incluso también, paradójicamente, retazos muy concretos de la tradición liberal.

La memoria histórica que se atribuye a la transición política a la democracia, y que empieza a construirse, a mi juicio, ya en la última década del propio franquismo, aporta tres valores: el intento de superación de la bipolaridad de las dos Españas; la liberación de los tabúes y complejos que lastraban el pensamiento de la derecha y la izquierda; y, por último, la busca del equilibrio unidad-pluralidad de España, de la nueva España de las Autonomías. La valoración que hoy se hace de la Transición es polémica. Todo el discurso de exaltación de la memoria histórica reciente pasa por el tópico de identificar la Transición con la amnesia, con un silencio forzado, estratégicamente impuesto por los poderes fácticos. Personalmente discrepo rotundamente de este supuesto tan repetido.

En este libro se pretende, ante todo, estudiar el proceso de los distintos secuestros de Clío, superando las prevenciones que suscita el término memoria histórica sobre la base de asumirlo en toda su integridad. La historia de España no es el fruto de una presunta predestinación que conduce a los españoles de Atapuerca al siglo XXI en una sola dirección progresiva hacia una meta feliz. Ni existe una sola dirección (proyecto-fin), ni la memoria es espontánea sino selectiva y, en buena parte, inducida desde las instancias de poder que marcan lo que deber recordarse u olvidarse.  En la construcción de la memoria nacional española ha habido siempre dos tendencias: el adanismo antihistoricista que se niega a mirar hacia atrás y el historicismo ansioso de buscar y encontrar las raíces más remotas. Vivimos tiempos de intensivo cultivo de la memoria histórica reciente pero de nada extensiva proyección histórica, de auténtico miedo a la historia larga. Hoy el monopolio de la historia larga parecen tenerlo los nacionalismos sin Estado. Lo cierto es que la historia de España refleja una miopía cada vez mayor hacia el pasado en el largo término, que acaba despreciándose simplemente porque se ignora.

Bo Bartlett 

En tiempos de tanta impregnación presentista convendría tener en cuenta lo que decían a principios de siglo XX felices historiadores positivistas como Charles Seignobos: “La Historia es la ciencia de lo que acontece solo una vez”. La historia de España como el gran purgatorio de los sueños perdidos.

Ricardo García Cárcel.

4 respuestas a «MEMORIA HISTORICA Y PRESENTISMO»

  1. Gran texto, memoria histórica, tema controvertido, para mí es sencillo, pero lo es en teoría, memoria històrica es buscar qué pasó, todo lo que pasó, le pasara a quien le pasara, pero sin inventarnos nada.

    En teoría sencillo, pero no hace falta más que leer el texto, aunque ya lo sabíamos de antes ¿no?.

    Besos Almita.

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    1. ¡Querido Dessjuest! De eso trata el libro, de buscar qué pasó, le pasara a quien le pasara. Lo que ocurre es que contar Historia nunca fue fácil ni banal, ni mucho menos desinteresado. Muchas veces la Historia se ha contado con una intención, bien para gloriar al vencedor, bien para desagraviar al vencido. Es labor de los especialistas en Historiografía (la ciencia de saber cómo se cuenta la Historia), dilucidad cuanto de lo que se cuenta lleva una carga de intencionalidad política y cuanto se «construye» para servir al presente. Eso es precisamente lo que García Cárcel avisa en la introducción que reproduje. El presentismo, es decir la forma de contar Historia sirviendo a intereses del presente, es un peligro que hoy en día nos acecha gravemente, del mismo modo que el adanismo, es decir, la idea de iniciador de la Historia, acechó a la España del pasado siglo. En fin, un problema difícil de dilucidad, pero interesante de leer. Hay otro libro, «La Historia de los Hombres» de Josep Fontana, que resulta también revelador en este sentido, pero referido a la Historia Mundial. El de García Cárcel habla de la Historia de España.
      Besos.AlmaLeonor

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  2. Estoy totalmente de acuerdo. Pero también es algo que da alas a los extremistas de ambos bandos. Y cuando muchos dicen que hay crímenes producidos en el bando republicano perfectamente documentados y con claro culpable que nunca fue juzgado como es Carrillo. Que se quiera o no, fue el que firmo ese traslado en el que luego serian fusilados multitud de presos….

    Pues que fuerza moral tienen para investigar o buscar culpables en el otro bando….Y ya se que decir esto es sangrante para muchos, y automáticamente por ello te tacha de facha y retrogrado. pero si se quiere investigar, primero habría que juzgar lo que si esta demostrado y eso nunca se hizo.

    Si vamos mas allá hasta la república. El golpe de estado que se produjo derivando en una sangrienta guerra. En realidad fue en un momento en que los asesinatos en la calle por parte de los anarquistas o la falange, estaban a la orden del día. Los políticos también, y en nombre de la república se produjeron asesinatos sangrantes como el del líder de la oposicon por fuerzas del estado con el beneplácito del poder establecido democraticamente.

    En fin, que habría mucho que hablar y si se quiere investigar, que se haga, pero no desde el prisma de un bando. El llamado republicano, ni mucho menos era lo que quieren contar. Y que conste que eso no salva al nacional. Que era la otra pata de una mesa. Entre asesinos andaba el juego en aquella época y todos tienen cadáveres en sus armarios. De ahí que realmente nadie quiere saber nada……

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    1. ¡Hola! Plared, precisamente este libro trata de no buscar culpabilizaciones sino saberes. Es lo que reivindica García Cárcel que la Memoria es un ejercicio de saber y no de culpabilizar, y que la Historia, hecha desde el presentismo actual, totalmente politizado por todos, adolece de muchos peligros. Lo que puse pertenece a la introducción, y el resto del libro es sumamente interesante. Un poco más «académico» pero muy interesante.
      Lo que no podía imaginar yo cuando puse esta entrada es que a los pocos días fallecería Santiago Carrillo, uno de los artífices de la democracia en España y defensor de la Memoria sin culpables, pero sin olvidos. Le escuché en alguna conferencia en Valladolid, he leído alguno de sus libros, transcripciones de otras conferencias sobre la Memoria Histórica y en verdad, un político de su talla y capacidad analítica será difícil que se vuelva a encontrar. Al menos en estos días es totalmente imposible.
      Besos.AlmaLeonor

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